Tepic, Nayarit, jueves 21 de noviembre de 2024

Mandela, gigante de la libertad

Francisco Cruz Angulo

10 de diciembre de 2013

La muerte de Nelson Mandela consternó a todos los países del mundo democrático. Con su deceso concluye un ciclo de los grandes líderes mundiales del siglo XX que lucharon por los Derechos Humanos, la libertad y la justicia. En este siglo no se vislumbra líderes universales de esa gran trascendencia humana.

Este gran líder carismático después de padecer 27 largos años en la prisión-isla de Robben islanden Sudáfrica sufriendo la crueldad y la humillación de sus carceleros al  recuperar su libertad en 1990, ya en el poder presidencial, logró la reconciliación de su país en donde negros y blancos fraternizaron en un lazo de amor por su nación.

Nelson Mandela demostró aquella vieja sentencia marxista: La libertad del uno conlleva la libertad del otro; es decir, el opresor jamás podrá alcanzar su liberación sin la liberación del oprimido.

Mandela no eligió el camino de la revolución para lograr este objetivo. Optó por una vía más simple pero más humana: el perdón como acto de amor y humildad en donde no cabe el rencor, el revanchismo ni el aniquilamiento de quienes lo oprimieron.

Mandela es grande y universal porque ejerció el poder político con humildad y el servicio de la libertad, el respeto  a los Derechos Humanos y el amor al prójimo.

Mandela será inmortal como los grandes hombres del siglo XX: Gandhi, Churchill, John F. Kennedy, Lenin, Mao Tse-Tun, el  Papa Juan Pablo II y Lázaro Cárdenas. Cada uno en sus circunstancias históricas en las que vivió.

A PROPÓSITO DE LA REFORMA POLÍTICA

Volviendo a los asuntos mundanos de nuestra clase política la reciente aprobada reforma política-electoral por el Congreso de la Unión buena parte de esas son positivas, pero otras abrevaron en la subjetividad de las dirigencias partidistas, esto es, de sus fobias e intereses personales o de grupos.

Las consideradas reformas políticas de gran calado destacan sin lugar a dudas la autonomía de la Procuraduría General de la República respecto al Jefe del Poder Ejecutivo federal. Ya no era sostenible que esa institución de procurar justicia fuera juez y parte.

Su lugar lo ocupará una Fiscalía General de la Nación y dos Fiscales, uno en materia electoral y el otro en contra de la corrupción. Con esta reforma constitucional los ministerios públicos serán auténticos representantes del pueblo.

La segunda buena nueva será la reelección de alcaldes, diputados federales y Senadores.

De acuerdo a la nueva reforma los presidentes municipales podrán reelegirse por un periodo más de tres años. Si un buen gobernante municipal hace una buena gestión al someterse al escrutinio de sus electores tendrá asegurada  su reelección. Sería como un reconocimiento a su gestión administrativa.

De igual manera los diputados federales podrán auto reelegirse hasta tres periodos más, o sea, 12 años; mientras los senadores solo podrán reelegirse una sola vez. Entrará en vigor esta disposición para los diputados federales hasta el 2018 y a los senadores hasta el 2024. Respecto a los presidentes municipales la entrada en vigor de esta disposición reelectiva será determinada por los Congresos Estatales.

El problema que vislumbramos de esta nueva reforma es el candado que añadieron los partidos políticos; a saber, la reelección de cualquiera de estos servidores públicos primero debe ser avalada por el partido en el que milita. Entonces no dejan a que sean los ciudadanos los que determinen darle o no su voto de confianza a sus aspiraciones reeleccionista.

Otro tema positivo de la reforma política-electoral son los gobiernos de coalición para hacer mayoría calificada en el Congreso de la Unión, siempre y cuando así lo decida el Jefe del Poder Ejecutivo Federal.

Esta nueva figura es buena toda vez que hasta hoy ningún partido político tiene mayoría calificada en ninguna de las cámaras. Aunque de hecho se dan alianzas de dos o tres bancadas partidistas para sacar adelante algunas reformas o leyes, por ejemplo las que se hicieron durante este año a partir del “Pacto por México” entre el PRI, PAN y PRD. Estas alianzas no son estables y están condicionadas por el pragmatismo de la coyuntura política o cálculos electorales con un alto costo para el erario público pues el partido gobernante tiene que ceder espacios de poder o dadivas económicas a sus aliados.

Con las nuevas reglas el partido que llegue al poder presidencial desde el inicio de su gestión podrá negociar una agenda común de gobierno durante los seis años y no estar sujeto a los vaivenes coyunturales de sus aliados en el gobierno.

En otra columna veremos el lado controvertido de la reforma que según algunos especialistas en  materia electoral será la discrecionalidad la que predominará en los procesos electorales.

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