Los desempleados son indignos
Octavio Camelo Romero
23 de septiembre de 2013
Hace unos ayeres reflexionamos sobre las dimensiones económicas, sociales y políticas del Vaticano porque las Instituciones encargadas de la moral de cierta sociedad no están al margen de las condiciones socio-históricas de vida de los humanos, más aún, son productos histórico-sociales. Por eso no permanecen estáticas, no pueden ser constantes cuando las condiciones son cambiantes. Las actuales Instituciones encargadas de la moral tampoco son impermeables a las contradicciones y a los conflictos generados por el desarrollo del capitalismo. El Capital ha dominado al planeta con todo y sus Instituciones políticas, morales, sociales y administrativas. La renuncia del Papa Benedicto XVI y la elección del Papa Francisco son la expresión, por una parte de la permeabilidad del Vaticano a las contradicciones del capitalismo y, por la otra de la adecuación de esta Institución a las actuales condiciones de dominación del capital. No debe sorprender que la mafia siciliana tenga células dentro de la curia romana y que el Banco Vaticano haya lavado dinero. Este fenómeno de corrupción ha sido parte sustancial para la penetración del Capital Mundial a zonas geográficas vírgenes. Latinoamérica es muestra de la eficacia de este método. Se usó exitosamente para entrar a Argentina, a Brasil, a Chile, etc. No había razón para que no se usara para entrar al Vaticano. Los problemas del homosexualismo y de la pedofilia han sido usados para encubrir la Corrupción Vaticana. Ambos problemas son resultado de las políticas antinaturales aplicadas a los aspirantes primero y profesionales después, del servicio religioso, ya sean hombres o mujeres. Pero no son exclusivos del Vaticano.
El culto al Neoliberalismo, en tanto es política pública orientada a desmantelar totalmente al Estado-Bienhechor, también atrapó al Vaticano y lo llevó no solo a alejarse de los pobres sino a enfrentarse a estos por servir al capital. Una política compensatoria dentro del capitalismo se está implementando en China. Allí el Estado comunista chino pretende suprimir al máximo los índices de pobreza entre los 1,300 millones de habitantes de la República Popular China. Por eso no debe extrañar la pretensión del Vaticano de conformarse como una Institución para los pobres. Casi la mitad de los habitantes del planeta están en alguna de las formas de la pobreza material, porque definitivamente la enorme mayoría de los terrícolas estamos sumidos en la pobreza espiritual, estamos enajenados y nos siguen enajenando.
Otro conflicto social que también ha permeado en el Vaticano es la violencia. Se entiende por violencia la inobservancia de cierto orden preestablecido. De allí que la corrupción sea propulsora de la violencia. Se trata del uso de esta herramienta para “convencer” a los servidores a “violar un poquito” la norma, la ley o las reglas. El desapego al voto de castidad de los clérigos y religiosas es una manifestación de la violencia. Ya no se digan los “movimientos de insurgencia” promovidos por religiosos y religiosas. Recuerdo el “movimiento de la Teología de la Liberación”. Con él se pretendía construir un “paraíso terrenal” antes del “paraíso celestial”. Mi amigo Sabino Hernández Gómez estaba seguro del triunfo de esta lucha porque reivindicaba las aspiraciones de Jesús. Sin embargo el Vaticano en tanto producto social del capitalismo contemporáneo no únicamente no pretende conducir a los pobres a construir una sociedad distinta de la actual. Antes bien pretende liderar a esa gran masa de asalariados y desempleados radicalizados para impedir que violenten el orden social del capitalismo mundial.
Indudablemente habrá ajustes y reformulaciones en todas las Instituciones morales del capitalismo contemporáneo. La mundialización del capital productivo y del capital financiero demanda comportamientos estándares en todos los rincones donde domina el capital. Pero además requiere la transparencia en la administración de los flujos de capital, de los flujos de información para la toma de decisiones, de los precios de las mercancías y de los mercados, etc. El requerimiento en las nuevas condiciones de vida del capitalismo mundial es de una moralidad mundializada. El Vaticano se apresura para ser la Institución líder de esa moralidad. Por ello el Papa Francisco arengó el domingo en la isla italiana de Cerdeña e invitó a luchar “todos juntos contra el ídolo dinero, contra un sistema sin ética, injusto, en el que manda el dinero”. Y en otro momento de su visita dijo: "Perdónenme por estas duras palabras, pero, donde no hay trabajo, falta la dignidad". "Dos generaciones de jóvenes no tienen trabajo, el mundo así no tiene futuro", recalcó. De acuerdo con el Papa, se tienen que crear fuentes de empleo parta dignificar la vida de los desempleados. Es decir, el capital mundial tiene que dominar aún más a las sociedades reinvirtiendo sus ganancias o ampliando la reproducción del capital. A lo más que se puede llegar es al capitalismo que se conoce como “socialismo al estilo chino”.
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