Legislatura de bisutería
Oscar González Bonilla
07 de Octubre de 2023
Voces han sonado fuerte para poner el dedo en la llaga: los diputados que integran la XXXIII legislatura del Congreso del Estado de Nayarit no cumplen cabalmente la función pública para la que fueron directamente electos democráticamente, y otros no tanto.
Se arguyen razones de peso como el ausentismo, falta de debate, vacío ideológico, en una palabra, los diputados locales no contribuyen a elevar el bienestar económico y social de la población de Nayarit. La legislatura, bajo la responsabilidad de la presidenta Alba Cristal Espinoza Peña, ni siquiera coadyuva al fundamental equilibrio del ejercicio del poder público.
Es decir, no hay entre los componentes de la legislatura actual debate de las ideas, que es función esencial del Congreso. Tampoco existen verdaderos tribunos, en ningún pliegue de los nueve grupos parlamentarios se localizan, por tanto, la materia legislativa de poco sirve a toda la comunidad nayaritense.
El ciudadano común no encuentra reflejado en su bolsillo el trabajo de los diputados (la formulación de un marco jurídico justo para todos) por ello protesta, pero el reclamo se agiganta cuando sabe que los 30 legisladores se embolsan mes tras mes casi cien mil pesos, entre otras muchas prebendas. Están muy bien pagados. No sufren los estragos de la crisis económica para cubrir necesidades de consumo básicas, como sí la mayoría del más de millón de personas que habitamos Nayarit.
Pero además los diputados de todos los partidos se tiran a la güeva al no asistir cuando las sesiones, según su real saber y entender, están ayunas de temas de trascendencia. Se convierten así en verdaderos parásitos, tanto los 15 de MORENA como los 4 de la Asociación Parlamentaria Plural, 1 PAN, 2 del PVEM, 2 de Nueva Alianza, 2 del PT, 2 de Movimiento Ciudadano, 1 del PRI y 1 del Partido Redes Socialista Progresistas.
La curricula de los diputados no resiste el análisis, si bien pocos cumplen con algunos rigores académicos, muchos no están allí por lo que saben de políticas públicas, derecho constitucional, ciencias sociales o alguna otra disciplina que tenga que ver con el arte de gobernar. Están ahí, ellas y ellos, por sumisos, por cómplices, por cortesanos, pero sobre todo por dinero y por la impunidad que concede el ejercicio legislativo.
Con base a su declaración sobre profesión, aunque algunos disfrazan su bajo nivel académico, son 8 los diputados de la actual legislatura que cuentan con licenciatura, tres contadores, cuatro maestros normalistas, dos trabajadoras sociales, dos ingenieros 1 acuacultora y hay quien únicamente cursó educación primaria, entre otros.
Hay quienes aseguran que por desgracia no están allí los más aptos ni mejor capacitados, más bien grillos de baja estofa, oportunistas y mediocres de superior acatamiento al ejecutivo estatal, sobre todo la mayoría de MORENA y algunos adherentes que nunca faltan.
Otros especialistas más en el tema piden que se voltee los ojos a nuestras universidades e institutos de investigación. Indagar sobre quién o quiénes han dedicado su vida a estudiar y plantear soluciones a los grandes problemas de nuestra entidad. Ni siquiera se les consulta eventualmente por los parlamentarios. Se desperdicia inteligencia, talento y conocimiento.
El conocidísimo periodista, opinador político de radio y televisión, Ricardo Rocha, plantea a propósito de diputados: “Por eso urge legislar sobre mínimas exigencias académicas y de experiencia para cargos de representación popular y de gobierno. Si todos ellos cobran de los impuestos que los ciudadanos pagamos, ya no es tolerable que sigan siendo el capricho, la complicidad y la abyección las “cualidades” más importantes para gobernar este país.
Mientras no pongamos un alto a la mediocridad y apostemos de una vez por todas a la inteligencia, seguiremos teniendo diputados ignorantes”.
Por fortuna esta legislatura inicua en poco tiempo se va. Para entonces, los tristemente célebres diputados dirán: Apenas me estaba enseñando a medio legislar y ya me voy.
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