¿Quién sería sustituto de AMLO?
Oscar González Bonilla
25 de noviembre de 2020
Respetable amigo de la tercera edad a bocajarro me cuestionó: ¿Si matan a Andrés Manuel López Obrador una vez que gane las elecciones para presidente de la república, qué pasará?
Me parece que este señor, el preguntón, tiene oriundez en la Ciudad de México, pero radicó buen tiempo en Estados Unidos, hoy en Tepic se gana la vida como aseador de calzado, tiene lugar de trabajo fuera del café Diligencias en Tepic. Es un buen tipo el viejo.
Igual que en ocasiones a otros he dicho, contesté: Mire, mi amigo, a Andrés Manuel López Obrador no necesitan asesinarlo, morirá a causa de un ataque cardíaco. El corazón, órgano vital, lo tiene sensiblemente afectado.
Extrañado me dirigió la mirada sin mediar palabra esa mañana nublada de verano. Otro amigo de ambos sentado en banca era convidado de palo. Con arrebatado entusiasmo continué:
La carga emotiva en López Obrador será tan intensa que lo perjudicará. Primero, la emoción será demasiado fuerte cuando sepa que fue triunfador en las elecciones presidenciales del domingo primero de julio. Segundo, profunda emotividad le causará la colocación cruzada en el pecho de la banda presidencial el primero de diciembre venidero. Tercero, en el momento de rendir protesta como presidente de la república su corazón no resistirá aquel disparo de sentimientos y caerá fulminado por infarto agudo al miocardio.
Y ahí se acabó el corrido. Pero fui más allá: habrá que pensar en el sustituto. México no es tan democrático como para que exista la figura del vicepresidente. Se hace necesario analizar la Constitución general para saber a quién le corresponde sustituir al presidente desaparecido, documento capaz desentrañar casos imprevistos, como el que señalo.
Pero me arriesgué a decir, sin saberlo de cierto, que a lo mejor correspondería al presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación asumir interinato y en tiempo prudente convocar a elecciones. Se internó en mí el gusanito de la duda. Sin siquiera meditarlo me metí en un embrollo, pero sólo para mí, en mi mente, bullía ese lío.
Entre la cantidad de asistentes al lugar donde se vende café que huele rico y sabe mejor, que con emoción miraban el desarrollo del encuentro de futbol mundialista entre Brasil y Serbia, había varios abogados de profesión. No los consideré con suficiente capacidad para con certeza opinar sobre el personaje que corresponde sustituir al presidente de la república.
Al arribar a la caja registradora para liquidar consumo, el abogado Alejandro Talavera me quedó a corta distancia. Docto, ex magistrado y estudioso del Derecho me pareció el profesional apropiado para dirimir la cuestión legal en comento. Se acercó a la mesa donde varios compañeros reporteros nos encontrábamos. Le pedí opinión sobre el asunto. De entrada titubeó al señalar que hay varias hipótesis, pero lo mejor sería recurrir a la Constitución general. Dijo que podría ser el titular de la Secretaría de Gobernación, pero en el caso que nos ocupa éste todavía no entraría en funciones. El licenciado Talavera acertó entonces en decir que correspondería al Congreso de la Unión, organismo que juega el papel de representante popular, designar un presidente interino que en determinado tiempo se encargaría de convocar a nuevas elecciones.
Y efectivamente: el artículo 84 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su parte medular, señala que en caso de falta absoluta del Presidente de la República, en tanto el Congreso nombra al presidente interino o substituto, lo que deberá ocurrir en un término no mayor a sesenta días, el Secretario de Gobernación asumirá provisionalmente la titularidad del Poder Ejecutivo. El propio Congreso emitirá convocatoria a elecciones en un plazo no mayor a nueve meses, toda vez que haya sido nombrado el presidente interino.
Lo del fallecimiento de AMLO por infarto al corazón es broma de mi parte, vil si usted quiere juzgarla así, pero la manifiesto a personas que tocan el tema y que no simpatizan con la figura del tabasqueño, quisieran verlo muerto. Es mi manera de calmar sus ansias, mas les sirve de terapia y consuelo a la vez.
Yo no deseo la muerte a nadie, mucho menos del hombre que a punto está de lograr la máxima representación política, por muchos años su superior aspiración. Considero que es la mejor opción electoral, por tanto habrá que decidir nuestro voto a su favor. Como socialdemócrata, desde la presidencia de México promete realizar cambio profundo en el país, esperamos que así suceda. Salud. (28 de junio de 2018)
Comentarios