Se buscaba droga en los trenes y armas también
Sergio Mejía Cano
22 de Febrero de 2024
En la entrega anterior que se refería a la lentitud mostrada por parte de la empresa ferroviaria Ferromex en cuanto a la defensa de sus trabajadores, porque anteriormente los Ferrocarriles Nacionales de México; pero sobre todo el Ferrocarril del Pacífico, la otrora orgullosa ruta de la costa occidental, que contaba con su departamento de Servicios Especiales, cuyos agentes registrados como policías a nivel federal se abocaban de inmediato a cualquier problema que surgiera en contra de la empresa o sus empleados.
En cuanto al comentario respecto a que a principios de la década de los años 90 del siglo pasado agentes de la entonces Procuraduría General de la República (PGR), hoy denominada como Fiscalía, se habían hecho presentes en el andén de la estación del ferrocarril en Tepic, Nayarit, a esperar la llegada del tren número 3 de pasajeros, llamado para salir a las 18:30 horas para continuar su viaje hacia el norte del país, varias personas solicitaron les explicara en qué había concluido el asunto en donde dichos agentes de la PGR se habían llevado detenido al empleado que viajaba como mensajero de exprés en un coche de donde bajaron varias cortinas metálicas que estaban rellenas de paquetes color canela supuestamente conteniendo algún tipo de droga, como mariguana, por ejemplo.
Pues resulta que en cuanto llegó el tren en cuestión, los de la PGR se dirigieron de inmediato a uno de los coches del exprés, que eran dos los que llevaba el tren; de ese coche bajaron varias cortinas metálicas las que una vez en el suelo del andén las abrieron y ahí estaban esos paquetes. Obviamente que los agentes policíacos ya traían la consigna de en qué coche venían esas cortinas. Así que se llevaron detenido al empleado encargado de ese coche, quien desde luego no tenía culpa alguna de que esas cortinas llevaran supuestamente droga, ya que esas cortinas, así como otro tanto de los paquetes y todo tipo de mercancía venía desde la ciudad de México y puntos intermedios entre el entonces Distrito Federal y Guadalajara, Jalisco y, posiblemente ya venían paquetes de más al sur, ya que el ferrocarril en aquel entonces contaba con servicio de flete exprés y de menos de carro entero en donde se manejaba todo tipo de mensajería recibiendo bultos de todo tipo y tamaño y de contenido diverso.
Pero si bien se les notó el gusto a los agentes de la PGR por haber encontrado esa supuesta droga entre las cortinas metálicas, ese gusto les duró poco, ya que siembre había un elemento del ejército en la sala de espera quien se asomaba al andén en cuanto llegaban los trenes. Así que este soldado, al darse cuenta de lo que estaba pasando de inmediato llamó por teléfono a sus superiores y no tardó en llegar una troca de redilas con más elementos del ejército quienes al llegar a la estación hicieron a un lado a los de la PGR y se hicieron cargo del asunto quitándole los paquetes encontrados a los de la PGR, quienes le alegaban a los del ejército; pero se sacaron la misma, pues los soldados los dejaron a los de la PGR con las manos vacías.
El hecho es que, de todos modos, los agentes federales se llevaron al empleado del exprés; sin embargo, el agente especial del ferrocarril con sede en la capital nayarita, de apellido Fragua, junto con uno de sus compañeros se dirigieron a las instalaciones de la PGR para abogar por la libertad del empleado ferroviario, logrando su libertad de inmediato tal vez debido a los argumentos presentados por los agentes especiales del ferrocarril. Obviamente este empleado ya no alcanzó el tren en el que viajaba, pues se arrancó hacia su destino en cuanto se retiraron los soldados y los agentes de la entonces PGR; así que este empleado fue enviado a Guadalajara por carretera para que se presentara al día siguiente en sus oficinas respectivas.
Quizás este affaire fue el primer impacto por la presencia de elementos de la PGR en las revisiones a los trenes tanto de pasajeros como de carga, ya que durante todo el sexenio de Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000) se subían a los trenes de pasajeros agentes de la PGR tanto en Guadalajara, Jalisco, así como en Tepic, Ruiz y Acaponeta, Nayarit. Y, en estación La Quemada, Jalisco, hubo un retén permanente del ejército en donde revisaban hasta los trenes de carga. Lo curioso es que en La Quemada también revisaban los trenes de pasajeros rumbo al sur, por lo que cierta vez al preguntarle a un soldado por qué revisaban los que iban al sur, su respuesta fue que buscaban armas.
Sea pues. Vale.
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