Nayaritas del centenario
05 de Abril de 2022
“Soy de aquí del estado de Nayarit, del municipio de Rosamorada, mi pueblito se llama Colonia Dieciocho de Marzo. Me sacaron de brazos muy pequeño, de meses. En ese tiempo había zafra de algodón allá para Sonora, mis papás y hasta mis abuelos se fueron. Yo fui el primer hijo, después vinieron los demás. Llegamos a Huatabampo, ahí empecé mi escuela. Mi abuelo empezaba a vender por las calles, fue progresando y se hizo de una tienda cuando estaban haciendo el mercado de Huatabampo. Empezó rentando un local y al tiempo fueron tres. Era una tienda de ropa que se llamaba La Nayarita, parece que en la actualidad todavía existe. Al tiempo mi abuelo se murió y mi papá se quedó entonces con la tienda. Mi papá tenía como treinta y tantos años, por andar de volado con una y con otra quebró con la tienda. Se hizo novia a la hija del más rico de Sonora, el dueño de los canales, el señor Ruiz. Mi papá quiso vestir como los ricos, de traje y todo, luego entró al club de los ricos. Ya quebrado se vino con todo el chiquillero. Fuimos a dar hasta Las Varas, mi mamá venía ya reventando, ahí nació un hermano. Mi papá vendía cosas por las calles: cintos, encendedores y todo eso, se hizo un nómada. Al rato ya estábamos acá en Tepic, estuvimos también en Ruiz y nos fuimos hasta Mexcaltitán. En la isla no duramos ni el mes, nos corrió el zancudero. En un año o dos recorrimos el estado de Nayarit. Terminé en Santiago lo poquito que me quedaba de la primaria, la secundaria y los dos años de prepa. Terminando la prepa me fui a México, según porque era listillo me dieron una beca. Soy de la época de la matanza de estudiantes, no duré mucho allá. Así también corría para allá y para acá. Pedí un raite en la carretera y me dejaron antes de llegar a Querétaro, agarré camino con un amigo que venía con una mudanza hasta Guadalajara, ahí en Tonalá se me quedó el raite. Regresé con la familia a Santiago y volví a mi trabajo. En ese tiempo yo era talabartero, de ahí pagaba mis estudios. Estuve en Santiago un tiempo y me fui a Tijuana, como no encontré trabajo me regresé otra vez. Me tocó la inundación de Acaponeta a mi vuelta, se rompió el puente de Las Conchas y ahí estuve todo el día. Cuando regresé a Santiago conocí a mi primera esposa y se me acabó la carrera artística. Mi papá ya era feriero y me le pegué, andábamos en las ferias de los ranchos y fiestas patronales. Después yo le tiré a lo grande, llegué hasta la feria de San Marcos en Aguascalientes. Ponía tómbolas, globeras, juegos de canicas, todos esos negocios. Por casi diez años recorrí media republica con mis negocios, en ese tiempo me iba muy bien. Compré una camioneta seminueva, de esas patonas y extra largas, con esa corría para todos lados. Me iba para Sinaloa al carnaval, las fiestas de la expo en Sonora, Tijuana y La Paz, y llegaba hasta poco antes de la ciudad Puebla. Recorría medio año las ferias y trataba de recalar antes de que empezaran las lluvias en Tepic, la mejor feria de Tepic era la que se hacía en La Loma. Mi esposa me acompañaba a las ferias, ella era la dueña de este negocio, vendía plátanos fritos y hot cakes. Cuando falleció decidí agarrar el puesto para no arrumbarlo y le seguí. Vendí todo lo que tenía para quedarme sólo con este puesto. Ya después me la pasaba aquí cortito, en las fiestas de Tecuala, Acaponeta y sus alrededores. Iba a trabajar otra vez la camioneta, pero me dio un derrame cerebral que me tuvo dos días en coma en el Seguro. Ya que salí bien de todo me prohibieron salir a carretera, tengo como dos años que ya estoy fijo. Tuve siete hijos y ya perdí la cuenta de nietos, son varios bisnietos, tengo como unos seis. Ya me clavé con este negocio, aquí me tiene, de aquí me van a llevar al panteón. Me da gusto tener mi propio negocio, trabajar es lo único que me queda ya, trabajar y esperar.”
Sabás López, 73 añosComerciante Él es #nayarita del centenario
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