Tepic, Nayarit, jueves 21 de noviembre de 2024

“Ya nos saquearon, no nos volverán a saquear”

Sergio Mejía Cano

03 de Junio de 2022

Cada día que pase se hace más evidente, según mi muy particular punto de vista que, lo de las privatizaciones de industrias y empresas consideradas anteriormente como áreas estratégicas para el Estado Mexicano, se comenzó a gestar desde el sexenio de José López Portillo (1976-1982), empezando con la nacionalización de los bancos, bajo la frase “ya nos saquearon, no nos volverán a saquear”.

Y si bien en su momento, esta acción de López Portillo dictada el 1 de septiembre de 1982, ya próximo a concluir su mandato presidencial, se tomó como un acto verdaderamente patriótico, posteriormente se comenzó a develar el verdadero propósito del porqué se habían nacionalizado los bancos en México, quitándoselos a los banqueros mexicanos para, después, ya en el sexenio de Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988), poco a poco ir destrabando la nacionalización, y así entregarlos, en el siguiente sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), a sus amigos y allegados que en sí, no eran banqueros ni sabían cómo manejarlos, por lo que todo devengó prácticamente en una quiebra; pero, tal vez generada a propósito para así entregarlos a sus actuales dueños: los banqueros extranjeros.

Está documentado que, cuando Salinas de Gortari comenzó a ofertar de nueva cuenta los bancos entre sus cuates y allegados, al señor que había sido dueño de Banco de Comercio (Bancomer) Manuel Espinoza Yglesias, ya no se le dio la oportunidad de volver a adquirir lo que antes había sido de él. Y obviamente, también se documentó que, como esos nuevos banqueros no tenían ni la más remota idea de cómo manejar un banco, los llevaron a la quiebra, pero eso sí, saliendo con los bolsillos cargados de billetes. Y si bien se llevó a proceso e investigación a uno que otro de estos neo banqueros, como Jorge Lankenau, Carlos Cabal Peniche y Ángel Isidoro Rodríguez (el Divino), entre otros, el asunto no pasó a mayores, dejándole a la siguiente administración de Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000), toda la bronca de los bancos en quiebra, por lo que Zedillo Ponce de León, creó el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa), y así, endilgándole la deuda de los cuates salinistas al pueblo de México, convirtiendo esa gran deuda generada por privados, en pública.

Y algo similar pudo haber pasado con los ferrocarriles de nuestro país. Pues Miguel de la Madrid, tomó como pretexto en junio de 1987 los 50 años de la nacionalización de los ferrocarriles, decretada por el entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río (1934-1940), para liquidar por anticipado las concesiones a particulares que manejaban el Ferrocarril Sonora Baja California (SBC), el Chihuahua al Pacífico (CH-P), Ferrocarriles Unidos del Sureste (FUS) y el Ferrocarril del Pacífico (FCP), para aglutinarlos todos y ser administrados por los Ferrocarriles Nacionales de México (FERRONALES), aduciendo además, De la Madrid Hurtado que, todo era porque los ferrocarriles se consideraban como una de las áreas más estratégicas para el país, por el volumen de carga que arrastraban y todo lo que significaba el transporte de pasajeros, siendo de los más económicos.

Sin embargo, Ernesto Zedillo, privatiza FERRONALES, entregando concesiones al capital privado nacional y extranjero, dejando al país sin transporte de pasajeros en trenes debido a la condición que pusieron esos capitales privados, porque lo único que les interesaba era la carga y no el servicio de pasaje que en sí, era un servicio sin fines de lucro, pues los trenes de pasajeros se consideraban más bien un servicio social, tal y como lo había manifestado en su momento el Tata don Lázaro Cárdenas: “el servicio de trenes de pasajeros se establece para satisfacer las necesidades de viaje y transporte, para las clases más menesterosas”. Entonces, como a los trenes de pasajeros se les tenía que dar prioridad de paso, a los nuevos concesionarios de los ferrocarriles, esto no les interesó en lo absoluto, aceptando esta condición el gobierno de Zedillo Ponce de León, sin importarle la historia y lo que habían significado los ferrocarriles y, sobre todo los de pasajeros, para nuestra Nación.

Así que resumiendo: López Portillo nacionaliza los bancos, y ahora están en manos privadas extranjeras, sobre todo; aunque se dice que Banorte tiene capital mexicano. Los ferrocarriles nacionalizados dos veces, y hoy en día, también en manos privadas mexicanas y extranjeras. ¿Se podría considerar que hay algún rasgo de patriotismo en todo esto? Desde luego que no.

Sea pues. Vale.

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