Reportero de la gente
Oscar González Bonilla
30 de Agosto de 2024
Muchos reclamos he recibido porque utilizo en mis redacciones el sobrenombre de “reportero de la gente”. El más reciente surgió de Angélica Cureño, impartidora de enseñanzas en la Escuela de Comunicación y Medios de la UAN, quien después de escuchar mis argumentos me dijo: “Pues debes escribirlos para aclarar”.
Hay compañeros reporteros que se sienten agredidos en su persona al verse desplazados porque un tipo como yo se autocalifica “reportero de la gente”, pues esa distinción les corresponde por derecho. Sobre todo, consideran inmerecido el adjetivo al periodista significado por criticar acciones de algunos funcionarios.
Por desgracia en nuestro medio hay periodistas como las veletas, los dirige el viento del dinero, he dicho a quienes han querido oírme. ¡Claro que no estoy, ni pretendo, curarme en salud!
Evaristo Gómez Herrera, preclaro entrevistador, cuando vivía en mi cara me espetó: “Mira, si tú eres reportero de la gente, pues yo soy borracho de la gente”. Ni más ni menos. Es decir, el eslogan gobierno de la gente de la administración estatal que presidió Roberto Sandoval se convirtió en choteo. Se dice abogado de la gente, chayotero de la gente, notarios de la gente y un etcétera muy largo, tanto como usted le quiera agregar.
Muchos de aquellos a quienes ocasiona prurito, ofusca, he puesto en claro que una cosa es reportero de la gente y otra muy distinta reportero del gobierno de la gente. Yo soy de los primeros, y explico que, desde mi comienzo en el periodismo en Diario del Pacífico, que a la opinión pública nació en marzo de 1973, una bola de comunistas, reporteros de este periódico, fundamentalmente, me enseñaron a hacer periodismo comprometido socialmente.
Andrés González Reyna (director), Francisco Cruz Angulo (jefe de redacción), Emilio Valdez Hernández (gerente administrativo), Zeferino Sandoval Lara, Carlos Zamudio Vidal y Arturo “Guacho” Zúñiga (reporteros), Eduardo Meza Ramos, Arturo Flores Mejía y Esteban Fonseca Franco (trabajadores de talleres) ejercieron gran influencia sobre mi persona para formar conciencia de que se debe ser reportero de la gente, es decir, darle voz a la gente del pueblo.
Bajo esa consigna continué mi trabajo en empresas privadas, pues en noviembre de 1980 arribé a Notisistema-Tepic. Me correspondió ser fundador junto con don Rogelio Zúñiga y Escobedo luego de transitar por periodo de pruebas tanto en Guadalajara como en nuestra querida entidad.
Experiencia inédita, se trataba de hacer periodismo radiofónico. Transcurrieron casi 12 años durante los cuales ser reportero de la gente no tuvo más restricciones que los impuestos por el manual de ética y la ley federal de radio y televisión.
El ejercicio pleno del periodismo socialmente comprometido siempre tuvo aval de los directores generales de Notisistema nacional, primero Marcos Arana, y después Guillermo Camacho, secundados por su homólogo en Tepic, Rogelio Zúñiga. Todo ello con la aprobación de los empresarios radiofónicos Alejandro y Cecilia Díaz Romo, integrantes de una familia con luenga experiencia en quehaceres de radio, pero además en asuntos de periodismo.
A petición de parte, al inicio de 1991, aterricé en XHKG, tu canal con sentido, de la familia Mondragón Pérez, como director de noticiarios. Fueron cinco años de vaivenes informativos por compromisos adquiridos por la empresa con anterioridad.
El equipo de reporteros integrado por Patricia Ramírez, María Esther Camarena, Enrique Berúmen, Héctor Gabriel Velázquez y Gastón Herena Mora (deportes), comandados por Armando Fránquez Villaseñor, jefe de información, así como las conductoras Pilar Ochoa Peña y Luz Amalia Barrón Vivanco, hacíamos el sumo esfuerzo por dar voz e imagen al común de la gente que no tenía ni lo uno ni lo otro.
Pero llegó el día en que fue llamado Roberto Mondragón Pérez, propietario de la concesión televisiva local, por el propio gobernador de Nayarit de aquel entonces, Rigoberto Ochoa Zaragoza, molesto porque no le gustó la manera como el reportero de la gente, en su condición de conductor del nocturno noticiario estelar, informaba al auditorio al abrir espacios a la ciudadanía.
Esa fue una primera llamada de atención. Vino enseguida un segundo encuentro con don Rigo, motivado por un plan urdido desde el principio por Sigfrido de la Torre Miramontes, primero Procurador de Justicia y más tarde Secretario General de Gobierno, así como por José Trinidad Espinoza Martínez, titular de Prensa del gobierno del Estado. Esta vez no hubo perdón, había que terminar de una buena vez.
Un 28 de diciembre de 1995, Día de los Santos Inocentes, me dieron la fatal determinación de que mis servicios ya no eran necesarios para la empresa. Pensé que sería una broma, pues no, me pusieron de patitas a la calle. Me despidieron por ser reportero de la gente, ni hablar.
Es esta parte de la historia por la que enorme es mi satisfacción de autonombrarme reportero de la gente, en tanto no me arrepiento de haber seguido ese rumbo, seguiré el transitar por esa brecha del periodismo comprometido socialmente hasta el final de mis días, muy a pesar de ser apaleado por distintos gobiernos. Ser hocicón trae sus consecuencias.
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