La impunidad a flor de tierra

En días pasados estuvimos informados de actos de impunidad; corrupción e impunidad es el binomio del presente; en los años 2011 y 2012 el órgano fiscalizador de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión determinó presentar respectivamente para los años, 134 y 137 denuncias de hechos, sin embargo al 31 de marzo de 2014 la instancia únicamente presentó 5 querellas ante la Agencia del Ministerio Público.  De por sí tal descuido por no llamarlo contubernio, lesiona gravemente los procesos de sanción y la reincorporación de fondos ante la autoridad fiscal, y no tiene caso que la Auditoría Superior de la Federación mejor conocida como la ASF anuncie cada año irregularidades durante la presentación de las cuentas públicas. Si las denuncias no son traducidas en su mayoría en querellas ante la AMP, entonces estamos ante un déficit manifiesto en los procesos para castigar a los funcionarios presuntamente corruptos; el buen trabajo de la ASF durante la fiscalización de cada cuenta pública, deja interrogantes sobre el proceso de sanción y de reincorporación o aclaración de recursos por parte de los servidores públicos encargados de la ejecución del gasto. Estamos ante la impunidad hecha gobierno. Sin embargo, al pareceré esta es una característica del capitalismo global.

La crisis mundial del 2007-2008 empobreció a millones de trabajadores, algunos de los cuales hasta perdieron su empleo; arrojó a la bancarrota a miles de empresas sólidas; sacudió las instituciones de países y regiones; sembró el pánico porque el propio capitalismo global entraba en crisis y presagiaba el fin del capitalismo; globalizó la protesta contra el sistema. Empero los grandes bancos que cargaron con la responsabilidad de la crisis financiera que ha azotado al mundo desde 2007 han salido no sólo inmunes sino impunes de la crisis y de todos los intentos de regulación. Los grandes banqueros se han burlado de las Instituciones de los Estados Nacionales, de los líderes políticos, de los entes reguladores, y de los ciudadanos indignados. Siguen recibiendo prebendas  billonarias y no les cuesta pagar al mismo tiempo multas porque éstas representan un mínimo porcentaje de sus utilidades y además el dinero les sobra. Hoy la inmensa mayoría somos más pobres de lo que deberíamos ser. Sin embargo, en la City de Londres o en Wall Street nada ha cambiado, todo sigue igual o mejor. Sigue allí la ronda de miles de millones. Al parecer el signo del capitalismo global es la impunidad.

En los últimos años con el avance del capitalismo global y la consiguiente pérdida de la Soberanía de los Estados-nación, las empresas transnacionales han logrado consolidar y ampliar su dominio sobre la vida en el planeta. Como ejemplo recordemos que desde finales del siglo XIX y principios del XX, compañías estadounidenses como General Electric, United Fruit, Ford y Kodak comienzan a extender sus negocios fuera de su país de origen. Son los momentos en que las grandes corporaciones inician a jugar un papel de extraordinaria relevancia en el concierto internacional. Y es que el avance de los procesos de globalización económica y la expansión a escala planetaria global de las políticas neoliberales han servido para construir un entramado político, económico, jurídico y cultural en el planeta del que las empresas transnacionales han resultado ser las principales beneficiarias. Y su poderío supranacional las lleva a la impunidad nacional.