Histórico aumento al salario mínimo, pero aún insuficiente
Sergio Mejía Cano
18 de diciembre de 2020
Hay beneplácito en gran parte de la sociedad por el aumento al salario mínimo; aunque una parte del sector patronal no lo esté por considerar muy gravoso este nuevo aumento, aduciendo que provocará el cierre de cientos de empresas y negocios, generando por lo mismo más desempleo en nuestro país.
Se entiende que la economía se estancó debido al cierre de negocios y empresas consideradas no esenciales debido a la contingencia sanitaria, y que golpeó la economía de buena parte de los empresarios que, si bien muchos de ellos no se vieron obligados a cerrar sus empresas y negocios, debido a la caída de la economía de parte de la población, las ventas se redujeron afectando prácticamente a la mayoría de los mexicanos de todos los estratos sociales.
Y si ahora una parte del sector patronal pone el grito en el cielo por este aumento al salario mínimo, también deberían de comprender que así este aumento haya sido muy diferente a los aumentos de otros años, aun así y por más alto que haya sido este reciente aumento al parecer ya aprobado, no alcanza a cubrir la canasta básica, y por ende, tampoco a lo estipulado en nuestra Carta Magna, en lo que se refiere a todo lo que debería de cubrir el salario de los trabajadores en su conjunto.
Ahora con la crisis económica que se agrandó debido a la pandemia, se entiende en cierto sentido la preocupación de los patrones al poder otorgar este aumento y más, porque así lo consideró ahora tanto el gobierno federal como el sector obrero. Sin embargo, en otros tiempos boyantes, los mismos empresarios deberían haber estudiado y comprendido si los salarios que otorgaban en realidad ajustaban para que una familia promedio pudiera subsistir.
Desde hace años, se oyó decir que la clase patronal debería de ser obligada a presentar un desglose de cómo se gasta cada peso de ganancia; sin embargo, esto jamás se ha llevado a cabo, quizás por no convenir a sus intereses, ya que tendría qué justificar cuántos centavos de cada peso son para pagar salarios, cuántos para mantenimiento, compra de insumos, material de producción, gastos del inmueble, etcétera, y desde luego, cuánto queda de ganancia para los patrones. Y esto, porque se tiene la idea de que de cada peso de ganancia, algunos patrones quisieran el 50 por ciento de ganancia para ellos y del otro 50 por ciento para la distribución de todos los demás gastos; y que de ahí la reticencia para otorgar salarios dignos y de acuerdo a nuestra Constitución Política.
Y también se han oído voces a lo largo de nuestra vida productiva, de que sería mejor que la clase trabajadora recibiera buenos salarios, porque aunque parezca contraproducente para algunos empresarios, repuntaría más la economía al tener la clase trabajadora más poder adquisitivo, comprar más, consumir más y así, no endrogarse indefinidamente para luego ser víctimas de los embargos de las tiendas en donde deben diversos artículos y enseres domésticos que, al ser embargados por las tiendas departamentales, pasan a ser revendidos a otros más que tal vez tampoco los puedan pagar, así los hayan adquiridos como de segunda mano.
Si se mejorara la calidad de vida de la clase trabajadora, lo más probable es que mejoraría en grado sumo la economía del país; pero por alguna razón que no se da a conocer de bien a bien, la clase patronal, desde hace muchos años, ha preferido tener sometidos a los trabajadores tal y como si siguieran existiendo las tiendas de raya que, de acuerdo a la historia, eran práctica común en la época porfirista.
Porque no se entiende de otra forma el que se hayan reducido a tal grado los salarios que hoy en día, no alcanzan más que para subsistir y para casi lo más indispensable, no dejando margen para ahorrar o para asistir a algún espectáculo; porque un trabajador con salario mínimo, así sea ya con este aumento, asistir a una sala de cine, con su esposa y tres hijos, pues ni pensarlo, porque hoy en día esas salas de cine existentes, son para clases pudientes o trabajadores que tengan la dicha de ganar cinco más salarios mínimos. Y si a todo esto se le agrega el que tenga la deuda impagable del Infonavit o que se haya endrogado con alguna financiera, pues ahí lo ven.
¿Llegará el día en que la clase trabajadora esté más politizada que no permita que alguien más determine lo que tiene que ganar por jornada y sean los trabajadores los que exijan cuánto quieran ganar por día laborado? Sobre todo aquellos trabajadores que tienen los trabajos más rudos, sucios y extenuantes.
Sea pues. Vale.
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