Y tú que te creías…
Por Chisgarabís
03 de Marzo de 2025
SIN RESPETO AL ESTADO LAICO
En fecha reciente comentaba entre amigos la anécdota ocurrida los primeros meses del gobierno de Celso Humberto Delgado Ramírez, por allá en 1988, cuando el mandatario estatal ofreció una rueda de prensa en su despacho de Palacio de Gobierno.
Alguien del grupo de periodistas le preguntó al respetable nayarita si profesaba la religión católica. Entre la gente del pueblo se escuchaba decir en ese entonces que Celso pertenecía a otra religión; es aleluya, es hermano, se decía coloquialmente.
“Yo aspiro a ser como Juárez”, contundente respondió, pero a la vez al reportero invitó a su casa el 19 de septiembre de 1993 (fecha del término de su mandato) para que recibiera una respuesta más detallada.
Al final de la rueda de prensa, en lo cortito dijo al reportero preguntón que no era conveniente para el Estado, como institución, que el gobernador se declarara católico porque sería tanto como admitir esa religión como oficial, cuando la Constitución General de la República establece el gobierno laico.
Viene a cuento porque hace tiempo que la disposición Constitucional no es respetada por los gobernantes, mucho menos por la clase política, que no esconden su creencia religiosa. La gritan a los cuatro vientos.
PERIODISTAS EN ESTADO DE INDEFENSIÓN
En entrevista a la autora del libro “Libertad de expresión. Revisión metodológica de las agresiones a periodistas en México”, Perla Gómez Gallardo, quien argumenta que los periodistas mexicanos no sólo están expuestos a desapariciones, asesinatos y amenazas. También afirma que las leyes suelen ser utilizadas de manera abusiva para demandarlos, en tanto que la restricción de publicidad gubernamental se usa como “mecanismo de castigo a los medios críticos”.
La investigadora considera que la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Cometidos contra Periodistas (Feadp), dependiente de la Procuraduría General de la República, no cuenta con facultades, recurso ni personal para cumplir con su función. Y cuando se hace la investigación no se agota la línea de atentado a la libertad de expresión, no se investiga qué publicaba (el periodista), qué había publicado, qué iba a publicar, a qué intereses estaba afectando.
Siempre meten la pista falsa: un crimen pasional, un accidente o que la víctima sólo pasaba por ahí. En el marco de la guerra contra el narcotráfico continuada por el gobierno federal, añade que las autoridades atribuyen los crímenes contra periodistas al crimen organizado, sin esclarecer los hechos. Se olvidan de que cuando un periodista deja de publicar por una agresión, no sólo se violan sus derechos, sino que todos perdemos el derecho al conocimiento que nos iba a transmitir.
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