La boda del perdón y otras añoranzas

Acudimos a la convocatoria del primo Pepe; sería el enlace matrimonial con su amada. A San Pancho llegamos familiares y amigos, procedentes de Tepic, Guadalajara, Zacatecas, Estados Unidos, y otros lugares.

El calor intenso no hizo que el entusiasmo menguara. ¡Ánimo y con valor! Parecía ser el lema de los presentes; mientras que los protagonistas, lucían radiantes, y un tanto nerviosos (más el novio).

Lo bueno fue que la iglesia tenía aire acondicionado, y durante la celebración no sudamos la gota gorda.

Después de intercambiar votos, de la toma de fotografías, de abrazos y enhorabuenas, emprendimos camino hacia el salón de eventos.

Era pleno medio día cuando arribamos al lugar de la fiesta; ahí ya estaba el mariachi (ajúa), el chef y los meseros; fue rápida la atención para los comensales, lo cual me agradó mucho, porque eso de pasar hambres en estos eventos, no es lo mío.

"Hermoso Cariño", es la canción de los novios, así que la cantaron a todo pulmón, coreada por los presentes, al cabo no se notaba si cantabas feo, porque el mariachi hacía el paro.

Entre bailada y cantada, transcurrieron las horas; las emociones y sentimientos a flor de piel. Peticiones de canciones que hacían recordar al tío Raúl, quien hace menos de dos años se nos fue, y que fungió como padre de mi primo Pepe.

A ratos llantos, a ratos risas...melancolía, añoranzas, vivencias gozosas de la memoria.

Martha, la novia, no descuidó detalle; viéndola tan sonriente, consideré que es cierto que mi primo la ha hecho muy feliz.

Porque Pepe ya tiene tarjeta de esas que te hacen descuento nomás por tu edad; y han vivido juntos por 25 años, después de los cuales se animaron a formalizar su unión cómo Dios manda.

Perdí la cuenta de las horas que tocó el mariachi, pero llegó la hora de que se lanzará el ramo, cuando lo lanzó, yo andaba entre la bola, pero el tacón de una de las mujeres se atoró en el largo vestido de otra, cayendo un montón de féminas al suelo.

Como a eso de las 8 o 9 de la noche llegaron los de la taquiza: ¡Y a darnos gallo! No faltó la mesa de postres, el pastel ...la bebida fue abundante también.

En determinado momento, mi primo Pepe consideró hablar conmigo, y me expresó el gusto que le dio que lo acompañará, quería decirme que si había por ahí algún resentimiento, bronca o mal entendido (como suele haber en todas las familias), se solucionara en el acto.

¡Prima, el tiempo está pasando rápido! ¡Hay que dejarnos de cosas; hay que estar unidos! Ya hablé con los demás y les dije lo mismo. Yo asentí; él continúo: "ya estamos viejos", ¡Hay que perdonarnos! No sé si es motivo suficiente (pensé), pero le contesté que sí, que nos perdonáramos. Le expresé que si lo había ofendido de palabra o de obra me perdonara y siguiéramos adelante. Él estuvo de acuerdo, y si riendo me ofreció su apoyo si yo lo necesitara.

La música seguía, los saludos, los abrazos, el conocer y reconocer parientes ... Los mariachis callaron; más bien se fueron, y siguió la banda ... yo nomás aguanté los primeros rounds y me despedí, para mí 12 hora de fiesta ya habían sido suficientes, pero hubo quienes se quedaron hasta el amanecer.