Tepic, Nayarit, jueves 21 de noviembre de 2024

Sigue presente el síndrome de Hernán Cortés en algunos mexicanos mestizos

Sergio Mejía Cano

18 de Febrero de 2022

En el portal de internet de La Jornada, del pasado día 14 de este mes de febrero, está un reportaje firmado por el corresponsal Javier Santos, señalando que “Constructoras amenazan con secar laguna en Bahía de Banderas”, y en donde dice, además, que el mangle blanco que ahí se desarrolla en la laguna El Quelele, está en riesgo de desaparecer debido a la proliferación de proyectos inmobiliarios y turísticos; el grave azolvamiento y la caza furtiva.

Y en el cuerpo del reportaje, agrega que “varios hoteles, comercios, fraccionamientos y fincas unifamiliares se acercan cada vez más hacia el cuerpo de agua, convirtiéndose en la principal amenaza para su supervivencia”. Y aunado a esto, señala el reportaje, en las inmediaciones de esta laguna de El Quelele, se practica la caza furtiva de varias especies de su hábitat, así como la depredación de la flora y fauna, porque aunado al azolve y poca agua, recibe además descargas de a guas negras; y por si fuera poco, según la nota, el ambientalista Indalecio Sánchez, advierte que, “si matan El Quelele, se acaba la Marina de Nuevo Vallarta, que es el estero de El Chino”.

Es sorprendente cómo los genes de Hernán Cortés y varios de sus acompañantes se han arraigado en muchos mestizos mexicanos que, al igual que Cortés que mandó desecar la laguna en donde se asentaba la Gran Tenochtitlan, en la misma forma, a lo largo de la historia de lo que ahora es nuestro país, siguen desecando ríos, arroyos, lagos y lagunas a más no poder, todo en aras de desarrollos turísticos o de asentamientos humanos, generando y contribuyendo así al deterioro ambiental, al cambio climático y desde luego, la desaparición de muchas especies y poniendo a otras en peligro de extinción.

Mucha gente se vanagloria por los terrenos ganados al Mar, por construir encima de humedales, por taponar arroyos, cubrir ojos de agua y, obviamente, por desecar lagos y lagunas en aras de la construcción de asentamientos humanos, todo en aras de anteponer las ganancias económicas ante todo lo que signifique estatus natural, sin importarles, desde luego, afectar el ambiente, la flora y fauna y desaparecer hábitats de infinidad de especies que tienen que buscar un reacomodo en condiciones ajenas a su ancestral forma de vida.

Camino a Cocula, Jalisco, en las inmediaciones de Zacoalco de Torres, jalisco, la carretera atraviesa lo que antes fue una bonita laguna que, hoy en día, nada más en temporal de lluvias es cuando tiene agua, los demás días del año permanece seca en su totalidad. Y en el mismo estado vecino, el hombre desapareció la laguna de Magdalena que, según los antiguos habitantes, se podían comunicar por agua de Magdalena a Etzatlán; pero en aras de la agricultura se decidió desecarla y hoy atraviesa esa zona, la autopista Tepic-Guadalajara.

En el sexenio de Vicente Fox Quesada, se ideó un plan para reducir en un 60 por ciento la capacidad del Lago de Chapala, Jalisco, deteniendo las corrientes de agua en los estados de Guanajuato y Michoacán, para así, aprovechar los terrenos que quedaran secos para la siembra; sin embargo, la Naturaleza tuvo otra decisión, ya que con abundantes lluvias, las presas en donde se detenía el agua que, en forma natural tendría que llegar a Chapala, se vieron en peligro de desbordar, por lo que se tuvieron que abrir y así volver a llenar el lago y se acabó el proyecto de la reducción de la capacidad del lago de Chapala. Y, además, porque por la falta de presión del agua al no llegar a sus límites naturales, las casas de las poblaciones aledañas al lago se comenzaron a sentar y cuartear debido al afloje del terreno.

Sin embargo, y para no ir tan lejos, aquí mismo en la ciudad de Tepic, debido al crecimiento anárquico de los asentamientos humanos, se han afectado ojos de agua, arroyos y, desde luego, contaminado el río Mololoa que, hoy en día, es más un drenaje a cielo abierto que el río que antes fue.

Comentan personas de la juventud de la tercera edad que, en donde ahora está una tienda departamental en la esquina de la avenida Victoria y la prolongación de la calle Veracruz, existieron alguna vez ojos de agua que ahí nacían y de agua que venía de más arriba al poniente de la ciudad; comentan que de niños ahí iban a chapotear en las tinajas o albercas que se hacían en forma natural. Y ya no se diga en las inmediaciones de Acayapan, en donde según los conocedores, sigue el agua corriendo en forma subterránea, negándose a morir así se les hayan echado encima toneladas de escombro.

Sea pues. Vale.

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