Tepic, Nayarit, jueves 21 de noviembre de 2024

El hombre más leal a Miguel Ángel Navarro

08 de Abril de 2023

Era una tarde de agosto del 2013 y llovía, como suele llover cada verano en Tapachula, Chiapas. Al salir del restaurante del hotel Casa Maya Mexicana, al doctor Miguel Ángel Navarro Quintero ya no lo esperaba la imponente camioneta Durango blanca que había utilizado los últimos 3 años en su calidad de delegado del IMSS en aquel estado.  Tampoco estaba ya la comitiva que habitualmente lo acompañaba cuando era uno de los funcionarios más poderosos de Chiapas. Para su traslado, cruzando la calle, estaba estacionado un modesto Tsuru color claro y la pequeña figura del contador Arturo Galaviz. De camisa a cuadros y manga corta, deslavados pantalones de mezclilla y zapatos chatos siempre bien lustrados, delgado en extremo, con el cabello y el bigote ya bien poblado de canas y unos anteojos que hacen lucir sus ojos más grandes de lo que son, el contador Arturo Galaviz es el hombre más leal a Miguel Ángel Navarro desde hace décadas. 

Aquella tarde a la que hago referencia, el doctor me había invitado a acompañarlo a una comida que en su honor darían un grupo de colaboradores suyos, que así manifestaban su gratitud y al mismo tiempo, así se despedían del que hasta hace unos días había sido su jefe. Fue un acto valiente, si se considera el contexto de aquella comida: el doctor había sido un buen delegado, pero cometió el error de confiar en personajes que trabajaron más para su propio provecho que para el de la institución. A esto se sumó la alternancia del 2012 cuando el PRI regresó a los pinos de la mano de Enrique Peña Nieto y surgió la necesidad de reclamar todos los espacios de poder, entre ellos la delegación ocupada por el doctor. Luis Armando Melgar, el recién estrenado senador por Chiapas y muy cercano a Ricardo Salinas Pliego, operó para que sacaran al doctor Navarro de la delegación y en su lugar impusieran a su hermano Yamil. Lo anterior con el argumento de que el doctor había sido propuesto por Felipe Calderón y que había operado en aquel estado la campaña presidencial de Josefina Vázquez Mota. Aquella maniobra político-administrativa tardó poco más de ocho meses, pero se concretó en agosto del 2013. Muchas de las personas de Chiapas a las que el doctor Navarro ayudó, durante aquellos últimos días, le negaban hasta el saludo. Trataban desesperadamente de desvincularse del político nayarita para quedar bien con el nuevo delegado, Yamil Melgar -hoy presidente del Congreso chiapaneco-, por lo que esa comida me pareció un gesto admirable de parte de aquellas personas. 

Una vez en el departamento del doctor, recuerdo muy bien una anécdota que tiene mucho qué ver con el contador Arturo Galaviz. Mientras el contador se alejaba en su coche y al tiempo que el doctor Navarro y yo entrábamos al edificio donde vivía, le hice el comentario de que el contador era su “Giménez”. Con su característico gesto de gravedad y acomodando sus anteojos con el dedo medio de la mano diestra, me dijo: 

-Si Santa Anna tuvo a su Giménez, yo tengo a Galaviz-

Manuel María Giménez es un personaje extraordinariamente retratado por la pluma del escritor Enrique de la Serna en su novela sobre el polémico Antonio López de Santa Anna “El seductor de la patria”. Al doctor le gustó mucho aquella lectura y me la había recomendado semanas antes. Hasta la fecha, es de mis lecturas preferidas. Me tomo la libertad de escribir lo anterior, porque me parece muy ilustrativo el hecho de que en los malos momentos de la vida política del doctor Navarro Quintero, siempre ha resaltado la discreta figura de Arturo Galaviz como el hombre que jamás le abandona. 

Pese a que, recientemente me enteré de que el actual gobernador se había referido a mí como “un adversario” por las críticas que sobre su administración publico, yo no lo considero así en lo más mínimo. Al doctor lo conocí en el 2005 siendo candidato a gobernador… durante los siguientes años, debo confesar que no tuve más trato con el contador Galaviz que las trivialidades que uno se dice cuando se encuentra a un conocido de vez en cuando. Incluso, tenía la impresión de no caerle del todo bien. Aquella imagen cambió cuando llegué a Chiapas y descubrí el contador Galaviz a un amigo solidario y generoso. 

Una noche de junio del 2012, cuando no tenía más de una semana en Tapachula y todavía estábamos Orlando Piña y yo en busca de un departamento para vivir, recibí la llamada del contador, quien esa noche me invitaba a cenar. Orlando había llegado a Chiapas el mismo día que yo, invitado también por el doctor Navarro a trabajar en el IMSS, era hijo del ingeniero Arturo Piña Herrera, un exdiputado que formaba parte de aquella organización que alguna vez se llamó Juntos Por Nayarit. Ambos, debo confesarlo, gastamos nuestras reservas de dinero sin tomar en cuenta lo caro que resultaba instalarse en una ciudad desconocida y el hecho de que nuestra primer quincena no llegaría sino hasta casi 30 días después. 

El contador nos invitaba a cenar continuamente. Lo recuerdo muy bien saliendo del edificio en el que vivía con otros amigos de Nayarit que también formaban parte del equipo del doctor Navarro en Chiapas, estaba por la calle 10ma poniente. Salía ya en pijama, con chanclas y con una bata estilo Mauricio Garcés, caminábamos por la octava sur, donde había cantidad de puestos de comida por la noche, pupusas, tacos de cabeza, pozoles, hot dogs y tortas. El contador nunca nos restringió y, por el contrario, cuando advertía que nosotros nos limitábamos para no engrosarle la cuenta, a sabiendas de que él la pagaría, pedía más comida para nosotros. Nunca he estado seguro de esto, pero me da la impresión de que le daba gusto que aceptáramos su ayuda. Cada viernes y sábado, jugaban dominó desde la tarde noche hasta bien entrada la madrugada en la banqueta de su edificio. Los amigos que también eran de Nayarit sacaban una bocina de esas pequeñas que caben en la palma de la mano y con ella amenizaban las partidas de dominó, que siempre eran de apuestas. 

Nunca volví a tener mayor trato con el contador Galaviz, pero desde entonces le guardo mucho cariño. Tengo la certeza de que él es el hombre más leal al doctor Navarro y que siempre lo acompañará, haga lo que haga. Espero que el doctor siga pensando igual que aquella tarde lluviosa en Tapachula, donde admitió tener certeza de la lealtad del conta Galaviz, pues cuando el poder que ahora ostenta se esfume a medida que se acerque la sucesión del 2027 y aquellos a los que ha empoderado se alejen de él, queriendo quedar bien con quien habrá de sucederlo, cuando ya no haya Camarenas, Albas, Santanas ni Mercados, estoy seguro que la figura del contador Arturo Galaviz volverá a emerger como la de un amigo leal y el hombre más fiel a Miguel Ángel Navarro Quintero, aunque éste ya no sea gobernador de Nayarit. 

Foto de Genaro Martínez Haro


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