Reinas y reyes no son seres divinos, sino simplemente seres humanos
Sergio Mejía Cano
10 de Mayo de 2023
Afortunadamente y de acuerdo al artículo 12 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, no se conceden títulos de nobleza en nuestro país ni se aceptan a los otorgados en otros países; sin embargo, hay infinidad de mexicanos de ambos sexos que se sienten fascinados con la nobleza de otras partes del mundo, tal y como sucedió recientemente con la coronación como rey del otrora príncipe Carlos del Reino Unido.
A este acontecimiento se le dio amplia cobertura o como se decía anteriormente cuando regían los medios informativos impresos: se corrieron ríos de tinta para dar a conocer este acontecimiento.
Todo está bien, pues desde siempre se ha dicho que para todo hay gente; pero el caso es que la hay que considera a los miembros de la nobleza de otros países tal y como si fueran seres celestiales, como si fueran extraterrestres y, en determinados casos, como si fueran seres divinos.
Precisamente porque en nuestro país no hay ni existen títulos de nobleza, no hay un protocolo determinado más que el de puro respeto que se debe dar a otras personas; el problema es que hay quien se ofende si alguien no aplica cierto protocolo con algún soberano o soberana de otro país al estar frente a un rey o una reina. He ahí el caso cuando el entonces presidente Vicente Fox Quesada se dirigió hacia el también entonces rey Juan Carlos I de España, cuando lo saludó diciéndole más o menos “hola rey”. Uf, hubo mexicanos que hasta se rasgaron las vestiduras por esta supuesta falta de respeto hacia un rey extranjero. Entonces, ¿cómo se tendría que haber dirigido Vicente Fox al saludar al rey Juan Carlos? Se entiende que los mexicanos no estamos acostumbrados a decir “su majestad” o inclinarse o hincarse, dar la mano, etcétera, pues para la mayoría de nosotros esta palabra y actitudes no significan en realidad nada de nada más que el haberlas oído en películas o leídas en libros, novelas y hasta vistas en noticias referentes a la nobleza extranjera.
Así que, cada vez que acontece algo respecto a la nobleza de otros países, en nuestro país se da una cobertura tal como si se hubiese descubierto la cura definitiva del cáncer o de que ya a nadie le va a faltar la alimentación ni el abrigo, etcétera. Sobre todo, las televisoras abiertas queman mucho de su tiempo que, supuestamente cada segundo sale muy caro, sin embargo, horas y horas cubriendo hechos y actos de la nobleza de otras partes del mundo. Tal y como sucedió con el accidente en donde perdió la vida la princesa Diana, precisamente esposa del hoy rey Carlos III de Inglaterra; días y días informando sobre su muerte, sobre el accidente y desde luego, de las especulaciones al respecto al decir de la sospecha de un posible asesinato y no un accidente fortuito.
Pero ¿por qué hay mexicanos de ambos sexos que consideran a los miembros de la nobleza de otros países como seres divinos? ¿Qué acaso no tomarán en cuenta que son seres humanos que orinan, defecan, duermen y tienen errores y virtudes como cualquiera otro de la especie humana? Sin embargo, hay mexicanos que creen fielmente que reyes y reinas son elegidos por designación divina y no por ser personas con más suerte y ancestros más listos que los demás mortales comunes. Se ha documentado que a lo largo de la historia de la humanidad han existido nobles que se han apropiado de sus títulos mediante la violencia, asesinatos, tramas de todo tipo etcétera. Sin entender quizás estos creyentes de la nobleza divina que, entre la humanidad no hay nada similar entre las abejas y hormigas reinas, en donde no hay reyes, que con reinas y reyes humanos; nada que ver sino la inteligencia más aviesa de unos humanos sobre otros y nada más.
Cierta vez oí decir a una maestra que en la genética de los mexicanos estaba muy arraigado el gen de admirar y obedecer a un soberano, pues lo llevamos en nuestras raíces ancestrales; de ahí que de algún modo nos llame la atención la nobleza de otros países, pues nos despierta ese gen de tener en mente a los antiguos soberanos de las naciones prehispánicas.
De ahí que la mayoría de los mexicanos les rindamos cierta pleitesía a nuestros gobernantes considerándolos tlatoanis o Tlamatinimes (filósofos mexicas), por lo que al ver a nobles de otras partes del mundo se nos despierte ese gen que persiste en nuestra mente.
No por nada para muchos mexicanos de ambos sexos lo que dice o haga un gobernante está bien hecho, hasta que, precisamente sus mismos hechos los tumban histórica y dramáticamente.
Sea pues. Vale.
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