Precios e ingresos altos con salarios bajos
Octavio Camelo Romero
25 de febrero de 2014
La fórmula de los empresarios mexicanos y sus representantes en el Estado Neoliberal Mexicano es muy simple: ingresos altos = precios altos con salarios bajos. De allí que las políticas públicas en el país sean la de provocar un incremento en los precios a partir del incremento en las tarifas de la luz y de los precios unitarios de las gasolinas y del gas. Con estas medidas quedan más que justificadas las alzas de los productos de consumo familiar toda vez que se incrementan los energéticos, los transportes, etc. Y a esta perversa acción hay que agregar la no menos antipopular medida de autorizar los incrementos salariales en un porcentaje inferior al porcentaje real de los incrementos de los precios de las mercancías consumidas por quienes tienen el privilegio de comprarlas. Recordemos que en el país más del 50% de los mexicanos están en pobreza alimentaria, esto es, no alcanzan a comprar los productos mínimos indispensables para seguir viviendo en condiciones de salud aceptable para este siglo. Por esta situación en México la desnutrición por un lado, y la obesidad por el otro se manifiestan en la mayoría de las familias y se acentúa en el sur y en el norte. Este binomio desnutrición-obesidad es propio de las sociedades donde el capitalismo mundial ha dominado las estructuras gubernativas y donde los políticos y funcionarios públicos sirven más la capital que a la población, dentro de la cual se encuentran los desempleados, los medio empleados, los empleados que en conjunto hacen la inmensa mayoría.
Aunque las autoridades tratan de maquillar los datos y los estragos de sus políticas públicas, no dejan de traslucirse los estragos de los gobiernos al servicio del capital. El incremento del gas y de la gasolina, artículos estratégicos para impulsar o paliar la inflación de precios, de un año a otro subió en más de un 30%, mientras el salario mínimo porcentualmente hablando descendió en el mismo periodo. Sin embargo, los ingresos y las ganancias de las grandes empresas subieron desorbitadamente.
Una manera de encubrir las alzas es compararlas mes a mes en el año respecto del año anterior. Por ejemplo se dice que los precios al consumidor atemperaron su alza en la primera quincena de febrero con una elevación del 0.12%, equivalente a la mitad del 0.24% registrado en el mismo periodo del 2013. Empero en el hogar ahora se paga 400 pesos por un cilindro de gas de 30 kilos mientras en 2013 se pagaban 300 pesos. Lo mismo sucede con la gasolina, con la carne, con el huevo, con las tortillas, etc. Y así tienen el descaro de decirnos que en su trayectoria de los últimos 12 meses la inflación alcanzó un incremento anual de 4.2%.
Por otra parte el cierre de los pequeños negocios absorbedores de mucha mano de obra nos evidencian la enorme cantidad de desocupados y de desesperados por conseguir alimentos para sus respectivas familias. Y ahora con la nueva ley fiscal, más se ha acentuado el retiro de estos artesanos de las actividades económicas informales y formales, porque hay una persecución hacia la economía informal, seguramente para compensar los ingresos que el Estado dejará de percibir con la venta de PEMEX. Por ello parece inconsecuente que se diga que la desocupación nacional haya afectado a tan solo el 5% de la población económicamente activa.
En fin, lo importante para la economía capitalista mexicana es que sus grandes empresas obtengan mayores ingresos y ganancias. En ese renglón si se cumplen las expectativas y los indicadores muestran lo acertado de las políticas públicas. La muestra la pone el Grupo Aeroportuario Centro Norte quien informó que cerró el año 2013 con un crecimiento de 5.5% en el tráfico de pasajeros, y de 8.7% en la suma de ingresos aeronáuticos y no aeronáuticos. Los ingresos aeronáuticos fueron 2 mil 269 millones de pesos, mayores en 6.5% respecto a 2012 como resultado del aumento en el volumen de pasajeros y los ajustes a las tarifas de servicios.
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