Campa Bonilla, personaje complejo e impredecible
30 de junio de 2013
Lo dicho por Oscar González Bonilla en su participación como comentarista en el acto de presentación del libro de adivinanzas Divino si lo adivino de Octavio Campa Bonilla.
Aquí estoy, para satisfacción de Octavio Campa Bonilla.
Y lo digo así, porque en ocasiones insinuó la probabilidad de que no asistiera.
Ilustres personajes han fallado, yo no. No podía quedar mal al amigo.
Todavía ayer me dijo ponte a trabajar, no quiero que improvises.
Claro que no, pero Sr. Campa pido licencia para improvisar cortos comentarios, trato de restar aunque sea un poquito la solemnidad a este acto.
Octavio Campa Bonilla sabe de mis deficiencias físicas e insuficiencias mentales.
Soy producto de dos cirugías, una para extirpar un tumor afortunadamente no canceroso, pero que amenazaba penetrar al cerebro. Tumor de dos centímetros y medio asentado en los nervios facial y auditivo.
A consecuencia de ello quedé con parálisis facial y perdí total audición del oído izquierdo.
Otra para unir un nervio de la lengua con el nervio facial y así enderezar la boca. Pero la mitad de la lengua no me funciona.
Aquí recuerdo al “Pipiripau”, Edgar Rafael Arellano Ontiveros, entrañable amigo QEPD, quien decía: “Este cabrón, cuando habla en público parece que se quiere morder la oreja”. Así de sarcástico era nuestro compañero de oficio.
De ahí mis temores de aparecer en público.
Pero trato de vencerlos, sobre todo con la actuación.
Agradezco a Octavio Campa Bonilla me haya invitado a participar en la puesta en escena de la obra de teatro Farsa y Justicia del Señor Gobernador, donde él hace el personaje del gobernador y yo el de su secretario.
Y como hay que guardar obediencia al Sr. Gobernador, voy a leer lo que redacté para la presente ocasión.
Lo haré de manera lenta para darme a entender, y si no es así, ofrezco una disculpa. Ojalá y mi parálisis facial no me traicione.
Estimada concurrencia
Amigos todos
Confieso: es la primera vez que participo en estos menesteres con destellos luminosos de literarios.
A la propuesta de Campa Bonilla pregunté ¿de qué debo hablar?
Habla de lo que te dé tu regalada gana, crítica el libro si quieres, fue la respuesta.
Y como estoy frente un anarquista, como se nombra el poeta, diré que las presentaciones de libros, a mí me parecen a veces reuniones para manifestar elogios mutuos.
Pero no estoy en contra, son ocasiones muy propicias para en vida rendir merecido homenaje al empleador del esfuerzo intelectual que produce la obra para deleite y goce espiritual de los demás.
Precisamente, es Octavio Campa Bonilla, mi queridísimo Vate, además de pariente y compañero actor, quien motivó la edición en libro, de entrevistas que realicé a los 13 personajes que participamos en la puesta en escena de “Farsa y Justicia del Señor Gobernador”.
Está en prensa, llevará por título “Júbilo detrás del telón”, por consecuencia en breve formaré parte de ese grupo selecto de autores, del cual en Nayarit Octavio Campa Bonilla guarda un sitial de privilegio por lo abundante de su obra.
Tendrá el libro su correspondiente presentación, sin duda, y estaré entonces en la posición de recibir críticas.
Miren, a propósito, al inicio de esta semana leí una entrevista a Octavio Campa Bonilla que se publicó en un diario local.
Cuando le piden opinión sobre su tocayo Octavio Paz, mi estimadísimo amigo expresa:
“Fue uno de mis poetas de cabecera. Yo pensé que los poetas no dejaban de serlo y él fue antipoeta al final de su vida”.
Oiga, ¿no es una irreverencia hablar así de nuestro premio Nobel de Literatura? , le dice el entrevistador.
No, no es una irreverencia, contesta.
Ibañísticamente continua: “Sus poemas (de Octavio Paz) son poemas para topos, están extraordinariamente malhechos”.
Y luego, Campa Bonilla gratificante expone: “Paz es un autor vivo aunque ya se haya muerto, tiene cosas muy importantes y muy valiosas, cosas fuera de serie, cosas que son extraordinarias”.
Por ello sostengo que Octavio Campa Bonilla es un personaje complejo, impredecible, guiado por impulsos difíciles de explicar.
Pero ha sido capaz de crear obras literarias importantes, como lo es el caso de “Divino si lo adivino”, presentación que hoy nos congrega.
Un libro de adivinanzas, que pudiera estar considerado en un género menor.
Pero no es así, claro que tiene su mérito cuando es la representación de una tradición arraigada en el sentir popular, forma lírica de comunicación del saber y entretener.
Ingenio y poesía unidos en un juego mental y verbal que hacen las delicias de los niños, pero también de los adultos.
Sobre el tema, Antonio Salgado comenta: “Las adivinanzas tienen la gran cualidad de la sencillez para tratar los temas más disímbolos, sin que ello signifique ni deterioro de conciencia ni ostentación de suficiencia.
Simplemente reflejan el universo en su totalidad, el real y el imaginario, y lo convierten en poesía”.
Cuatrocientas una (401) adivinanzas, de buena catadura, nos presenta Campa Bonilla en su libro Divino si lo adivino, aparentemente de una estructura sencilla, pero construyen un universo de enigmas y retos a la imaginación.
Nadie puede negar el carácter lúdico de la adivinanza, pues ésta es ante todo un juego, un pasatiempo que consiste en armar rompecabezas verbales para poder apreciar la imagen buscada.
Y de ello, Divino si lo adivino tiene múltiples ejemplos.
En la adivinanza su sola limitante es la imaginación.
Según expertos, las adivinanzas cumplen una importante función en la formación intelectual de los niños, de los jóvenes y de todos pues fomentan en ellos la capacidad de razonar en forma lógica.
Así también la capacidad de descubrir y desentrañar el mensaje oculto.
El respetable licenciado Manuel Salinas Solís sostiene que las adivinanzas además de estimular la imaginación y despertar la fantasía, son casi un bálsamo contra la apatía y el abominable estrés.
Como las presenta Octavio Campa Bonilla, yo digo que son un formidable ejercicio del intelecto que permite conservar con vida las neuronas, y por lo tanto, evitar el terrible Alzheimer, enfermedad tan común en nosotros los viejos.
Para finalizar:
Sé que habrá de responder
Con enjundia y jiribilla
Es siempre su manera de ser
Aunque a veces se gane una trompetilla
Adivina, adivinador
¿Quién es ese gran señor?
Muchas gracias.
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