Tepic, Nayarit, jueves 21 de noviembre de 2024

El comandante Ernesto Che Guevara y su aporte a la liberación de la humanidad

Miguel González Ibarra

08 de octubre de 2013

Conferencia sustentada el sábado 9 de Octubre de 1999 en la Plaza Principal de Tepic, Nayarit, México

(Primera parte)

AMIGOS Y COMPAÑEROS;

NAYARITAS:

Hace 32 años, cayó fusil en mano, en “La Quebrada de El Yuro”, allá en el corazón de América del Sur, en las montañas de Bolivia, el Comandante Ernesto Che Guevara.

Desde entonces, cada 9 de Octubre, señalada la efemérides “Día del Guerrillero Heroíco”, se conmemora como una de las fechas más significativas y más sobresalientes, en el camino que la humanidad recorre rumbo a su liberación definitiva.

Argentino-cubano-boliviano; americano-universal. Luchó, se esforzó, trabajó, vivió y murió por la causa más grande del hombre de nuestro tiempo.

El Che luchó, se esforzó, trabajó, vivió y entregó su vida por la causa de los trabajadores del mundo; por la instauración y construcción del socialismo, primero, y el comunismo después, en todos los confines de la tierra, ésta, la sociedad superior que eleva el espíritu humano.

Su figura no se reduce al concepto peyorativo del guerrillero vulgar, o del golpista contumaz; o del político aventurero y provocador; o del conspirador a ultranza; mucho menos a la del jovenzuelo portando boina con la estrella; o a la estampa del muchacho vestido de uniforme militar, portando ropas andrajosas; tampoco tiene que ver con la de ese producto de la mercadotecnia tal cual lo promueven ahora los norteamericanos y no pocos representantes del neoliberalismo.

No. El Che fue otra cosa. Fue un conductor político de talla y estatura gigantesca. Político revolucionario de tiempo completo. No de medio tiempo. Ni del tiempo que le sobrara o le quedara libre. ¡De tiempo completo! Echó siempre el pellejo por delante, teniéndolo descontado. Sólo le importó el pueblo, ofreciendo su vida en cada momento, desde que tomó una motocicleta para recorrer el continente, siendo un joven, hasta cuando, a los 39 años, lo alcanzaron las balas mercenarias y yanquis, segándole su talentosa, fructífera e intensísima vida.

Siendo un brillante y singular teórico, está colocado como uno de esos intelectuales, similar al Cura Hidalgo, que sabiamente entrelazaron la teoría con la práctica, interpretando con pulcritud, acuciosidad y heroísmo el devenir histórico.

Cuadro militar y sublime guerrillero internacionalista, supo ser también, un destacado estadista, brillando con su talento y creatividad, al frente de diversas responsabilidades en el gobierno, así como en tribunas internacionales, entre ellas, la de la Organización de Naciones Unidas.

Junto a Marx, Engels, Lenin, Ho Chi Minh y Fidel Castro, el Che Guevara, es una de las grandes figuras de la historia universal.

Aquel 9 de Octubre de 1967, los pueblos del mundo, con el asesinato del Che, tuvimos ciertamente una derrota política, pero aquella sangre es semilla que germinó y hoy rinde productos no sólo en los países en vías de desarrollo, sino también, en los países altamente desarrollados.

El Che es símbolo de lucha y liberación también en los Estados Unidos, en Japón, en Alemania, en Inglaterra.

El Che es ejemplo de las masas oprimidas en todos los continentes de la tierra: en Asia, en Europa, en África, en América.

El Che es símbolo y ejemplo.

Muchos monumentos se alzan en su memoria por el mundo. Calles, auditorios, asentamientos, llevan su nombre.

Entre paréntesis, Zedillo, Barnés, Salinas, los neoliberales y el oficialismo le llaman “Justo Sierra”, pero los estudiantes y el pueblo de México, lo conocen y lo llaman como el auditorio “Ernesto Che Guevara”, de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

Más hoy, en el momento que los valientes muchachos portando con orgullo y dignidad el estandarte del Che Guevara, dan una batalla estratégica para México al defender la educación pública y la gratuidad de la enseñanza, a través de la huelga más prolongada registrada en la máxima casa de estudios del país, combate político que, prácticamente han ganado.

El Che más que un práctico fue un teórico. O dicho más exactamente: fue un teórico práctico. Sus enseñanzas son inmensas. Eleva la política a la categoría de ciencia. Fue un científico de la política. Y siendo un científico de la política, nos deja un arsenal de ideas que enriquecen la ciencia histórica, la ciencia sociológica, la ciencia económica, la ciencia militar y la moral revolucionaria.

Sus tesis deben ser estudiadas y aplicadas por las nuevas generaciones.

Se integra al núcleo de revolucionarios cubanos en México siendo muy joven. Ya poseía una sólida formación marxista. Manejaba desde entonces un acertado diagnóstico de la realidad americana. Este continente ya padecía el signo de la dependencia y la subordinación al gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica.

La Guatemala de Jacobo Arbenz, que impulsaba una reforma agraria que despertaba la simpatía de los pueblos del mundo, pero que promovía la irritación tremenda de la bestia imperial, contribuyó extraordinariamente a consolidar el sentimiento anti-imperialista de aquel muchacho argentino, quien, durante meses vivió en carne propia el democrático proceso de los guatemaltecos y el zarpazo final de las garras yanquis.

La sólida formación política y su enorme sensibilidad humana, son factores para que en pocas horas su nombre se inscriba en la lista de los expedicionarios del Granma, para, abrazar así, la táctica de la violencia revolucionaria, como el medio para derrocar al dictador cubano e implantar un gobierno de liberación nacional, cuyo camino, más tarde, se convirtió en el proceso político de mayor profundidad en el hemisferio occidental y, que, ahora, en nuestros días, es ejemplo y estrategia mundial.

El cubano, hoy, es el ejemplo más nítido. Es, sin lugar a dudas, uno de los proyectos políticos más nobles y puros que registra la historia universal.

Fidel Castro y el Che Guevara son los grandes constructores, los grandes teóricos de la Revolución Cubana, en su fase, primero de la guerra de liberación desde Sierra Maestra y el Escambray y en el inicio de la construcción socialista, después.

Fidel y el Che forman una pareja de hermanos, de amistad entrañable, comparada a la que formaron Carlos Marx y Federico Engels.

De los episodios y pasajes de la guerra de liberación en Cuba, el Che partió para elaborar sus inmortales tratados científicos en materia de arte militar y actividad guerrillera, sosteniendo en ellos siempre, en todo momento, que las revoluciones no las hacen los pequeños núcleos, sino las grandes masas del pueblo, llevando como sector de vanguardia a la clase obrera. Definió con exhausta claridad que la lucha armada es una forma de la lucha de masas, y debe abrazarse y definirse después que los sectores populares de vanguardia, han agotado todos los medios pacíficos de la lucha, incluyendo el frente de los comicios.

“Para Salvador Allende, que por otros caminos persigue lo mismo que yo” fue la dedicatoria que escribió en un ejemplar de uno de sus ensayos, obsequiado al que más tarde fuera Presidente de Chile, jerarquía ganada por la vía de las elecciones.

La violencia revolucionaria nunca fue concebida por el Che como un fin, sino como un medio.

Luego del triunfo de la Revolución Cubana, aquel histórico primero de enero de 1959, se presentó la disyuntiva de cuál sería el tipo de Estado que se organizaría.

“El Estado y la Revolución” era el manual que portaban Fidel y el Che. Hasta por debajo de la almohada lo cargaban. Este documento es la obra cumbre de Lenin, el genial conductor de la Gran Revolución de Octubre.

Los principios fundamentales de “El Estado y la Revolución” fueron creadoramente aplicados e inteligentemente ejecutados por Fidel y el Che. Casi al pie de la letra. Casi en forma literal; a partir de la extinción del viejo ejército y de la organización de las fuerzas armadas revolucionarias, cuyo núcleo fue el heroico y glorioso Ejército Rebelde forjado en Sierra Maestra y en las montañas del Escambray.

Evidente es la mano del Che en la formación del Ejército Rebelde y de las entonces incipientes Fuerzas Armadas Revolucionarias.

“Es el pueblo uniformado”; así definió Camilo, otro de los grandes hermanos del Che, al nuevo ejército cubano, parte del nuevo Estado.                                                                                                   

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