Diálogo con narco, sin pacto
Oscar González Bonilla
18 de Mayo de 2024
Llamó mi atención el hecho de que el clero católico propone dialogar con cárteles de la droga ante el fracaso de la guerra contra el narcotráfico emprendida por el gobierno federal.
Con base en la conversación se trata de evitar en lo posible asesinatos, desapariciones, secuestros, extorsiones y otros atropellos.
La información se publica en la revista Proceso donde se especifica que lo anterior ocurre en estados del país y que el principal promotor del diálogo es un obispo.
Este representante de la iglesia católica sostiene que sin diálogo no puede haber paz. Por eso, dice, es necesario dialogar con la gente que se dedica al narcotráfico, pero sin hacer ninguna concesión. Dialogar, no pactar, pero llegar a ciertos arreglos, afirma la iglesia católica.
A la memoria vino entonces el recuerdo de don Emilio M. González, quien gobernó Nayarit de 1981 a 1987, de quien en aquel entonces se supo pactó con narcotraficantes, y en la entidad hubo época floreciente porque, se asegura, circuló el dinero en buena cantidad.
El periodista local Francisco Cruz Angulo (QEPD), quien gozó de la cercanía con el gobernador Emilio M. González, sostiene que hubo convenio con Rafael Caro Quintero, quien fue poseedor de gran extensión de tierra y finca en San Juan de Abajo.
La presencia del narco impulsó la economía en aquella región, todavía perteneciente al municipio de Compostela.
Cruz Angulo acompañó al gobernador Emilio a la inauguración del emporio conocido como “Rancho de Jonás”, ubicado en terreno cercano a la laguna de San Pedro Lagunillas, dedicado a la engorda y cría de cerdos de alto registro.
Además de cerca electrificada, sofisticado sistema de vigilancia por medio de cámaras de video, el Rancho de Jonás tenía una pista de aterrizaje.
Entrado en copas, el propietario del negocio fachada, de repente apareció montado en caballo blanco pura sangre, pero con metralleta en mano, sólo para lucirse ante los ojos del gobernador Emilio M. González, narra el periodista.
Luego de ese inapropiado y molesto espectáculo, Don Emilio emprendió la retirada junto con una veintena de acompañantes.
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