Cuando Oscar González y Genaro Martínez eran acusados de ser "navarristas"
Ulises Rodríguez
12 de Octubre de 2021
El pasado lunes 4 de octubre, a convocatoria del licenciado Ezequiel Parra Altamirano, expresidente municipal de Ixtlán del Río y en ese momento, coordinador electo de la Unión de Columnistas y Articulistas de Nayarit, coincidí en el Hotel La Loma con mi querido amigo y maestro, don Óscar González Bonilla y con el culto periodista Marco Vinicio Jaime, acompañado éste último por una joven promesa en estas lides, Alfredo Padilla. Posterior a la reunión que tenía como propósito afinar detalles para la toma de protesta de Parra Altamirano como nuevo coordinador, don Óscar, Marco Vinicio, Alfredo y quien esto escribe, intercambiamos puntos de vista. Entre los muchos temas que se le vienen a uno cuando se encuentra con amigos, salió a relucir aquella ocasión en la que el exgobernador Ney González, en pleno ejercicio del poder, desdeñó al Dr. Miguel Ángel Navarro Quintero, por aquellos días diputado federal con licencia y candidato a presidente municipal por el PRD-Verde ecologista contra nada menos que Roberto Sandoval, cuyo grupo político ha adoptado el doctor desde 2017 y con el que hoy gobierna nuestro estado. Haciendo memoria sobre aquella ocasión, le pedí un espacio a don Oscar para publicar un análisis sobre ese suceso, mismo que generosamente me concedió.
Contrario a lo ocurrido desde 2018 y, principalmente en 2021, considerarse “navarrista”, es decir, integrante del equipo político del doctor Miguel Ángel Navarro, era como ser cristiano en tiempos de Nerón -el emperador romano se hubiera llevado de maravilla con nuestro gobernador entre 2005 y 2011-. Desde que llegó a palacio de gobierno, Ney se encargó de cerrar las puertas políticamente no sólo al doctor contra quien compitió por la gubernatura, sino a su equipo político. Lo anterior aplicaba también para la prensa: mientras decenas de periodistas ignoraban al doctor Navarro, otros lo atacaban con el ánimo de congraciarse con el entonces mandatario. El periódico Realidades era un buen ejemplo de lo anterior: por un lado, teníamos la “Certeza Política” de Alberto Martínez, que invitaba al doctor a jubilarse ya de la vida pública o lo señalaba de hacer el ridículo en su intento de formar un nuevo partido político, que la columna de Sergio B. Dávila, quien siempre salió a la defensa del doctor y les daba voz a cuantas declaraciones quisiera él hacer. Ocasionalmente, también Roberto González Bernal emitía sin censura algún comentario positivo sobre el doctor.
La columna “La Güipa”, de don Oscar González Bonilla, era otra trinchera de batalla del navarrismo. Lo mismo que poco tiempo después, con el uso del Facebook, fue el muro del fotógrafo Genaro Martínez Haro.
Fue precisamente durante la campaña por la presidencia municipal de Tepic en 2008, que el mandatario se ausentó durante algunos días. Las balaceras comenzaban poco a poco a ser cada vez más naturales en una época donde el crimen organizado comenzó a hacerse presente en nuestro estado y donde la procuraduría de Héctor Béjar Fonseca parecía estar más bien al servicio de los delincuentes que de los ciudadanos. De boca en boca, comenzó a circular el rumor de que se había balaceado la casa del entonces gobernador, allá por la colonia Mololoa. Ignoro si esto fue cierto o no, lo que sí recuerdo en primera persona, fue que la cantidad de elementos cuidando la casona donde también tiene su notaría González Sánchez aumentó drásticamente, lo que acrecentó los rumores que gran cantidad de capitalinos daba por ciertos.
Sobre esto escribió don Oscar González Bonilla, sin aseverar algo que no le constaba, pero haciendo notar la ausencia del mandatario justo a partir de aquel señalamiento. La respuesta no se hizo esperar.
Como preludio de la tragedia que eventualmente significaría la demolición de los estadios, Ney González citó allí a los medios de comunicación. De guayabera blanca de manga corta y con la emblemática cachucha del estadio de Futbol Nicolás Álvarez Ortega de fondo, Ney acusó al Dr. Navarro de ser el autor de los rumores que sobre él circulaban en la ciudad y de difundirlos a través de González Bonilla y de Genaro Martínez.
Sé que mi comadre -una comadre que anda por aquí ahora muy seguido, que le gusta mucho el chisme, inventa muchos rumores, una comadre que luego le da por andar en la política, que tampoco se le da mucho- […], quiero decirles que es falso el rumor que mi comadre, que su colaborador Genaro -Martínez Haro-, que su colaborador Oscar -González Bonilla-, han difundido primero por internet y después que se ha ido de boca en boca, era mi compadre, pero por eso se convirtió en mi comadre.
Sí he tenido episodios violentos en mi vida, son públicos. A los trece años me secuestraron, me sacaron de mi casa, mi papá era senador de la república…Alguna vez andando de novio por ahí en Xalisco, ya saben, en Xalisco no son dejados y menos cuando va uno de novio, de ahí en fuera no hay más.
Trece años han pasado de aquellas declaraciones y la historia más o menos puso en su lugar a cada uno. Ney González, ahora retirado y ejerciendo sus funciones de notario público, no pudo ser senador como se lo proponía y mucho menos alcanzar un espacio en la política nacional como el que ocupó su padre. Terminó un sexenio violento, pero pudo cubrirse con el manto de la impunidad gracias a la complacencia de quien fue su sucesor, Roberto Sandoval, quien no tuvo la misma suerte en su persona. El Doctor Navarro perdió aquella campaña en la que también tuve la ocasión de participar, pero la perdió siendo un hombre probo todavía en aquellos días. Ahora, ya como gobernador del estado, él mismo gobierna al lado de muchos a los que antes señalaba de corruptos. Don Oscar sigue siendo el mismo periodista honesto y ético que era en 2008, cuando Ney lo vetaba por ser “navarrista”. Ahora, a decir del propio periodista, es el Doctor Navarro quien le prodiga un trato frío y distante. Muchas cosas han cambiado.
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