Quien no sabe de dónde viene, no sabe para dónde va
Sergio Mejía Cano
11 de Octubre de 2021
En la entrega anterior, nos referíamos a que el sistema político mexicano está muy desfasado, muy desvirtuado y fuera de todo orden, sobre todo en el Poder Legislativo, principalmente en lo que se refiere al Senado de la República, en donde se le ha dado entrada a gente joven y probablemente sin ninguna experiencia política tal como se requiere la debe tener un Senado que se respete; tal y como en la mayoría de otros países en que sus senados están integrados por gente adulta mayor, de acuerdo a la idea original.
Hasta el día de hoy la edad mínima para ocupar un escaño en el Senado de la República es de 25 años cumplidos al momento de quien ocupe dicho cargo; sin embargo, el día de ayer domingo aparece una nota firmada por Andrea Becerril, en el portal de internet de La Jornada, que el Partido Verde -dizque- Ecologista, en voz de su senador Israel Zamora, impulsa una reforma para que se reduzca la edad de 25 a 24 años como requisito para ser senador, supuestamente bajo el argumento de se garantizarán “los derechos político-electorales de la juventud, a fin de que puedan abonar a la transformación del país”.
Desde luego que no se tiene nada en contra de la juventud, y es cierto que se le deben de dar y abrir cada día más espacios en todos los ámbitos habidos y por haber y, posiblemente esté bien que para la Cámara de Diputados la edad requerida sea de 21 años; pero para el Senado, de ningún modo podría ser viable, precisamente debido a la falta de experiencia de vida. Obvio que un joven puede ser brillante en ideas e iniciativa propia, el problema sería que, en sí, todo entra en el estatus teórico y no empírico, experiencia que sí tendrían muchos de los adultos mayores o en plenitud, como dijera el clásico guanajuatense.
Las personas de ambos sexos que rebasan ahora los 40 años de edad, nacieron y crecieron respectivamente, bajo el esquema del modelo llamado neoliberal, un sistema que prácticamente dejó de lado el estudio de la historia tanto universal; pero sobre todo de la nacional. Un caso muy palpable de esto, se dejó ver cuando la actual administración del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), le dio asilo al presidente de Bolivia Evo Morales; derrocado mediante un Golpe de Estado; hecho que hizo rasgarse las vestiduras a varios políticos y hasta periodistas e intelectuales que, dieron a entender claramente, muchos de ellos y ellas, que desconocían por completo el artículo 89 constitucional y, si lo conocían, pues entonces se hicieron patos con el fin de nada más hacer la mosca chillar. Varias veces AMLO se los tuvo que restregar dicho artículo 89 en su conferencia matutina y, además recordándoles que nuestro país se ha caracterizado por dar asilo a gente de otras naciones como los españoles en los años 30 y 40 del siglo pasado, así como de recibir a gente de otros países que hayan estado en conflicto o no; pero que decidieron establecerse en nuestra nación y que, a todos sin importar ideología, religión y raza, siempre han sido bienvenidos. He ahí el caso de infinidad de libaneses, judíos, musulmanes, etcétera cuyas generaciones subsecuentes ya se consideran más mexicanos que el pozole.
Y luego, también les tuvo que recordar AMLO lo que significa la doctrina Estrada, referente a la no intervención, la libre autodeterminación de los pueblos, así como la resolución pacífica de sus conflictos; pero les tuvo que hacer ver la máxima de don Benito Juárez, sobre “el respeto al derecho ajeno es la paz”; ¿y esto por qué? Pues como se dice líneas arriba: por desconocimiento o por hacerse patos, nomás. Sin embargo, lo más probable es que haya sido en la mayoría de los políticos y periodistas jóvenes, por ignorar la historia y, si como se dice y se dice bien que, quien ignora su historia está condenado a repetirla o como quien dice: quien no sabe de dónde viene, no sabe hacia dónde va. Y es lo que podría pasar con los senadores y senadoras jóvenes que, por más iniciativa mental y congruentes que pudieran ser, la falta de una experiencia de vida vivida en cabeza propia y no por pura teoría, tal vez llegaría el día en que no supieran ni para y por qué están en el Senado. No por nada se ha dicho que la experiencia hace al maestro, pues no es lo mismo la teoría que la práctica; porque por más teoría que pudiera tener una persona, sin ninguna práctica, en ciertos casos, la pura teoría no sirve de nada.
Esto de bajar la edad para ser senadora o senador no es nuevo, en junio de 2019 ya se había propuesto.
Sea pues. Vale.
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