Tepic, Nayarit, jueves 28 de marzo de 2024

La corrupción en máximo esplendor

Oscar González Bonilla

30 de junio de 2013

Fue una experiencia enriquecedora. El timbre del celular mi hizo aguzar mis sentidos,  el oído más, al mismo tiempo que saltar del sitio donde comúnmente me encuentro atejonado. Era el aviso de la detención por la policía estatal de familiares que habitan al centro-sur de la zona rural de Nayarit, acusados de abigeato.

Pedían los buenos oficios del reportero de la gente para interceder por los desvalidos, en esos momentos ya hacinados en las pestilentes mazmorras que contiene el edificio de la Fiscalía General de Nayarit, donde también se encuentra un sitio muy especial donde se violan elementales derechos humanos y se comete atroz tortura, esta última eufemísticamente llamada método científico de investigación.

Mucho tiempo de no pisar instalaciones del ambiente policíaco, a lo cual no soy demasiado afecto, eran mis meros moles cuando inicié en la actividad reporteril en la década de los años setentas, pues según don Paco Ocampo en ese entonces de rigor era que el iniciado comenzara cubriendo ese tipo de información, me llevó a consultar  compañeros periodistas que cubren la nota roja para conducir mis pasos.

Unos me sugirieron entrevistarme directamente con Edgar Veytia, titular de la Fiscalía General, otros con Pavel Emilio Valdés Balbuena, director de Averiguaciones Previas. Decidí por este último, joven profesionista conocido de años por ser hijo de un compañero periodista.

Me encaminé hacia las instalaciones de lo que hoy pomposamente se llama Fiscalía (como soy lego en materia de Derecho, no sé qué diferencia existe entre Procuraduría y Fiscalía, pues todo cambió para seguir igual), no sin antes recibir la llamada de un hijo de mi primo en reclusión para anunciarme la buena nueva: una persona, no especificó si policía o trabajador administrativo, le ofreció poner en libertad a su padre a cambio de tres mil pesos.

Le pedí no cayera en el garlito, se aprovechan de la desesperación de familiares para esquilmar. Ten calma, le pedí. Al final de esta historia me enteré que la cantidad fue entregada y víctima del consabido engaño, aunque durante las horas que estuvimos juntos jamás el muchacho habló conmigo del tema.

Largo tiempo tardó el director de Averiguaciones Previas en recibir al reportero de la gente. Haciendo antesala, luego de prometer en la mañana que seríamos atendidos a las siete de la noche, saludé a abogados que desde hace más de 20 años trabajan en la dependencia, así como buena cantidad de profesionales del Derecho y amigos que cotidianamente acuden a ese lugar en busca de solución a problemas de su clientes, los primeros, y de familiares, los segundos.

Me di cuenta de la permanencia de vicios en materia de procuración de justicia, de que la corrupción está enquistada en agentes del ministerio público y en elementos de la policía en cualquiera de sus denominaciones (estatal preventiva, Nayarit…), pero además los mandos medios y superiores de la Fiscalía General no escapan al efecto del abuso inmoral. Los abogados dedicados a litigar saben bien de estas viciadas prácticas, pero por conveniencia callan y aún más por temor a represalias, tampoco nadie quiere enfrentar al fiscal que a gritos, pedos y sombrerazos azorrilla a los licenciados faltos de carácter, cultura jurídica y general.

¡Por fin! el encuentro con el amigo después de la dilatada espera, casi al final de la atención a decenas de personas. “Estamos en el proceso de investigación, todavía nos falta reunir varios elementos. Mañana vence el plazo de ley con base en el periodo en que los pusieron a mi disposición. Vénganse mañana a la cuatro de la tarde, les daré conocer la decisión”. Incluso dejó abierta una posibilidad: “Si es necesario subes con Veytia, entonces él me dará alguna orden al respecto”.

Casi a las diez y media de la noche, mi mujer y yo abandonamos las instalaciones de la Fiscalía General de Nayarit, no sin antes despedirnos de un grupo como de diez familiares de los detenidos entre los que se encontraban hijos, esposa, hermanos y hasta nueras, mismos que tercamente permanecieron en el punto.

Trepamos a un taxi con destino a casa por las oscura y solitaria avenida. El chofer muy hablantín, abordó el tema del señor gobernador para expresarse de muy mala manera, a lo cual este reportero de la gente no prestó atención porque lastimaba sus castos oídos. Luego se refirió a Veytia, fue ahí donde supe que le llaman Bestia, de quien dijo que no es tan huevudo como se dice, más bien la paz pública que vivimos es porque una banda del crimen organizado venció a su contrario que le disputaba la plaza, por eso ahora los Zeta trabajan a sus anchas en la venta de drogas, dijo.

Al siguiente día, plenamente convencido de que debería acudir a las cuatro de la tarde a la Fiscalía, en el transcurso de la mañana recibe la llamada indicándome que ya no me preocupara ni hiciera ningún movimiento, la medianoche anterior los supuestos abigeos fueron puestos en libertad ¡Pácatelas! ¿Y eso? Surgieron en mí muchas dudas, porque el mensaje fue muy escueto, no más explicaciones.

Enseguida me enteré que los familiares de uno de los detenidos por su libertad pagaron 350 mil pesos, 140 mil pesos por dos y 15 mil pesos por uno más. Es decir, fueron cinco las personas que la policía estatal detuvo, al ser implicados en supuesta participación después de que al dizque “cabecilla” lo hicieron hablar en largas y permanentes sesiones de tortura, lo dejaron hecho un guiñapo.

El afectado, Darío Castañeda, según los decires pariente del gobernador, pidió 140 mil pesos de indemnización por la desaparición de una veintena de reses ¿Y el resto del dinero a los bolsillos de que funcionario va a parar? Porque hasta ahorita oficialmente no se ha informado que se entrega a la beneficencia pública ¿El gobernador estará al tanto de las andanzas de su funcionario consentido y su pandilla?

Lo cierto es que aquello está podrido, la corrupción hasta la médula. Los efectivos de Veytia allanan casas sin orden de cateo, detienen arbitrariamente, golpean detenidos, torturan e incomunican. Todo aquel que tiene la desdicha de caer en las garras de la Fiscalía (y son viajes de varias decenas de detenidos de los diferentes rumbos de Nayarit) sus familiares deberán pagar altas cantidades de dinero a cambio de su libertad. No hay de otra.




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