Tepic, Nayarit, sábado 23 de noviembre de 2024

Mandela

Miguel González Ibarra

07 de diciembre de 2013

Pasó, como alguien atinadamente lo dijo, al mundo de la eternidad. El universo transitará por los siglos de los siglos llevando la pureza de su ejemplo y la diáfana imagen de un hombre grande, sin duda, un gigante de la historia. Hasta los enemigos de la humanidad le rinden honores, aquellos que antes fueron sus acérrimos adversarios. Obama, el representante actual del imperio, elevó su figura al nivel de uno de los paradigmas no sólo de África sino de la historia del mundo.

Mandela, Nelson Mandela, se va físicamente. Nos queda su inmenso legado. 95 años, casi un siglo, es toda una historia. Pero, qué historia. Insólita, inaudita, en verdad, una historia increíble, fuera de serie. Es la historia de su país, Sudáfrica, pero, es, también, la historia de todo un continente, el continente africano, el cual, sería un craso error desvincularlo del acontecer en las otras cuatro partes que forman el globo terráqueo: Europa, Asia, América y Oceanía.

Deja un país y un continente en marcha. Sudáfrica, hoy en día, es una nación multirracial, después que, a lo largo de varios siglos, las mayorías negras vivieron en la segregación y en la explotación más cruda, siendo, sin exageraciones, una forma cruel del régimen de la esclavitud, al que se le llamó el régimen del Apartheid.

Se convirtió en el líder de las grandes masas sudafricanas y africanas y en símbolo de resistencia mundial. Veintisiete años de prisión no fueron obstáculo para dirigir la lucha de la raza negra estando encerrado en una inhóspita celda. Desde allí conducía, haciendo temblar a los poderosos.

Su excarcelación fue demanda mundial, hasta lograr que el máximo órgano planetario, Naciones Unidas, exigiera su libertad, lo que produjo se le extendiera el título de Premio Nobel de la Paz, para, luego, alcanzar la investidura de Presidente de su país, después de arrasar en un proceso electoral, logrando más del sesenta por ciento de los sufragios a su favor.

Mandela, jefe de Estado, puso a Sudáfrica en lo más alto. Integró a todos, a negros y blancos. Conformó un gabinete impresionantemente plural, estando representadas todas las expresiones políticas de la república. Tal decisión, llamó la atención del mundo. Para llegar hasta allí, durante décadas trazó una estrategia donde los principios eran la columna vertebral de su ideario, pero, sin caer en extremos dogmáticos, menos en posiciones de sectarismo, para lo cual, combinó la lucha política, la movilización permanente y constante de las grandes masas, la negociación con el Estado promovente del oprobioso sistema del Apartheid, sin haber renunciado nunca a la batalla por medio del uso de las armas.

Mandela, la leyenda, seguirá. Siempre será recordado. Y no sólo eso, será de por vida un ejemplo.

Nos deja su obra, su moral. Se nos va físicamente uno de los grandes estrategas del mundo, pero, quedan muy firmes y frescas, sus enseñanzas, su pureza, su ética, la teoría y práctica de su visión, para ser aplicada y operada, sin extremismos, en cualquier parte de la tierra.

Blog del autor: http://miguelgonzalezibarra.wordpress.com/

Twitter: @MGonzalezIbarra

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