Aquellos tiempos…

REFLEXIONES COMPARTIDAS

(Es este un escrito que de manera particular me envió hace catoce años el doctor Miguel Ángel Navarro Quintero para su debida difusión, lo cual hice puntualmente. Hoy repito su publicación con el interés de que usted, amable lector, someta a su consideración si el pensamiento político de Navarro Quintero ha sufrido alguna variación, o si se cumple al pie de la letra mediante su estricta aplicación en la práctica como titular del Poder Ejecutivo de Nayarit. Juzgue usted).

Estimado Oscar: 

Siempre he considerado que las muy importantes decisiones de un gobierno conllevan conocimiento, experiencia, responsabilidad y una extraordinaria vivencia, que sea capaz de amalgamar conceptos sólidos que la sociedad ha logrado construir, a partir de su transitar y análisis cotidiano. 

Estos aspectos que pongo a tu consideración, me obligan a insistir sobre tres fundamentos que no deben olvidarse, pues de lo contrario, no se pone en riesgo al gobernante, sino a la sociedad en su conjunto, permíteme comentártelos: 

1.       HABLAR CON LA VERDAD. - esto nos permite tener y compartir un diagnóstico confiable de manera permanente con la sociedad y a partir de ello, planear y plantear la ruta más conveniente de forma honesta y transparente, sabiendo que por más difícil que sea la verdad, es preferible partir de ella, a esconderla, pues se tendría una estructura frágil condicionada por la mentira. 

2.       VIVIR EN LA REALIDAD, esto nos obliga evidentemente, a construir presente y futuro bajo circunstancias objetivas en el que reconozcamos nuestras debilidades y fortalezas, sin apariencias, ni simulaciones, que pudieran posteriormente lamentarse. Pues como dice la sabiduría popular: “no resulta conveniente construir castillos en el aire, ni aparentar lo que no se tiene”. 

3.       GOBERNAR CON Y PARA LA SOCIEDAD. Requiere estar cerca de los problemas y aspiraciones de la gente, para juntos tratar de encontrar soluciones integrales que fortalezcan un espíritu de equipo. Evitando sentimientos y acciones tendenciosas, facciosas y perversas que secuestren a la acción política mediante situaciones retóricas, volátiles y caducas, a través de eventos históricos sobreexplotados por aquellos que practican gobiernos patrimonialistas y absolutistas, sintiéndose dueños absolutos por tres o seis años dependiendo del caso. 

La anterior reflexión se deriva de un artículo que leí, en el que la Canciller Alemana  Angela Merker, anuncia el más drástico plan de ahorro en la historia de Alemania desde la segunda guerra mundial, por valor de 80 mil millones de euros hasta el 2014, plan en el que ella afirma: “tenemos que asegurar el futuro de nuestro país”, situación que no deja de sorprender, pues estamos hablando que esto ocurre en uno de los países más sólidos de Europa y seguramente del mundo, en el que no se tocarán, pero sí vigilarán, los presupuestos destinados a educación e investigación, mismos que habrán de aumentar. A lo anterior se suma el comentario del Vice-canciller Alemán quien menciona: “en los últimos años hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”. 

Aquí me pregunto Oscar, que pasaría si en nuestra república, las reglas del federalismo hacendario cambiaran de forma tal, que los estados superavitarios empezaran a resistirse a subsidiar el gasto público de los deficitarios, que además no tienen control sobre el gasto ni se hacen políticas de previsión y si, de endeudamiento económico, que va a la par de un endeudamiento social, que se agudiza al no tener estrategias de contención estrictamente consolidadas. Los márgenes de maniobra cuando disminuyen o se anulan generan sofocamiento y/o asfixia social, pues al no ser capaces de revertir los efectos negativos de políticas globales, se manifiestan en muy profundos y severos problemas regionales ya que se ponen de manifiesto, la falta de seguridad jurídica, ambiental, pública, entre otras; repercutiendo sobre una frágil democracia que en pleno siglo XXI sería catastrófico. 

Por ello se debe de continuar impulsando la verdadera democracia del poder, a través de desmitificarlo, desacralizarlo, evitando excesos y garantizando el bienestar con responsabilidad social, a través de políticas públicas que se orienten a la construcción de una ciudadanía crítica, que ejerza un contrapeso real a los desvaríos del poder. 

Miguel Ángel Navarro Quintero