“El Espíritu del Río”
Rocío Alegría Treviño (Cielo)
19 de Enero de 2023
En las altas montañas, donde se coronaba de nieve, vivían varios pastores con sus familias, las noches ahí eran larguísimas, por el inmenso frío que congelaba las aguas del río que descendía de aún más arriba, parecía venir del mismo cielo. Había unas colinas muy altas y empinadas y se sucedían unas tras otras, resplandeciendo por su nívea belleza; los niños salían a jugar con la nieve, sus naricitas rojas y sus mejillas se encendían por el inclemente clima.
El río permanecía helado, en algunas ocasiones se acercaban a jugar en las riberas y juntaban algunas nueces que se daban por ahí, los árboles vestidos de blanco atraían a los chicos, los sacudían y caía la nieve en copos pequeños y grandes, ellos reían felices, sus papás les pedían no alejarse mucho, pues oscurecía muy pronto, el sol apenas asomaba trémulamente por entre los árboles y montañas; ellos llevaban las cabras a pastar, a buscar entre las laderas algunas hierbas comestibles, estaban acostumbradas a ello.
Los niños las seguían con sus palos de madera y con los que jugaban a los espadazos; para ellos era una verdadera aventura vivir ahí, les encantaba el aire gélido que corría por entre las colinas y los hacía temblar, pero luego entraban en calor, al ponerse a jugar y corretear a las cabras.
Se fueron yendo hacia el río, las cabras se acercaron peligrosamente, había lugares donde el agua corría y no estaba congelada, solo que estaba muy fría; las cabras se inclinaban a beber y una de ellas resbaló y la corriente se la fue llevando río abajo, los chiquillos corrían por la orilla gritando y manoteando, viendo que la cabra desaparecía ante sus ojos, la corriente era muy fuerte, pues como era pura bajada tomaba mucha fuerza.
Tristes quisieron salvarla, uno de ellos vio un tronco, se aferró a él y se metió al agua para buscar a la cabra, para ellos eran algo precioso, las amaban pues desde pequeñas las habían cuidado. Su desesperación hizo que Kostya se aventurara a buscarla. Los chiquillos le decían que se saliera del río y corrían haciéndole señas, Kostya divisó a la cabra, estaba atorada en unas ramas, feliz hacía que el tronco se acercara a ella, el agua era muy fría y comenzaba a sentir mucho frío.
De pronto la cabra desapareció ante sus atónitos ojos, del agua salió un enorme animal, parecía una serpiente, pero muy grande, pues se había tragado a su cabra de un solo bocado; los niños al ver eso, le dijeron a Kostya que se saliera del agua, pero no podía soltarse del tronco, pareciera que estuviera adherido a él.
El tronco se alejaba a toda prisa, siendo arrastrado por la fuerte corriente, dejando atrás a los niños, quienes desesperados corrieron a sus casas a avisar a sus padres; mientras tanto Kostya trataba de soltarse del tronco para poder nadar a la orilla, pero no podía.
Una fuerza extraña lo tenía adherido al tronco, se fue alejando entere gruesos trozos de hielo, sus piernas ya no las sentía del frío que lo había paralizado y el temor; el tronco lo arrastró hasta llegar a una cascada, donde estrepitosamente cayó y el lugar donde se atoró el tronco, era un lugar cálido, el agua se sentía tibia, había flores en la ribera del río, de verdad era un cambio muy extraño.
Esas flores solo aparecían en primavera, se escuchaban pajarillos cantar, había mariposas de bellos colores revoloteando, volteaba a todos lados y veía los cerros verdes llenos de árboles frutales, que se le antojaban, sin embargo, no podía soltarse del tronco.
Comenzó a llorar desesperado estaba yendo hacia una especie de cueva, donde a lo lejos se veía oscuro y se escuchaba ruidos de un animal inmenso; comenzó a temblar, el tronco lo llevaba hacia allá, estaba muy triste, la cabra había sido tragada por ese animal que se encontraba en esa inmensa cueva dentro del río; se puso a orar y pidió a Dios que lo ayudara.
Estaba tan concentrado en sus oraciones que no vio que emergía del agua una hermosa mujer; era morena, con su cabello color azabache, tenía unos grandes y hermosos ojos verdes; se acercó a él y le dijo: No temas Kostya, yo te salvaré, has pedido ayuda, desde tu corazón con mucha fe y vengo a ofrecértela, contento le sonrió, y le dijo: No puedo soltarme de este tronco, no me deja; así es, dice, ese tronco no es lo que parece ser, es un espíritu malévolo del río que se hace pasar por tronco para atrapar a las personas, como lo hizo contigo. . . Pero yo te salvaré.
Tienes que soltarte poco a poco, pues si lo haces de prisa, el espíritu no te dejará ir; está adormecido ahorita, mira, le dice: Traje unas flores muy aromáticas, con ellas serás salvado de ese espíritu del río, a él no le gusta ese olor y te soltará al instante, trata de asirlas con la boca, porque sus manos estaban pegadas al tronco. Así lo hizo el niño, tomó con su boca las hermosas y aromáticas flores y ¡Zaz! Que se cae del tronco. . . No te asustes, le dijo la hermosa joven, yo te sostendré y tenemos que apurarnos, porque la bestia que habita en esa cueva es peligrosa y me odia, esa serpiente, era una linda joven, pero se volvió mala, egoísta y envidiosa, hizo ahogar a una joven muy hermosa en este río por robarle su belleza; pero los Dioses la han castigado y la convirtieron en esa horrible serpiente.
En su odio, trata de vengarse cada vez más de lo que le hicieron y asesina sin piedad; ya los Dioses están buscando la manera de que se arrepienta y vuelva a ser la de antes; aunque no han logrado convencerla, está rabiosa a más no poder.
Escuchan el ruido de la serpiente que se acerca, la joven toma al niño de la mano y salta con él fuera del río, ante el asombro de la serpiente, que trata de darles alcance, pero no lo puede hacer; pues la hermosa joven, es la Hada de los Bosques, de la Nieve y contra su poder es difícil, fuera del río. Ella tiene mucho poder, estando en el río, fuera de él no, porque no tiene permitido salirse del agua, si lo hace quedaría convertida en hielo.
De pronto, el niño y la hermosa Hada vieron con horror como la serpiente saltaba con la enorme boca abierta, enseñando unos filosos dientes, le salía una cresta horrible, como un hueso puntiagudo era espantosa, al salir del río el agua salpicaba por doquier, pues era descomunal, de un color gris verdoso; la Hada se sobresaltó, no esperaba ver eso, la serpiente quería devorar a la Hada, había logrado convencer a unos Dioses con mentiras y le dijeron que podía tomar la vida de una joven bella para que recuperara su figura habitual.
La Hada, al ver eso, saltó con Kostya abrazada a él y subió a la más alta montaña, la nieve era blanca y pura, la serpiente intentó seguirla, pero conforme avanzaba se iba convirtiendo en hielo y se fue desmoronando hasta fundirse en la misma nieve.
Asustado Kostya no soltaba la joven ante tal espectáculo sobrenatural. . . No temas, le dice la joven y de la mano bajan lentamente la Montaña. Mientras se acercaban a su aldea, la joven le dijo que ya podía irse, que no corría peligro, además le dijo: Ya pueden bañarse en el río el monstruo se ha ido, solo deben cuidarse del espíritu del río que aparece en forma de tronco o de ramas secas para engañar, además, corten de las flores aromáticas que hay en la orilla, ténganla cerca de ustedes y jamás se les acercará.
En eso se acercan los amigos de Kostya felices de verlo bien, los padres de Kostya le agradecen a la hermosa joven, sin saber que era el Hada de Las Nieves; uno de los hermanos de Kostya se enamoró de la joven, se acerca a ella y la invita a caminar; la joven se sonríe, lo toma de la mano y se alejan.
Los ven irse y esperan por el joven, pero éste jamás regresa; se dice que la Hada se lo llevó a vivir dentro de una inmensa gruta, llena de hielo.
Y colorín colorado, este cuento, se ha terminado.
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