Tepic, Nayarit, jueves 21 de noviembre de 2024

La demagogia del hambre

Octavio Camelo Romero

22 de enero de 2014

Seguramente al presidente Peña Nieto no lo están informando de la situación real de los mexicanos. No son 4 sino más de 50 millones de habitantes del país que “padecen escasez alimentaria”. Los 7 millones de pobladores de los 400 municipios más pobres de México estaban en catalogados en el renglón de “pobreza extrema”. Pero demos por cierta la cifra presidencial de que “3 millones de mexicanos dejaron de padecer escasez alimentaria”. Si esto es así, entonces menos del 3% de los habitantes del país fueron beneficiados con estos “programas asistenciales”. Por lo tanto en los 6 años del gobierno de Enrique Peña Nieto con este sistema se tendrían menos del 18% de los nacionales sin escasez de alimentos. Empero la tasa de la pobreza alimentaria crece en más del 5% anual, por lo cual el monto de “pobreza alimentaria” subiría en términos absolutos y relativos. Esto sin tomar en consideración el incremento en el gasto provocado por el crecimiento de los “programas asistenciales”. No es por allí el camino señor presidente. Esos 346 mil millones de pesos que va a destinar a las dependencias que participan en la Cruzada Nacional contra el Hambre y que correspondería en promedio a poco menos de 100 mil pesos para cada uno de los restantes 4 millones de nativos en pobreza extrema, mejor habrá que prestárselos para la realización de actividades productivas.

Es ampliamente conocido el fenómeno contradictorio del capitalismo el cual genera por un lado una enorme riqueza y por el otro, una inmensa masa de pobreza. Los capitalistas no deciden estas cuestiones. La riqueza en pocas manos y la pobreza en la mayoría de la población es un fenómeno objetivo, es un fenómeno inherente a la naturaleza del capital y por tanto, es un fenómeno social al margen de la voluntad de los capitalistas, de los obreros y de los gobernantes. Esto es así porque los capitales para seguir transformándose como capital deben seguir acrecentando su riqueza, deben acumular su plusvalía, esto es, deben invertir sus ganancias como capital. Y conforme se presenta la competencia deben desarrollar su capacidad productiva, es decir, utilizar tecnología y métodos productivos ahorradores de mano de obra. Esto desde luego se traduce en un detrimento del ingreso de las familias de los asalariados.

Esta situación se agudiza cuando en la esfera gubernamental los servidores del capital en lugar de equilibrar los intereses entre los trabajadores y los capitalistas, hacen las cosas y crean políticas públicas favorecedoras a la acumulación capitalista y aceleran la concentración de capitales. Tal es el caso del cuadro que nos muestra México.

El Gobierno de la República desde el periodo gubernamental de Miguel de la Madrid hasta el actual ha implementado políticas públicas de reducción del salario real de los trabajadores. Por un lado incrementa los precios de alimentos como consecuencia de la política inflacionaria generada por los aumentos de la gasolina, del gas, etc. Se tiene que la canasta básica rebasa en promedio el 10% anual de su costo en tanto que el incremento de los salarios no llega en promedio al 4% anual. Y por si fuera poco, con la reforma fiscal se gravarán todos los ingresos de los asalariados y será la Secretaría de Hacienda la que llevará el control de percepciones de todos los mexicanos para asegurar la reposición de lo que antes le dejaba PEMEX.

Acabar con el hambre y la pobreza de los mexicanos se logra únicamente por dos vías. Una vía es la  radical de acabar con el capitalismo y construir una sociedad comunista. Empero los sepultureros del capitalismo, la clase trabajadora ha sustituido su conciencia clasista por la conciencia reformista, pequeño burguesa. Y los supuestos partidos de izquierda andan muy ocupados ayudándole al Presidente Enrique Peña Nieto a resolver las contradicciones sociales generadas por el capitalismo mexicano. Los otros partidos restantes están convenciendo al demócrata burgués para que no los abandone.

La otra vía es la que está siguiendo China. Crear una sociedad medianamente acomodada con cargo a las plusvalías generadas por los trabajadores del mundo, entre los cuales se encuentran los latinoamericanos.

La cruzada contra el hambre no resolverá ni la miseria extrema ni la pobreza de la mitad de los mexicanos. Sin embargo, con todo lo que esto significa, es adecuado por lo menos proporcionar alimento a estas familias en pobreza extrema y paralelamente apoyar la creación de micros y pequeñas empresas.

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