Oscar González Bonilla
17 de Junio de 2024
Del ingeniero César Valenzuela Hernández muy propio es su sentir afectivo hacia el Contador Marco Antonio Navarro Quintero, quien, dotado de influencia, fue el creador del trascendente centro de educación tecnológica en Francisco I. Madero (Puga), de la cual el primero fue exitoso director.
Por iniciativa propia, César Valenzuela concedió entrevista al reportero de la gente con el firme interés de honrar la memoria de Marco Antonio Navarro Quintero, personaje oriundo del mencionado poblado de nuestra entidad, pero que la mayor parte de su vida radicó en la ahora Ciudad de México, lugar donde murió durante la noche del sábado 18 de mayo anterior. Calcula el entrevistado que feneció a los 80 años de edad.
Marco Antonio y César se conocieron de infantes, cuando el primero cursaba segundo grado en la primaria “Juan Escutia”, misma que los tepiqueños conocemos como “escuela tipo”, que estaba a cargo de la maestra Carolina Hernández Anzaldo, madre de César Valenzuela, cuyo director en aquel tiempo era el profesor Francisco Villegas Loera, razón por la que César también asistía a clases en dicho grupo de enseñanza, pero luego ingresó al Internado Hijos del Ejército donde cursó el resto de su instrucción primaria. Narra que la amistad con Marco Antonio se cultivó durante muchos años.
Fue de su conocimiento que Marco Antonio Navarro Quintero, como Contador Público, egresado de la Escuela Superior de Comercio y Administración (ESCA) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), entregaba servicios profesionales a la organización denominada FIOSCER, especie de fideicomiso para campesinos de escasos recursos, donde era muy cercana su amistad con el director de este organismo. Llegó el momento en que la Secretaría de Educación Pública dispuso entre ocho y diez escuelas fueran proporcionadas, a través de FIOSCER, a comunidades del medio rural.
FIOSCER era dependencia que concentraba su programa a la atención de los estados con comunidades de campesinos productores de caña. “Apoyaba en la realización de obra pública para esos pueblos, como nivelar calles, construir plazas públicas, introducir agua potable, hacer espacios de recreo en las escuelas, etcétera”, confía el entrevistado.
Esa ocasión fue aprovechada por Marco Antonio, “quien era un cuadro fundamental de FIOSCER, para pedir, de buena fe y voluntad que lo caracterizaban, que en la dotación de las instituciones educativas fuera incluido el poblado de Francisco I. Madero, como finalmente esto sucedió”.
Fue Chema Martínez, en ese entonces líder del Sindicato Nacional Azucarero, quien dispuso de un terreno para la construcción del centro educativo. Estaría al lado de los lotes donde serían levantadas casas nuevas para los obreros del ingenio de Puga, integrantes de la sección sindical 70.
El edificio inicial de lo que posteriormente sería Centro de Estudios Tecnológicos y de Servicios empezó a funcionar en el segundo período de gobierno del presidente Luis Echeverría Álvarez (1973-76).
El diseño creado por especialistas en la materia, es obra de egresados del Instituto Politécnico nacional. El programa de estudios tiene también su basamento en lineamiento educativos de la institución nacional, razón por la cual el Centro de Estudios Tecnológicos y Servicios (CBTis-100) de Puga está considerado como una extensión del IPN.
“Por ello entiendo y comprendo que Marco Antonio Navarro Quintero inició la creación del importante centro de enseñanza técnica, no sólo para habitantes de Puga, sino para los de todo Nayarit. Si en la lista no se incluye a Francisco I. Madero, jamás en ese poblado hubiéramos tenido escuela de tal naturaleza”, refiere César Valenzuela.
Muy lamentable resultó que, en la corta edad de Marco Antonio, cuando cursaba segundo año de primaria, haya fallecido su padre. César Valenzuela narra que el señor trabajaba como chofer de camión de carga con Beto Parra. Al parecer, la unidad salió de Jalcocotán cargada de plátano con destino a la ciudad de Guadalajara, pero en el sitio de la carretera conocido como Plan de Barrancas volcó y, a consecuencia de ello, murió el papá de los Navarro Quintero, dejando huérfanos de padre a tres hombres y dos mujeres. “Le afectó mucho la muerte de su papá, pese a ser un chamaco. Marco Antonio se hizo muy retraído”.
César Valenzuela llegó en 1979 para permanecer ocho años en la dirección de la institución educativa de Puga, ya nombrada como CBTIS 100, Centro de Bachillerato Tecnológico de Investigación y Servicios, luego que alto funcionario de la Dirección Tecnológica Industrial de la SEP, ambos se conocieron en el IPN, le dio a escoger escuela en Nayarit. “Y escogí Francisco I. Madero porque estaba convertido en un centro obrero, por ser asentamiento del ingenio azucarero, pero también campesino. Yo soy una persona con convicción campesina”, oriundo de Carrillo Puerto, municipio de Compostela. Al aceptar la dirección escolar, Valenzuela se vio en la necesidad de dejar el cargo de asesor del Ejecutivo en el gobierno de Rogelio Flores Curiel.
De la Ciudad de México vino a Nayarit funcionario de la Secretaría de Educación Pública con el objetivo de entregarle la responsabilidad del cargo de director del CBTis 100, lo cual lo enorgullece. “En esas fechas estaba muy centralizada la educación. Sin embargo, todos querían estudiar allí porque teníamos buenos profesores y excelente equipo de trabajo administrativo. Estoy muy orgulloso de haber sido director de esa escuela”, sostiene Valenzuela.
Satisfecho del deber cumplido, el ingeniero César Valenzuela Hernández tuvo el imperativo de dejar la dirección escolar para emprender nuevos rumbos. “No me corrieron, yo me retiré. Recibí el plantel con cuatrocientos alumnos y lo entregué con dos mil quinientos”.
Dentro de su amor propio el declarante, también egresado del Instituto Politécnico Nacional, sugiere que al Contador Marco Antonio Navarro Quintero merece ser recordado con mucho cariño. Honor a quien honor merece.