Tepic, Nayarit, jueves 13 de marzo de 2025

Huellas que siguen haciendo camino

Carlos Rodríguez

13 de Marzo de 2025

-SEGUNDA PARTE-

93 ANIVERSARIO DEL NATALICIO DE ALEJANDRO GASCÓN MERCADO

Una considerable cantidad del salario que recibía como Diputado

Federal de la LI legislativa del Congreso de la Unión, lo entregaba a

las finanzas de su partido político, en ese tiempo, el Partido Del

Pueblo Mexicano, institución política que él había fundado con un

grupo de mexicanos de diferentes partes del país, evento efectuado

después de haber sido expulsado por la dirigencia entreguista y

mezquina del Partido Popular Socialista, como consecuencia del

escandaloso fraude del año de 1975, cuando fue candidato triunfante

a la Gubernatura Constitucional del Estado de Nayarit, enarbolando

las banderas solferinas del Partido Popular Socialista.

Desde joven, se le reconoció, una sólida y amplia formación

ideológica, que comprendía la Historia General de nuestro país, el

conocimiento de la situación internacional incluyendo los movimientos

políticos y sociales que se sucedían en América Latina, y en el acervo

científico del Marxismo-Leninismo. Alejandro manifestaba que el haber

sido colaborador cercano del Maestro Vicente Lombardo Toledano, le

permitió acrecentar su formación política, social y cultural. Alejandro

consideraba al Maestro Lombardo como uno de los pensadores

mexicanos más extraordinarios de los últimos tiempos.

Cada que las circunstancias lo permitían, se consentía permaneciendo

en cama, leyendo los diarios La Jornada, El universal o Excélsior, así como 

revistas de temas políticos, o libros que le interesaban o que le

sugerían sus amigos o militantes de su partido.

Cuando había problemas fuertes de dinero Alejandro los resolvía con

sus familiares o amigos y compañeros de partido, como Salvador

Castañeda O Connor, Álvaro Ramírez Ladewing, la Maestra Chela

Romo, el Lic. Fernando Peraza Medina, con sus hermanos Julián y

José, entre otros. Alejandro decía que él era una persona

inmensamente rica porque a lo largo del país contaba con hogares

donde era recibido con afecto, cariño y en la mayoría de ellos, le

ofrecían la comida y bebidas que eran de su preferencia y hasta la

música. Sus hermanas y hermanos eran muy solidarios con Alejandro:

La Maestra Elia trabajaba en la Ciudad de México, vivía en un

modesto departamento de interés social a la que de vez en vez la

visitaba. La señora Raquel vivía en Tepic, era propietaria de una

refaccionaria, todo lo relacionado con el mantenimiento y arreglo del

vehículo ella lo resolvía. Para cubrir los gastos de los eventos fuertes

del partido, Alejandro siempre era apoyado por sus hermanos.

En aproximadamente cinco años que conviví con Alejandro, no le

conocí una sola cuenta en el banco, ni propiedades importantes, ni

inversiones aquí o en el extranjero, no manejaba tarjetas de crédito,

todo lo que él tenía lo utilizaba en las actividades partidarias, por eso

quienes lo criticaban por enriquecimiento, definitivamente no

conocieron la esencia y la verticalidad de Alejandro.

Alejandro era muy inteligente, brillante para el análisis político.

Cuando escribía para el periódico El Universal, su artículo me lo

dictaba sin interrupciones, como decimos por acá de un jalón, le

gustaba mucho leer, no era muy afecto a la poesía, le apasionaba

interactuar profundamente en lo ideológico con quienes consideraba

sus leales compañeros del Partido. Era muy amoroso en lo particular y

en lo general. Nunca perdió el rumbo ideológico, jamás lo

deslumbraron ni lo suntuoso ni el dinero. Siempre optimista confiado en que 

más temprano que tarde construirían el Régimen Socialista. Le

encantaba comer Sandía, no era afecto a ver programas en la

televisión, prefería las películas mexicanas especialmente con temas

de la vida campirana.

Para Alejandro una de sus máximas aspiraciones era entrevistarse

con el comandante Fidel Castro, y conversar con él largamente de

sucesos mundiales, donde se incluyera el papel internacionalista y

solidario que la extinta Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas

(URSS), brindó a muchos países llamados en vías de desarrollo, de

todos los continentes. Lamentablemente fue una idea que nunca se

pudo concretar, a pesar de las buenas relaciones existentes y de las

invitaciones que recibió Alejandro del gobierno cubano, y del Partido

Comunista para asistir a diversos eventos efectuados en la isla

caribeña.

Alejandro mantenía excelentes relaciones con la Embajada de Cuba

en México, destacando la que se establecía con el agregado político,

porque eso permitía que la hermandad con el Partido Comunista

Cubano se conservara en los primeros planos, en la cúspide de las

relaciones. Producto de ese interactuar y la confianza existente, los

cubanos ponían en sus manos asuntos delicados y muy particulares.

En una ocasión le solicitaron apoyo para una cuestión relacionada

con la Madre de los hermanos Coco e Inti Peredo, la señora en ese

tiempo se encontraba de paso en la ciudad de México. Los hermanos

Peredo fueron combatientes bolivianos que se incorporaron al

movimiento guerrilleo dirigido por el Che Guevara en las montañas de

Bolivia.

Alejandro era muy pulcro en su aseo personal y en el vestir, en esa

época casi siempre se le veía de pantalón color maíz, ropa que le

confeccionaba su estimado compañero El Maestro Bernal y Guayaberas color 

Blanco. Otro lugar donde le surtían de ropa era en el poblado de Luis Moya, 

Zacatecas, allí funcionaba una fábrica cooperativa especializada en el diseño 

de pantalones con más de cien mujeres trabajando de forma redituable y 

exitosa, esa planta les trabajaba a empresas de Guadalajara y la dirigía con 

bastante profesionalismo el Contador Mario Hernández Téllez, militante

Gasconcista. Este centro fabril había sido rescatado de la gran cantidad de 

centros de producción que pertenecieron al Fondo Nacional de Fomento Ejidal.

Cuando Alejandro realizaba el trabajo político, poco le importaba el

hambre o el cansancio, era un hombre “todo terreno”, estaba

acostumbrado a sostener largas jornadas de trabajo, ya fueran de

organización, de debate ideológico o de análisis de las situaciones

mundiales y nacional, casi siempre escuchaba a todos los

participantes y se reservaba hasta el último sus intervenciones, para

externar sus opiniones, o establecer los compromisos a cumplir, es

decir, las tareas que como militantes del partido se tenían que

cumplir.

No era exigente para la comida, porque presumía que yo le preparaba

exquisitos platillos; la verdad es que era muy afecto a elogiar a las

personas, más si eran cercanas a él; por lo regular le agradaban

todos los alimentos, no tenía ninguna restricción, preferentemente si

había oportunidad comía sandía a cualquier hora del día o la noche,

mariscos y cocos. En especial si estos últimos eran de una palmera

ubicada en el predio de una propiedad de la mamá del Lic. José

Manuel Páez Estrada, en el poblado de Miramar, Nayarit, donde gozaba

de la fina hospitalidad y del descanso arriba de una hamaca.

Alejandro era una persona sumamente alegre, por lo general nunca se

quejaba de sus males de salud ni de la vida, en cinco años no

escuche que dijera la palabra diabetes, enfermedad que ya padecía.

Le gustaba bailar, aunque no se distinguía por ser un bailarín consumado, era 

aventado con las mujeres, por lo general todas aceptaban bailar y tenía buen 

ritmo para el chachachá. Alejandro era asiduo conversador de sus vivencias y 

experiencias, nos contaba que terminando un mitin en uno de tantos poblados 

del estado nayarita, una mujer alta y morena se acercó a saludarlo y cual va 

siendo su sorpresa, nos dijo, que la mujer le dio una fuerte mordida en sus

labios, como consecuencia tuvo que durar varios días consumiendo

los alimentos con dificultad.

CONTINUARÁ

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