Tepic, Nayarit, viernes 29 de marzo de 2024

Como servidor público, Navarro Quintero es ejemplo a seguir

Oscar González Bonilla

12 de Febrero de 2022

Contundente, Rigoberto Ochoa Zaragoza niega ser “padre político” (definida la palabra como quien ayuda en la carrera a otro, mentor, guía) del doctor Miguel Ángel Navarro Quintero, actual gobernador de Nayarit. Y lo dice con tal convicción que no deja lugar a dudas.

Durante 1997, el doctor Navarro ocupa la cartera de secretario de Salud, precisamente del gobierno estatal que encabezaba Rigoberto Ochoa Zaragoza. Es cuando por decisión de don Rigo fue lanzado como candidato del PRI a diputado por el tercer distrito electoral federal. No hubo objeción por parte del presidente del comité directivo estatal priista, Filiberto Delgado Sandoval, dio su aprobación.

Se desvive en elogios para su secretario de Salud, tan es así que Ochoa Zaragoza decide hacer una confesión: “Se convirtió en mi secretario estrella; el mejor secretario del gabinete. A grado tal que yo declaraba que él era el prototipo de lo que debieran ser los servidores públicos”.

A Don Rigoberto Ochoa Zaragoza alcanzamos con la vista cuando trepado en su camioneta el chofer la dirigía a la salida del motel, al cual Octavio Campa Bonilla y yo llegamos a toda prisa, virtud a que sobrepasaba la hora del encuentro con el exgobernador de Nayarit para efectos de la entrevista. Nos vio y de inmediato bajo de la unidad móvil. El poeta santiaguense acudía con el interés de regalarle uno de los últimos libros de su autoría.

Buscamos en mesas del restaurante del motel la más adecuada para el desarrollo del trabajo periodístico. Pero no resultó tal, puesto que a metros de distancia un grupo de mujeres con algarabía al parecer festejaba cumpleaños de una de ellas. Hubo gritos de júbilo y hasta música, pero no interrumpieron nuestro quehacer.

Fue Don Rigo el primero que plácidamente se arrellanó en el asiento. En el caminar se nota que al exdirigente cetemista le pesan los 86 años de edad. Formal, serio, sin pizca de la picardía que le caracteriza, el entrevistado escuchó con atención el interrogatorio.

Cómo avizora el futuro de Nayarit con el doctor Miguel Ángel Navarro Quintero al frente del Poder Ejecutivo.

“Tendrá un paquete muy difícil, salvo que tuviera verdadero apoyo del presidente de la república, lo cual se ha dicho, se sabe, que lo tiene. Porque el querer cambiar a Nayarit con base en los recursos económicos con que se cuenta, nunca se va a poder”.

Cómo considera usted se clasifica a un excelente gobernador. Un buen gobernante es aquel que durante su periodo realiza más y mejor obra pública, lo cuestiono.

Entrecierra más sus pequeños ojos de un verde deslavado, su cara de piel blanquecina, señal que no ha sido expuesta al sol durante muchos años, Don Rigo expone que es necesario el componente político.

“Si solo se dedica a construir obra pública y da la espalda a las cuestiones sociales, es decir, a la solución no solo de los problemas que confrontan las organizaciones sino de las personas en lo individual, pues no será un buen gobernador. Van a decir que fue muy eficiente, un buen constructor, pero que no atendió al pueblo. La cualidad para gobernar adecuadamente y calificarse socialmente con sus gobernados es que se debe ser indisoluble, indisoluble”.

Aunque convidado de palo, Octavio Campa Bonilla presente en todo el desarrollo de la entrevista no soportó mantenerse callado. Emitió su opinión sobre el cúmulo de pequeñas obras, pero de una gran trascendencia por efectivo beneficio para la ciudadanía en todos los municipios de la entidad que llevó a efecto Rigoberto Ochoa Zaragoza. Pero además aseguró que como buen discípulo de don Emilio M. González atendió al pueblo. Como gobernante, Rigoberto mantuvo un perfecto equilibrio: obra pública y acción política, expresó quien fuera diputado local priista durante los últimos tres años del gobierno de ROZ.

Pregunto a qué dedica su tiempo libre en la actualidad, contesta que no es tanto que dedique su tiempo a actividad en específico, “muy a pesar que tengo tiempo disponible de sobra, pero como terapia, para no estar encerrado en la casa, me reúno con grupos de amigos martes, miércoles y viernes, pero no hablamos de política”.

Cuando en este tipo de reuniones, el grupo tiene un invitado especial, de primera asistencia, José Luis López Ramírez es el encargado de aclarar que allí no se habla de partidos, mucho menos de política partidista, para darle confianza y que se exprese con entera libertad si lo considera necesario. Ochoa Zaragoza manifiesta que no está de acuerdo con el planteamiento apartidista, sin embargo, calla. “Yo si soy partidista”.

“A eso me dedico, pero además en casa tuya leo, estoy atento al teléfono (celular), platico con mis hijos, pero no tengo actividad alguna configurada”.

Después de haber dejado la gubernatura (1993-1999), le digo que se le ha visto vivir en la justa medianía, sin ostentación. Incluso la opinión pública en el transcurso nada menciona respecto a que haya incurrido en actos de corrupción, derivado estos de la apropiación de recursos públicos.

“Se me atacó mucho por ese lado. Y ese fue un ataque mediático que inició Toño Echevarría Domínguez desde antes que entrara al gobierno. Durante su periodo (1999-2005) fui muy atacado por él, porque durante su campaña nos dijimos cosas. Yo declaré que era un representante del capital, un hombre rico, y que los hombres ricos no tenían cabida en el PRI, porque no se identificaban con las clases menesterosas más que para explotarlas. Por su parte, él me acusó de ser dueño de hoteles, gasolineras, empresas, de poseer terrenos, etcétera, etcétera. Fue éste un ataque mediático de todo su sexenio.

“El Pipiripau (en referencia al periodista Edgar Rafael Arellano Ontiveros, director general y propietario del periódico Express, editado en la capital nayarita) también nunca me soltó. Siempre dijo que me había enriquecido, entre otras muchas lindezas. Y en una ocasión le dije: mira, te regalo lo que me encuentres (mal habido). Contestó el periodista: No, ya sé que nada tiene a su nombre, todo está bien arreglado. Replicó don Rigo: No tengo nada a nombre de mis hijos, de mis parientes, ni a nombre de nadie.

“Lo que tú dices sobre la justa medianía (refiriéndose al dicho del reportero de la gente) siempre viví en mi barrio, los mismos vecinos, mis hijos estudiaron siempre en escuelas públicas, mi mujer tuvo (dio a luz) todos sus hijos en el Seguro Social. Nunca me ostenté como hombre de recursos vastos, que económicamente podía resolver todos los problemas, no.  Quedé impuesto a ese tren de vida, pero además muy convencido de que hice bien, y trato de seguir igual”.

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