El poder del periodista
Hilda Andrade
13 de Febrero de 2023
Al igual que los gobiernos la prensa sufre transformaciones que por momentos pareciera que la llevan a un callejón sin salida, inclusive a la extinción; quienes lo hacen notorio son los periodistas de la vieja guardia, los que reporteaban con libreta en mano ejercitando la memoria para retener información y estaban informados a base de leer cotidianamente, inclusive, haciendo enormes archivos con recortes periodísticos perfectamente clasificados y pegados en hojas bond. Ellos son los que nos dan cuenta del poder de la prensa escrita años ha.
Lynne Walker, reportera norteamericana con amplia trayectoria y candidata al premio Pulitzer concedió una entrevista para hablar de los medios impresos frente al Internet, la labor periodística en el nuevo orden mundial y algunos otros temas relacionados.
Lynne Walker desarrolló su carrera como corresponsal en diferentes ciudades mexicanas, San Diego y el Distrito Federal las principales, llegando a especializarse en temas fronterizos y particularmente en migrantes.
En un perfecto español, se define como “periodista de hueso colorado”; a
pesar de ahora ocupar un importante cargo, vicepresidenta del Instituto de las Américas. 33 años de experiencia en las redacciones de periódicos en México y en Estados Unidos no han menguado su interés por la información “no voy a dejar mi amor por el periodismo; me fascina, me anima, tengo mucho entusiasmo y energía para encontrar la forma más adecuada para compartir la información” confiesa.
¿Cómo definiría la labor del periodista en un mundo con nuevas reglas y tecnología?
--La Internet y la tecnología de multimedia las tenemos que ver como una oportunidad, una forma muy efectiva de alcanzar a la gente; por eso tenemos que encontrar nuevas formas de hacer llegar nuestro mensaje los periodistas.
¿Cómo recuperar la credibilidad en la prensa escrita y el interés en los informadores en este bombardeo cotidiano de información?
-Con información creíble, tenemos que comportarnos siempre profesionales y con ética; todo mundo sabe quiénes somos, de dónde venimos y cómo vamos a comportarnos y eso también nos abre puertas.
-¿Los comunicadores son parte de la democracia?
--¡Claro!, no hay democracia sin periodismo, sin periodista, porque estamos informando a la gente; si hay un pueblo que no está informado simplemente no puede haber democracia.
--¿Considera que el lector ha sido olvidado o relegado en aras de la venta, la publicidad?
-- A veces sí. Y es el más importante. Cada vez que me sentaba frente a la computadora a escribir, especialmente si era una nota muy larga o una serie de artículos, yo trataba de imaginar a algunos lectores sentados en el mismo cuarto conmigo. Imaginaba a un señor ya cansado que llegaba y agarraba el periódico; una mujer que está trabajando y tiene hijos y casa que mantener; un joven de 18 o 20 años que está empezando su vida y tiene muchas preocupaciones e ideas. Y siempre me preguntaba ¿Cómo voy a alcanzar a ellos, todos, y llamarles la atención suficiente para que me presten unos momentos para decirles algo que yo necesito decir? Ese es mi compromiso al escribir.
¿Qué hay a la hora de tomar decisiones; Cuando se tiene que decidir entre lo que se escribe y lo que queda fuera de la nota; ha cambiado o aplica la autocensura más que en el pasado?
--Silencio corto. Esa es la batalla. Mucho de la labor del periodista es pensar. En mi caso, cuando hago una entrevista, me alejo de la gente, para asimilar lo que me dijeron, y a veces en el mismo momento empiezo a escribir puntos para empezar mi nota. Porque los periodistas siempre estamos bombardeados de información y siempre nos preguntamos: qué es lo importante, por dónde empiezo, cuál es lo más importante; y eso requiere un enfoque, requiere concentración; hay que pensarlo muy bien para saber lo que será más interesante para la gente. Y ahí empiezo.
-Con qué escribe ¿con la pluma, el corazón o el cerebro?
“Yo escribo con el corazón” contesta de inmediato con una espléndida sonrisa. --Pero también con el cerebro, no se trata de estar llorando encima del periódico, no estamos escribiendo para telenovelas. Siempre busco lo que llamo “momentos” ; son esos acontecimientos que son únicos en el día y llaman la atención; esos momentos se pueden usar para hacer la nota, quizá no para empezarla; quizá sirva para crecer la información y llegue un clímax en donde haces una pausa para poner un pequeño encabezado para empezar de nuevo.
Qué abunda en la profesión de periodista: ¿lo gratificante o lo desgastante?
--Yo amo el periodismo y no me cansa, aunque no voy a decir que nunca me quiebro. Por una buena nota, hay muchas pequeñas, intrascendentes. Y eso es lo que me motiva, eso me hace poder dormir tres horas, levantarme, viajar a otros lugares, empezar a hacer entrevistas. Es la satisfacción, la emoción. Soy una persona con mucha curiosidad, y no creo que se pueda ser buen periodista sin tener curiosidad.
Esa curiosidad la llevó a conocer y convivir por seis meses con indios mixtecos; fue la misma que la lleva a documentar la llegada del primer mexicano a un pequeño pueblo de Illinois y cómo cambia la vida de esa sociedad, al grado que esa nota le vale quedar como una de los tres finalistas para el codiciado premio Pulitzer en el año de 2004.
¿A dónde le ha llevado esa curiosidad?
--Me ha llevado al desierto de San Luis Potosí, para informar sobre la extinción del peyote y lo que está haciendo el gobierno para evitarlo, cómo están trabajando con los huicholes.
También la ha llevado a cubrir conflictos bélicos, desde el medio oriente, pasando por Latinoamérica y México donde dio cuenta del movimiento zapatista en Chiapas hasta los recientes conflictos magisteriales en Oaxaca.
¿Cuál es la nota que no ha escrito?
--Hay muchos pendientes, pero una que me llega a la mente muy rápido: la migración. La migración está rompiendo el tejido social en México. Eso lo vi en los 15 años que viví en México.
He estado en el momento cuando mujeres se enteran que su esposo salió otra vez para los Estados Unidos, y ellas llorando en su casa, porque no saben si lo volverán a ver. He hablado con esposas que no tienen noticias de él y algún otro familiar. También he visto cuando regresan los hombres de los Estados Unidos abrazan a su hijo quien empieza a llorar diciendo: “¿quién es?, tú no eres mi papá”. No los reconocen porque los dejaron muy pequeños.
Y digo que la migración está rompiendo el tejido social, porque antes los mexicanos migraron regresaban después de la temporada agrícola; ahora me parece que con el cambio en las leyes de los EEUU dificultando el paso por la frontera decidieron muchos de ellos quedarse en los Estados Unidos porque es muy riesgoso tratar de regresar a México y también muy costoso. Esa es la nota que me falta por escribir.
¿Un mensaje para las nuevas generaciones de periodistas y comunicadores?
-- No podemos dejar la batalla. Los periodistas tenemos que mantener el entusiasmo y seguir luchando, seguir intentando mejorar, encontrar la forma de hacer nuestro trabajo mejor para tener de nuevo la atención de los lectores.
--¿La Internet acabará con los periódicos?
--Lo va a afectar, pero no lo va a acabar con los periódicos, porque todavía hay gente que quiere leer; pero ahora tomando en cuenta que un periódico es un negocio, con muchos gastos y que los dueños de periódicos tienen que encontrar la manera de ganar dinero, y eso es lo preocupante, que en esa lucha están todos los periódicos, me parece. Por el cambio.
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