Tepic, Nayarit, jueves 21 de noviembre de 2024

La deformación del idioma que sobaja más a la mujer

Sergio Mejía Cano

10 de Noviembre de 2023

Es triste notar cómo se ha ido deformando el idioma que hablamos la mayoría de los mexicanos, un idioma que afortunadamente no es oficial; el español o castellano como se dice también. Ahora con la supuesta paridad de géneros se ha deformado aún más con el pretexto de no hacer menos al género femenino, y debido a esto muchas mujeres se sienten felices sin ponerse a pensar que esta deformación en vez de ayudarlas las sobaja todavía más.

Hoy en día se ha hecho muy común que en que infinidad de publicaciones tanto impresas como en las redes sociales, así como oír políticos, comunicadores o en pláticas comunes que se diga “las y los”, aparentemente para que haya empatía en ambos sexos; sin embargo, hay palabras que siguen refiriéndose más al genero masculino que al femenino, porque cuando se dice “las y los diputados”, ¿en dónde queda el elemento femenino si les están diciendo las diputados? Igual que cuando se menciona “las y los trabajadores, las y los comunicadores, etcétera. Pues al emitir estas palabras lo femenino nada más queda en el artículo “las”; pero si le sigue un adjetivo masculino, pues he ahí que obviamente ha salido más caro el caldo que las albóndigas.

Claro que se ha dicho que para evitar esto mejor se diga “las diputadas y los diputados, las y los y  a cada sexo darle su lugar; pero el problema es que tal y como señalan varias personas versadas en lingüística, esto alarga más los comentarios y los escritos, de ahí que precisamente para evitar esto la Real Academia Española determinó que se utilizara el plural en masculino para englobar ambos géneros; claro que se le nota un toque machista, pero posiblemente esto venga desde hace siglos, pues es bueno recordar que anteriormente y aún en algunos países la mujer no ha sido tomada en cuenta para muchas decisiones e incluso, en algunos otros países se les considera como seres de segunda clase o lo que es peor: se les considera seres sin alma. Esto es verídico.

Lo malo es que ahora con estas nuevas y ofensivas modalidades de querer dar la empatía o paridad de géneros, se ha sobajado todavía más a las mujeres y que extrañamente muchas de ellas aplauden al sentirse mencionadas únicamente con el artículo “las”, por lo que se sienten felices sin darse cuenta que ahora las engloban aún más en el género masculino al decirles diputados, trabajadores, políticos, legisladores, habitantes, etcétera.

Queda claro que existen adjetivos neutros en donde sí cabría decir “las y los” como cuando se refieren a estudiantes, gerentes, pacientes, dolientes, manifestantes, etcétera, aquí si cabría bien decir o escribir “las y los”, pues son calificativos neutros que, en sí, engloban ambos sexos sin distinción.

Es obvio que todo esto de que el plural en masculino se refiera a ambos géneros deviene de una cultura machista; pero quedó bien con el tiempo, pues históricamente en las arengas para llamar a la población a un levantamiento o una protesta, en los libros de historia, así como en mensajes a la nación era muy común leer y oír las palabras “mexicanos” o al menos así está escrito cuando se llamó a la población a participar en los levantamientos armados, porque jamás se escribió ni se dijo que algún prócer de la historia gritara “mexicanas y mexicanos”, sino simplemente en el llamado se decía “mexicanos”, luchemos por nuestras libertades, nuestra independencia, nuestros derechos, nuestras tierras, etcétera. Y, por ejemplo, está documentado que en estas pasadas luchas que nos dieron patria y libertad, así como en la Revolución Mexicana llegaron a participar infinidad de mujeres también.

¿Por qué no dejar la lingüística como antes? ¿Para qué enredarse sobajando más a las mujeres al calificarlas con un epíteto masculino? Porque si se le piensa un poco, no solo los varones, sino las mujeres también que, cuando dicen “las y los” seguido del elemento masculino las mismas mueres que aplican estos artículos se ahorcan ellas mismas.

Sin embargo, así como hay mujeres que se sienten ofendidas si no se dice al menos “las” para así sentirse atendidas, todavía hay mujeres que se ufanan de pertenecer o prácticamente ser “propiedad de su esposo, ya que muy orgullosas al preguntarle su nombre para equis trámite o simple pregunta, dicen con presunción ser “la señora de fulano”, por ejemplo, soy la señora Carmen González de Pérez o simplemente dicen ser la señora Carmen Pérez y, al ahondar quien pregunta si ese es su nombre, responden muy ufanas que Pérez es el apellido de su esposo.

Sea pues. Vale.

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