Los dirigentes sindicales no pueden dejar sus cargos así nomás
Sergio Mejía Cano
03 de Febrero de 2022
Lo más probable es que eso de la supuesta democratización de los sindicatos, haya quedado nada más plasmada en el papel, porque en los hechos, ahora con las elecciones del sindicato petrolero, se ha puesto una vez más en evidencia que no se cumplió con el voto libre y secreto y que, además, continuaron las amenazas de represalias contra los trabajadores si no se alineaban y votar por el continuismo para seguir protegiendo al nefasto Carlos Romero Deschamps.
Porque no pudo ser de otra manera, ya que, el ganador de las recientes elecciones, Ricardo Aldana Prieto, es un personaje muy cuestionado no nada más en entre el mismo gremio petrolero, sino hasta por estar ligado a un conflicto que, en su momento, se denominó como el “pemexgate”, por supuestamente haber entregado mil millones de pesos para la campaña del candidato a la Presidencia de la República por el PRI, Francisco Labastida Ochoa, en el año 2000; y además, por conocerse su gran cercanía con el anterior secretario general Romero Deschamps, y por haber fungido como tesorero del sindicato petrolero; pero también, tanto por la edad y por no estar claro si es sindicalizado o no. Por la edad, porque según los estatutos de dicho sindicato, no pueden competir para las dirigencias sindicales, los trabadores mayores de 60 años de edad.
Ahora se implantó la tecnología para que los trabajadores petroleros pudieran votar de manera electrónica mediante una aplicación en sus teléfonos móviles, y según los enterados que ya empezaron a protestar por los resultados obtenidos, esta aplicación adaptada a los teléfonos celulares, posteriormente se puede ver la captura de pantalla, por lo que se supone que, los petroleros fueron obligados a mostrar sus teléfonos ante determinados personajes, por lo que se deduce que lo del voto libre y secreto no fue tal.
Se entiende que hay muchos intereses económicos de por medio, por lo que no se pueden soltar las riendas sindicales de un día para otro por aquello de que, al esculcar, se pudiera descubrir lo que no le convendría tanto a Romero Deschamps como a su séquito, porque a lo largo de la vida sindical en este sindicado, posterior a la caída de Joaquín Hernández Galicia (la Quina), se han documentado infinidad de anomalías en cuanto al manejo de las finanzas dentro del sindicato, pues no por nada, a Carlos Romero se le atribuye una gran riqueza que, posiblemente no sea producto de lo que ha ganado trabajando ni por sus ahorros, porque de acuerdo a los enterados, su riqueza es de miles de millones de pesos, lo mismo de varios de sus allegados que han mostrado un nivel de vida muy superior a la mayoría de los trabajadores petroleros.
Y he aquí lo que es de llamar la atención: que no se conoce, hasta el día de hoy, a ningún líder sindical, del rubro que sea, que esté pasando hambre y frío y que viva en una casa de interés social o en un apartamento del Infonavit o en una casa dúplex y menos en algún barrio marginado o de colonia populosa; no, sino que la mayoría, si no es que todos quienes se acostumbran a mamar de la ubre sindical, se acostumbran a un modo de vida tal que, en cuanto toman las riendas de alguna sección sindical o la dirigencia estatal o nacional de algún sindicato, como por arte de magia cambia su estatus y modo de vida y, si antes andaban en algún vehículo modesto, al rato ya traen vehículos del año y no nada más los dirigentes sindicales, sino hasta sus familias se hacen de uno o más vehículos; ¿de dónde?
Y obviamente que una vez que comenzaron a saborear las mieles sindicales, es muy difícil que lleguen a dejar sus cargos, convirtiéndose en “líderes” vitalicios pensando quizás, en que sus agremiados los necesitan y tienen que sacrificarse por ellos estando al frente de su sindicato hasta donde se pueda.
Y a propósito de trabajar, lo curioso es que, la mayoría o todos los supuestos líderes sindicales, es raro que hayan trabajado más de cinco años antes de llegar a su sindicato; porque hay gente que, desde que entran a trabajar en alguna parte, lo hacen con la mira de llegar a un cargo sindical y de ahí pal real ya no salir de las paredes sindicales; y también, que en sí, no sepan ningún puesto como por ejemplo el líder de los mineros Napoleón Gómez Urrutia, quien heredó el liderazgo de su papá, por lo que se dice que jamás ha estado con pico y pala escarbando una mina o Francisco Hernández Juárez, del sindicato de telefonistas, de que se afirma que nunca ha estado arriba de un poste instalando cables.
Sea pues. Vale.
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