Sergio Ramírez Barba (Pica, Lica)
14 de Abril de 2022
(Jueves 3 de abril de 69)
(PSEUDO POEMA)
PLENA SEMANA SANTA JUEVES 14 DE ABRIL DEL 2022
POEMA:
Venía de la capital
a las playas de Bahía,
traía lana pa’ gastar
e inicié la travesía.
Tenía mi cuerpo de atleta
bien marcado, cincelado,
apretada camiseta
como pa’ haber concursado.
Era la Semana Santa
en un restaurante y tienda,
incipiente era Vallarta
sin restricciones ni rienda.
Con soltería y con dinero
me sentía el dueño de todo,
y les quiero ser sincero
entonces no era tan “codo”
En ese lugar “picudo”
a unas “güeritas” veía,
una de ellas, como pudo
sentí me correspondía.
Yo poco inglés entendía
pero a señas intuí,
!me saqué la lotería¡
para entendernos, sufrí.
Que venía de Canadá,
junto a su fiel compañera,
y es que cuando Dios nos da,
se te bota la sesera.
Ya su traje traían puesto
con su bata transparente,
ojos de todas las gentes
pero los míos, más dispuestos.
Sus bikinis muy pequeños
exuberantes sus cuerpos,
yo hasta me sentía su dueño,
apantallado y muy terco.
Con muecas y muchas señas,
escogimos una playa,
en la ramada pequeña
quise tirar, mi atarraya.
Traían lana pa’ rentar
una lancha mar adentro,
no me dejé deslumbrar
y con mi lana, que le entro.
Les pareció buena cosa
que yo también cooperara,
las 2 estaban hermosas;
también cervezas heladas.
Fuimos, al mar azulado
y sabían nadar muy bien,
se aventaban sus clavados
y que me aviento también.
Pero más me sorprendí,
que el bikini se quitaron,
al cuello se lo amarraron
y yo dije.- ¡Soy de aquí!
Con clavados y “muertitos”,
pues yo también me encueré,
el capitán “bien dormido”
pero no lo desperté.
Otras lanchas nos pasaban
y a veces nos saludaban,
pero en nada se fijaban,
y las güeras parloteaban.
En el mar azul flotaba
un gran trozo de madera,
un pato ahí se posaba
y aleteaba a su manera.
Un espectáculo hermoso
digno de fotografía,
y yo me sentía dichoso,
hasta solo me aplaudía.
Nos trepamos a la nave
para tirar más clavados,
en esa madera el ave
no se daba, de enterado.
Tomaron fotografías
de aquél madero y el pato,
¡pero algo yo presentía!
y nomás me hacía pazguato.
Nuestro estupor, fue lección
pues pudimos observar,
que un enorme tiburón
al madero iba a tragar.
Así que por un minuto
no nos tragó el tiburón,
el “fuchi” traía yo enjuto
pero de otra dimensión.
Yo no sé que nos salvó
pero creo, fue milagroso
que el tiburón majestuoso
a nosotros, no atacó.
El barquero desvelado
ni cuenta dio del suceso,
nosotros muy asustados
pero vivos y muy “tiesos”.
Al llegar para atracar
y platicar “tal momento”
dijeron que era normal,
que así ha sido todo el tiempo.
Nos separamos nerviosos
cada quien, ganó su lado
se me quitó hasta lo “brioso”
porqué aún, seguía asustado.
Ya poca cosa me espanta,
y recordar es vivir,
que aquella Semana Santa
no quisiera repetir.
Las pobres güeras se fueron
yo creo que sudando frío,
ni una postal me mandaron
y ni modo, no hubo “ lio”.
Yo no olvido esa lección
de esa Semana Mayor,
que por querer “caifanear”
me traga aquél tiburón.
Hay una acción verdadera
que les quiero confesar,
que en la pinche regadera
¡el “tiburcio” no ha de entrar!
En mi mente no se acaba,
recordar al tiburón,
siente uno que hasta se caga
ver tragar a ese glotón.
Mucho ojo, amigos bañistas
tómense sus precauciones,
no sean cifras de una lista
de esos “pinches tiburones”.
De retorno a Guayabitos
otra noticia se oyó,
pues murió Álvaro Carrillo
que ese día, se accidentó.
3 de abril, sesenta y nueve
ese jueves por la tarde,
Álvaro que se nos muere
un compositor, ¡Muy Grande!
Hoy yo puedo presumir
que fue mi amigo cabal,
así que éste “Nayarit”
nunca lo podrá olvidar.
Mi corazón se agiganta
al recordar los pasajes,
de aquella Semana Santa
Pero ¡Seguiré mi Viaje!