La noche anterior al siete de junio, cuando se festeja el Día de la Libertad de Expresión en Nayarit, de las poquísimas entidades del país donde se conserva la fecha, recibí en el teléfono celular la llamada de lo que parece ser hoy es Comunicación Social del Gobierno del Estado para indicarme que estuviera presente al día siguiente a las 9:45 horas en el auditorio de la biblioteca magna de la universidad, nuestra máxima casa de estudios. “Dice la licenciada Sandra (Martínez, titular de la dependencia) que no vaya a faltar, por favor”, me indica la voz femenina de una de las secretarias.
Sólo indague la procedencia de la llamada, más no pregunté el por qué era necesaria mi presencia en el acto que supuse sería el oficial para recibir el premio estatal de periodismo, por la fecha y el lugar de la cita. Hace ya algunos años que la entrega de reconocimientos se realiza en ese recinto. También tradicional es que el gobernador en turno ponga personalmente en poder de cada uno de los periodistas galardonados sus respectivos merecimientos. En la ocasión presente Ney Manuel González Sánchez no asistió, tampoco lo hizo el año anterior, entonces el mensaje del mandatario al periodismo nayarita es de importarle un rábano. Hay quienes deseaban la presencia de Ney para cuando menos saber qué piensa a poco más de tres meses de dejar el cargo. Pareciera que está más interesado en la próxima elección, que bastante influirá en su futuro político.
La comunicación por medio del teléfono me causó sorpresa, virtud a que en los ya casi seis años de este gobierno jamás me han llamado, y menos de Comunicación Social, para invitarme a algo. Pasé inadvertido, quizá por mi escasa presencia periodística en los medios. Pensé que me querían para formar parte de la parafernalia del singular acontecimiento, por ser un periodista añoso, por tanto representativo. Pero igualmente me dije: jugar ese papel corresponde a las y los dirigentes de cuando menos decena de organizaciones gremiales que existen en Nayarit.
Llegué puntual a la cita, tres personas componían la asistencia en el recinto universitario. Más tarde fueron apareciendo más, sobre todo quienes trabajan para rectoría y medios electrónicos y audiovisuales de comunicación social de la UAN. Me topé entonces con Luchy Narváez, responsable de esa área en la institución de educación superior, que para llamar mi atención me comentó que el día anterior, ya tarde, la comisión de premiación, apoyada por expertos en la materia, emitió calificación en sobre cerrado sin ella conocer el veredicto. Luego las lenguas de doble filo me hicieron saber que en esa misma condición ipso facto le llegó el dictamen al gobernador Ney González.
Luchy siguió desviando mi atención: fíjate que fue muy baja la participación en Caricatura, en Fotografía sólo intervinieron tres y con trabajos de escasa calidad al grado que el premio se declaró desierto. Luego entonces, Luchy estaba enterada del resultado de la comisión de premiación, cuyo presidente es el rector de la UAN, Juan López Salazar. Por ello me atreví a pedirle nombre de los premiados ¡Espérate, hombre! Recibí como respuesta. Enseguida se escabulló entre los pocos asistentes.
Para no perder miserablemente el tiempo, éste lo ocupé en escribir notas como regularmente hago en mi libreta de apuntes. Estaba sumergido en ese quehacer cuando se me acerca una periodista conocida mía, reportera televisiva de RTN, Araceli Beltrán, quien interrumpió mi escritura para solicitarme una entrevista ¿Con motivo de qué? Pregunté. Porque usted es uno de los premiados, contestó. Fue entonces que supe de tal acontecimiento. Rápido dejé mi asiento para ir donde ella me requería.
Antes de empezar la grabación me dio la noticia de que había sido galardonado en el género de Entrevista. Superado el desasosiego, me dispuse a decirle, porque me lo preguntó, que sentía el premio como un reconocimiento al esfuerzo continuado, un estímulo al quehacer periodístico que conlleva el propósito de elevar la cultura de los ciudadanos nayaritas. Me pidió una recomendación a los periodistas: que sean objetivos, no ojetivos; que diariamente se esfuercen por hacer bien su trabajo, que sin escusa ni pretexto dediquen todos los días horas a la lectura, que se preparen para estar a la altura de los requerimientos tecnológicos. Hay viejos periodistas que aún nos rehusábamos a utilizar la computadora.
De los ocho ganadores del premio estatal de periodismo 2011, en sus diversos géneros, sólo conocí a tres. Lo que me hace entender que hay que dar paso a la nueva generación de periodistas que, sin duda, en sus entrañas trae a elementos muy valiosos. De ellos es el sitial.
Mail:
[email protected]