El poder de los hechos en la gobernanza

La semana anterior circuló una noticia que llamó de manera especial la atención de los diferentes sectores sociales de Nayarit, luego de que se difundiera que el gobernador del Estado, Miguel Ángel Navarro Quintero,  fue contemplado en una encuesta no oficial como una de las opciones para la presidencia de la República de cara a la elección del 2024, a lado de los que hasta ahora se considera a su vez lideran los índices de popularidad al interior del partido en el poder, cómo el Secretario de Gobernación Adán Augusto López, la jefa de Gobierno de CDMX Claudia Sheinbaum, y el Canciller Marcelo Ebrard. 

No es una sorpresa, partiendo de que Nayarit sigue siendo uno de los bastiones más fuertes del partido Morena y la 4T, y que es muy probable haya sido esto elemento sustancial para justificar la mención del Mandatario, al tiempo de intentar erigirle el particular blindaje contra toda animadversión y vaivén intempestuoso propios de los recientes movimientos y decisiones con sectores, organizaciones y reacomodo de trato y orden en el terreno nada fácil de fuertes intereses económicos que perviven del ayer y otros tantos del hoy.

Pero en realidad lo que sorprende es que muchos procesaron tal información  como un referente de peso y definitivo, tomando en cuenta que se trató de un medio o fuente que en gran parte basa su función en la cobertura puntual y precisa de actividades oficiales de la administración gubernamental, y en consecuencia quizá eso fue, después de todo, el único efecto inmediato esperado, no obstante se vuelve un imperativo evaluar la viabilidad de la estrategia desde otro ángulo, y en términos de posibles efectos colaterales para el mediano y largo plazo.

"Cuando el sonido de los hechos, resulta más fuerte que el de las palabras", es innegable que el poder de la comunicación que lo reproduce con auxilio a su vez de las acciones sincrónicas de cada integrante de la administración, trasciende circunstancias de cualquier tipo, sean favorables o no, o generadas en el marco de las naturales resistencias a lo que se va reconstruyendo y creando en nuevos senderos.

Así, el poder de los hechos en la gobernanza que se finca en la verdad, la que encara con valentía, tolerancia, diálogo y destreza para sumar, llega a adquirir tal capacidad de entendimiento de su tiempo y condición, como receta justa para solucionar, sin necesidad alguna de negar, esconder o restar peso al escenario adverso o al propio clamor popular, que no pocas veces es necesario rescatarlo y atenderlo de entre estratagemas de entes que lucran desde la oscuridad.

Por tanto, una buena manera de respaldar las acciones oficiales va más allá de solo exaltar que: ‘las cosas van tan bien que es modelo que debe regir el futuro de la nación’, cuando en realidad si la ecuación está incompleta, podría suceder lo que advirtió en su momento el destacado político norteamericano Edward Kennedy: "En política sucede como en las matemáticas, lo que no es totalmente correcto, está mal". Es decir, si bien es cierto, que el esfuerzo por el impulso de un gobierno de resultados gigantes, va en marcha, y se han conseguido buenos dividendos, también lo es que la estrategia no siempre ha funcionado, y aún ahora que el diálogo y una comunicación cada vez más sincrónica se vuelven imperativo frente al reto de una nueva realidad. Por ello, emprender una aventura publicitaria sin un diagnóstico exacto y fidedigno de tiempo, circunstancias y posibilidades reales, genera riesgos innecesarios de atraer reflectores con efectos contraproducentes. ¿O sería acaso este el objetivo desde una probable trinchera “troyana"?

Sin duda es momento de concentrar al máximo esfuerzos por entender y responder eficazmente al sentimiento popular de la consabida nueva normalidad. Adelante entonces.