Dolor, sentimiento, decepción y lamentos; pero también alegría por la muerte de LEA
Sergio Mejía Cano
11 de Julio de 2022
Si bien la muerte de un ser viviente es lamentable, con el fallecimiento del expresidente de México (1970-1976), Luis Echeverría Álvarez (LEA), podría no ser así, sobre todo porque ya se ha dicho en varios medios informativos, se fue impune y sin pagar todos sus pecados, sobre todo durante su mandato presidencial. Hay muchos dolientes no nada más entre los familiares de las víctimas del fatídico 2 de octubre (no se olvida) y el jueves de Corpus del 10 de junio de 1971.
También están los familiares y posibles sobrevivientes de aquellos acontecimientos, así como mucha gente de los estados de Guerrero, Jalisco, Nuevo León y quizás de otras entidades que sufrieron los embates de la llamada guerra sucia; gente que aún sufre las consecuencias de las decisiones de LEA y todo o parte de su Gabinete que se convirtieron en cómplices de todas esas atrocidades.
Sin embargo, así como podría haber personas que se pudieran estar alegrando por la muerte de LEA, también podría haber gente que esté triste; pero no por su muerte, sino porque no siguió viviendo para que pagara en vida todas sus malas artes, si bien no penalmente, sí recibiendo el escarnio y juicio de gran parte de la ciudadanía y, más, sobre todo porque no es cualquier cosa estar viviendo en una edad avanzada, tal y como le sucedió a LEA, porque es obvio que las actividades físicas como mentales disminuyen considerablemente; aunque se diga que LEA tenía lucidez mental, esto es poco probable, lo sabemos cualquiera persona con más de 60 años de edad, sobre todo como cuando las enfermedades han mermado el organismo a grado tal de que ya no se pueden ni cortar las uñas de los pies, que no se pueden bañar solos, que después de hacer alguna necesidad fisiológica lo tienen que asear, cambiarle pañal, no poder engullir los alimentos que más le gustan, no poder per se a un parque, a un jardín, a la playa, a la montaña, etcétera.
Comúnmente se dice que cuando llega una persona a determinada edad avanzada o que tarda mucho tiempo sufriendo una terrible enfermedad, es que algo está pagando. Porque se han dado casos de gente encamada que clama porque les llegue la muerte, porque ya no aguantan más; sin embargo, esto no sucede por lo que tiene que soportar su enfermedad en medio de terribles dolores, a veces, y nomás no se mueren, así que el pensamiento común llega de inmediato a veces colectivamente diciendo que por algo será y que algo está pagando.
LEA fue absuelto de todas las denuncias de las que se le acusó, a pesar de todas las evidencias en su contra que, si bien se dijo que no se le podían comprobar, para el denominador común de buena parte de la ciudadanía de aquel entonces y de ahora y más allá, él, LEA, si bien no asesinó personalmente a la infinidad de víctimas que hubo en su sexenio, sí pudo haber sido el artífice intelectual de todas esas crueldades que acontecieron durante su mandato y, posiblemente hasta antes y después.
Y, a pesar de que se dice que era un hombre calculador y de corazón frio o sin corazón en sí, es de suponer que el juicio de la población le tuvo que haber llegado muy hondo, que lo haya incomodado en ciertos momentos de su vida después de dejar su mandato; porque por más frio que se le haya considerado, como ser humano tuvo que haber tenido en ciertos momentos de su vida algunos rasgos de sentimiento y de pesar; aunque se llegara a considerar a sí mimo que actuó de esa manera tan nefasta, obligado por las circunstancias y, quizás por eso se haya justificado a sí mismo; sin embargo, entre las patas se ha llevado a su familia que, posiblemente a muchos de sus descendientes sí les llegue más de una vez, el juicio popular y, desde luego, todo lo que se ha publicado y se seguirá publicando respecto a lo que significó para el país su ancestro; pero no nada más por los crímenes de los que se le acusó durante toda su vida desde que fue presidente de México, sino por el daño a la economía y, como se afirma, a la industria y al comercio tanto nacional como internacional.
Aunque también se dice que no todo fue oscuro con LEA, porque concibió la Carta de los Derechos y Deberes de las Naciones, fue promotor del derecho de las 200 millas náuticas para las naciones con litorales y, que dobló las manos en cierta forma a los Estados Unidos, al imponerle a ese país, el precio del jitomate, cosa que no agradó en nada al gobierno gringo de aquel entonces y de ahí, llegó la debacle para nuestro país, originando la inflación y la devaluación del peso.
Sea pues. Vale.
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