Periodismo de investigación
Oscar González Bonilla
10 de Abril de 2024
En suerte me correspondió asistir al curso de Periodismo de Investigación, alentado como ha sido común por una damita que bien enterada está de este tipo de actividades de capacitación, porque ella forma parte de la familia periodística de Nayarit.
Este acontecimiento convocado por el gobierno del Estado de Nayarit y la Casa de los Derechos de Periodistas tuvo lugar en un hotel ubicado en el boulevard Tepic-Xalisco.
El ponente fue el destacado periodista Miguel Badillo Cruz, director de las revistas Contralínea y Fortuna, investigador él de corrupción gubernamental y empresarial, delitos de cuellos blanco y lavado de dinero, entre muchos otros. Es egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Veracruzano de nacimiento.
Desde el momento que conocí la convocatoria al curso vino a mi mente la pregunta ¿cómo es posible que el gobierno estatal promueva capacitación sobre periodismo de investigación, si en Nayarit no existe? Como tal no hay en nuestra entidad periodista que se dedique a cultivar esa línea.
Es un contrasentido que el gobierno impulse el periodismo de investigación, luego que quienes lo hacen son capaces de hurgar hasta en las nalgas del mismo diablo, por consecuencia estaría expuesto a la indagación en materia de corrupción, abuso de autoridad y violación de los derechos humanos, entre otras lindezas.
Por más que le busco no atino a comprender la razón de este curso de periodismo de investigación, pues será que soy muy pendejo (aquí a nadie se desmiente, dirán algunos). Pero debo confesar que no estoy en contra de este tipo de formidables encuentros y menos en la adquisición de nuevos conocimientos en la materia de estudio. En esta ocasión aportes teóricos y experiencias prácticas de Miguel Badillo fueron a pasto, un hombre con 45 años en el ejercicio periodístico nacional e internacional con solvencia ética y moral a toda prueba.
Bienvenidas sean actividades de esta naturaleza que contribuyan a elevar la cultura, superación y de paso dignificación de los comunicadores nuestros.
El día que arrancó este curso de periodismo de investigación quedó en mí la impresión de que estaba dedicado a los burócratas de la información, pues de los más de 40 asistentes (26 mujeres) la mayoría son coordinadores de comunicación social de sectores público y privado, además de redactores, boletineros, fotógrafos, así como personajes que nada tienen que ver con el periodismo y otros que en su vida han escrito una línea que se haya publicado en periódico alguno, por ejemplo. También simuladores.
Ninguno de los allí presentes practicamos el periodismo de investigación, un esfuerzo que nos está vedado sea por desconocimiento, incultura, sujeción a los intereses financieros de los empresarios dueños de los medios de comunicación, o ligazón a la voluntad económica del poder, pero además implica un elevado riesgo para la vida del reportero. Muchos periodistas en Nayarit somos producto del empirismo, sin la formación académica requerida, tampoco ceñidos a un código de ética mucho menos moral.
Los que ejercen el periodismo como fuente principal de ingreso del sustento familiar fueron contadísimos, por ello la especulación de que el curso estaba dirigido a los burócratas de la información. Me pareció que formaban parte de un club, como el de Tobi, que la invitación a participar sólo ellos se la transmitían de boca en boca, más bien hoy de computadora a computadora. Luego me preguntaba: por qué no publican la convocatoria en los medios escritos, por qué limitan la asistencia a 40 personas.
Hubo cambio de parecer al ser despejadas mis dudas al siguiente día. La invitación a la participación en el curso de investigación cuando menos se publicó en cuatro periódicos locales, pero además se hizo extensiva a la comunidad periodística nayarita a través otros diversos medios y que finalmente el número de asistentes podría ampliarse sin ningún problema.
Me recalcaron que la gran dificultad es que los reporteros en activo no asisten a los cursos de capacitación como este por múltiples razones, esgrimen cantidad de pretextos. Hay experiencia de ello. Les dije que el aprendizaje de nuevos conocimientos exige un esfuerzo, mismo que los periodistas no estamos dispuestos a ofrecer, con el agravante de que creemos saber todo, que nada nos pueden enseñar. Craso error. En el periodismo es constante la profundización de conocimientos, asimismo la actualización y el estudio con perseverancia son condiciones indispensables, necesarias.
La exposición transcurrió en un ambiente relajado, sobre todo por la participación de las mujeres, un tanto menos la de los hombres, entre ellas y ellos Miguel Badillo logró empatía inmediata, pues el matiz de sus argumentaciones encontró rápido eco entre personas que hablan el mismo lenguaje. No escapó al juego de una que otra broma, en grupo las mujeres con amplia libertad sueltan expresiones, aparte que son lujuriosamente hermosas.
Miguel Badillo se respaldó en uno de sus esfuerzos de investigación que consiste en la exposición de un video con poco más de diez minutos de duración, tiempo más que suficiente para presentar en una edición bien trabajada las condiciones de extrema pobreza en que viven indios tarahumaras en la sierra de Chihuahua. Por increíble que parezca habitan en cuevas, mucho pero muy alejados del apoyo de los gobiernos, sobre todo del federal que publicita hasta aturdir su cruzada nacional contra el hambre.
Despertó sentimientos diversos en la conciencia de los asistentes, vino entonces en cascada el intercambio de opiniones. Eso mismo ocurrió en los variopintos temas que Badillo abordó con sapiencia en el recorrido de nueve horas del curso, jamás limitó la participación, al contrario, solicitaba comedidamente intervenciones de todos. Provocó que aquello se convirtiera en un foro crítico.
Finalmente, a quienes acreditamos asistencia se nos entregó por escrito un reconocimiento firmado por funcionarios del gobierno del Estado de Nayarit y por el propio Miguel Badillo.
Y todos felices y contentos.
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