Daños del neoliberalismo a la niñez mexicana
Octavio Camelo Romero
07 de diciembre de 2013
Tiempo atrás reflexionábamos sobre el fenómeno social de la educación y a la vez, sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje. Asumimos la opinión de que aprender es un proceso donde se adquiere información, misma que se almacena para posteriormente usarla en la satisfacción de alguna necesidad. El aprendizaje incuestionablemente es un producto de la interacción de tres grandes esferas: la esfera social, la esfera psicológica y la esfera biológica dentro de la cual se dan una serie de procesos químicos y eléctricos. Aquí la posibilidad de aprender está dada por el grado de maduración biológica y el entramado o cableado de las estructuras neuronales del cerebro, que toda la vida son modificadas y cambiadas por el mismo aprendizaje. El cerebro pasa por grandes transformaciones durante el ciclo vital del humano. De manera especial en las etapas de prenatal, primera infancia y adolescencia su crecimiento y desarrollo son el resultado directo de la interacción dialéctica de tres esferas antes mencionadas: la social, la biológica y la psicológica. Por ello el entorno social donde vive y se educa al niño o adolescente impactan de manera importante tanto en el desarrollo neuronal como en el desarrollo de su personalidad. De allí que las relaciones sociales sean el eje central del desarrollo infantil, tanto de su esfera neurológica como de su campo psicológico. Los niños, niñas y adolescentes aprenden de los adultos habilidades, destrezas y desarrollan sus capacidades y emociones. También aprenden conductas sociales, comportamientos, adquieren conocimientos y formas de razonar, en fin, aprehenden la experiencia histórico-cultural del momento que ha sido heredada por las generaciones anteriores y que la generación actual les transmite. Por ello las relaciones directas niño-adulto o niño-educador son vitales para el desarrollo de todas las potencialidades, para la integración sensorial, la coordinación sensorio-motora, el desarrollo emocional, los procesos de atención y de autorregulación, etc. De allí que algunos consideren la existencia de un cerebro y una conciencia sociales como cerebro y conciencia externa de los niños, niñas y adolescentes.
Los neurocientíficos dicen que el cerebro de los adultos es tan maleable como el de los niños. Esto significa que la práctica de ciertas habilidades puede modificar en los adultos el cableado del cerebro provocando nuevas conexiones sinápticas o que se refuercen las existentes. La plasticidad, que es la capacidad del sistema nervioso para reestructurarse conforme las circunstancias cambiantes, ocurre cada vez que aprendemos algo. Por lo que el cerebro de los adultos tiene la enorme capacidad para el cambio y para el aprendizaje, pero no hay que olvidar que en términos sinápticos lo que no se usa se pierde. Sin embargo al analizar las situaciones dentro de las cuales se desarrollan los niños, las niñas y los adolescentes mexicanos, surgen severas advertencias del futuro de la Patria.
Recordando las cifras oficiales, en 2009 había en el país 30.9 millones de niños y niñas menores de 15 años los cuales representaban el 28.7% del total de la población, poco menos de la tercera parte de los habitantes. En 2010 se contabilizan 39.2 millones de niños, niñas y adolescentes que representan el 35% de los mexicanos. De aquí se concluye que 1 de cada 3 mexicanos es menor a los 18 años. La población total de México es de 114.5 millones de habitantes. De ellos 3.6 millones de niños entre 5 y 17 años trabajan, de los cuales 1 millón 100 son menores de 14 años y cerca del 30% laboran en el campo. Lo peor del asunto es que la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena dijo que la mitad de los niños y adolescentes en México viven en situación de pobreza.
Por otra parte se supo de la existencia de una línea mínima de bienestar. Empero 60.6 millones de connacionales está por debajo de esa línea. Se corrobora desafortunadamente lo que hemos estado denunciando en este espacio de que más de la mitad de los pobladores del país viven en situación de pobreza alimentaria. Entendemos que tal situación es resultado del desarrollo del capitalismo mundial y de las políticas neoliberales implementadas por los últimos gobiernos mexicanos. Los apologistas del capitalismo atribuyen la pobreza a la falta de inversión privada generadora directa, según ellos, del crecimiento económico del país. Sin embargo, como ya se ha puesto de manifiesto, los grandes capitales en México obtuvieron grandes ganancias, parte de las cuales enviaron a los países donde radican las matrices, como fue el caso entre otros, de los bancos.
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