Tepic, Nayarit, martes 03 de diciembre de 2024

Autorizado ejemplo de director de escena

Oscar González Bonilla

04 de Noviembre de 2024

Predestinado para cultivar con pasión las artes escénicas, Octavio Campa Hernández desde el vientre materno participó en la obra de teatro “Cristeros del 70” donde su madre, Martha Hernández Drewien, representaba a una mujer obesa, y resultó innecesario transformar aquella esbelta jovencita, ya que se hallaba embarazada.

Desde entonces ha cosechado aplausos. Difícil es en Nayarit concebir el arte de la palabra sin la presencia de Octavio Campa Hernández, quien a poco más de 40 años de edad ya abrió brecha para definir personalidad propia en el ejercicio directoral con libertad creativa.

Centremos la atención ahora en el grupo teatral “Júbilo, Colectivo Escénico”. Aunque fue idea suya con la intención de ofrecer espacio actoral a su madre, jubilada universitaria, Campa Hernández no se adjudica la paternidad de la propuesta, más bien apunta que en colectivo se armó el juicio. La aquiescencia de Luis Manuel Hernández Escobedo, dirigente del SETUAN, dio pie para entablar una negociación no escrita con el Centro de Seguridad Social del IMSS y la Secretaría de Cultura del Gobierno de Nayarit.

Octavio Campa Hernández afirma que gracias a la participación de estas tres entidades se trabaja en el proyecto de “Júbilo, Colectivo Escénico”. De esta manera admite que es colectivo, en toda la extensión de la palabra: desde la generación de la idea, las personas involucradas y las instituciones que de alguna manera apoyan, “si bien estas últimas no con el sentido directo de recursos para subsidiar a la compañía, sí para contar con una serie de cosas, incluyéndome a mí como maestro”.

Dentro del movimiento teatral de Nayarit, Campa Hernández considera que “Júbilo, Colectivo Escénico” representa arriesgar por permanecer en el quehacer del arte escénico por parte de quienes de alguna manera en el pasado se dedicaron al teatro. Luego reflexiona que “básicamente en Nayarit, todos, de alguna forma, somos amateur partiendo del significado de la palabra amante del teatro. Es complicado en nuestra entidad que algún grupo viva específicamente de sus funciones teatrales, me atrevería a decir que ninguno. Tienen que apostarle a becas, subsidios, o bien, a trabajos de medio tiempo, buscar comisionarse para poder hacer teatro”.

“En nuestro caso el reto es mayor, abunda, porque si bien hemos incorporado personas que hicieron teatro en el pasado, de ellos unos con prolongado rato sin hacerlo, y otros que jamás habían hecho teatro, por tanto, el reto fue conjuntar los dos universos, empatar ideas y puntos de vista sobre el rumbo del trabajo. En el contexto teatral de Nayarit, “Júbilo, Colectivo Escénico” abona un granito de arena al trabajo que en la materia se realiza. No es siquiera el primer grupo de adultos mayores, existen en el INAPAM, Seguro Social y otras instancias. Sin embargo, es el primer grupo que se establece con la intención de un taller de formación con el propósito de lograr una compañía sólida y estable”.

“Absolutamente todo”, responde con habilidad cuando se le pregunta ¿qué ha ofrecido el teatro a tu vida? Incluso el teatro me gestó la vida, pues la unión de mis padres es resultado de un encuentro inicial que ambos tienen en el Centro Cultural “Ixcuintla”, donde fundamentalmente se hace teatro entre otras muchas expresiones artísticas. Hay una fotografía de mi madre embarazada en plena actuación, allá en 1970, y el producto en el vientre de la actriz era tu servidor. Por eso digo que para mí el teatro ha sido un proceso de gestación. Si bien un proceso con el cual no me he podido ganar la vida, que es una condición mayor de quienes se dedican a cualquier arte, sí me ha permitido, en el sentido profesional, estar cerca de instituciones donde puedo dar clases y otro tipo de cuestiones”.

Octavio Campa Hernández cree que le debe mayor tiempo y dedicación al teatro, muy a pesar que es un autorizado ejemplo. “No se los he podido dar porque cumplo además con labores de sustento de la familia, por ello realizo otras actividades, como burócrata, como profesor y otras. Me gustaría dedicarme al teatro en toda la extensión de la palabra. Debo decir que el teatro se ha significado en mi vida, independientemente que hay muchas escenas, muchos actos y muchas otras cosas en mi vida, el teatro forma parte de una de las más importantes”.

Aunque cupo la satisfacción de darle cima, dirigir no es materia en que se ha especializado, admite Campa Hernández, para enseguida reseñar que desde muy joven hizo teatro en grupos específicos de la localidad, y considera que educación teatral formal la obtuvo de Jorge Ramírez Torres. Pero además explica que al salir de la secundaria ingresó a la Escuela Estatal de Bellas Artes para cursar la carrera técnica en Enseñanza Teatral, de reciente creación en aquel tiempo. Luego pasó por la Normal Superior de Nayarit para obtener la licenciatura en Educación Artística en el área de Teatro. El citado centro educativo expulsó tan sólo algunas generaciones.

Prosigue: “He tenido la fortuna de participar en talleres que han impartido importantes maestros, o cursos muy breves, el más largo de un mes, pero no propiamente me he especializado en dirección. No obstante iniciar actuación en provincia…… barriendo, limpiando y armando muchas otras cosas, de todo lo experimentado en el teatro me llama mucho la atención dirigir, pero además escribir, he escrito algunas cosas de teatro, pero todos mis amigos dramaturgos me han dicho que no es mi camino, por tanto, dirigir me llama demasiado la atención, más que cualquier otra cosa en el teatro”.

Octavio Campa Hernández es el director de la puesta en escena de Farsa y Justicia del Señor Gobernador que ya rebasa las 110 representaciones y que es su propia adaptación de la original de Alejandro Casona, intervienen como actores su madre Martha Hernández Drewien y su padre Octavio Campa Bonilla. Entonces, se le pregunta: ¿Qué grado de dificultad representó para ti dirigir a tus padres que poseen enorme carga actoral?

“De inicio fue muy difícil porque me forjé una serie de barreras mentales que me hicieron prejuzgar una condición muy complicada, pero fueron superadas cuando por parte de ellos hubo un trabajo muy profesional hacia mí, pero además mucho respeto todo el tiempo a la figura del director. Esa dinámica dio como resultado que ambos entregaron total disciplina, y aunque con capacidades teatrales diferentes, ambos con talento y bastante experiencia. Fueron mis maestros, pero esta vez para mí fue un aliciente que ellos decidieran seguir aprendiendo cosas nuevas y sin remilgo permitirme ser el guía. Trabajar con ellos ha sido una muy buena experiencia, incluso la repetiría”.

Del libro Júbilo tras el telón

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