Acuerdo AMLO-Trump por la paz, salud y prosperidad
Marco Vinicio Jaime
09 de julio de 2020
En lo que finalmente constituyó un encuentro contra todo pronóstico, este miércoles los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump, y de México, Andrés Manuel López Obrador, pusieron en marcha el Tratado Comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), en una ceremonia caracterizada de peculiares símbolos que podrán marcar sin duda de ahora y en adelante, la relación entre ambos mandatarios y sus respectivos efectos para las naciones que gobiernan.
Teniendo como escenario el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca en Washington, el discurso del Presidente Trump fue totalmente antagónico al que le ha distinguido en su concepción de su vecino sureño: ahora de reconocimiento (a 36 millones de mexicanos que radican en la Unión de americana, al Presidente y al resto de los habitantes de este lado) de conciliación y conjunción de esfuerzos, reveló que el acuerdo "es histórico" en función de que "jamás se había entablado mejor relación" para resolver en definitiva problemas que debieron de haberse cubierto "mucho antes de su arribo al frente de su Mandato": corrupción, y crimen organizado -trasiego de estupefacientes, trata de personas-; y en el maro de la pandemia, su lucha será unificada, a la par del fortalecimiento económico y la consecuente prosperidad.
Mientras tanto, el Presidente López Obrador, no fue la excepción, su intervención fue de agradecimiento a la "voluntad, respeto y respaldo" que el Presidente Trump, ha hecho patente, desde su perspectiva, en pro de México, y más aún ahora, con la puesta en marcha del Tratado comercial, el cual coincidió será clave para el impulso estratégico de las cadenas productivas. Asimismo, puso énfasis en que el pacto suscrito, además de comercial, será clave para avanzar en la consecución de un mejor futuro de paz, prosperidad, salud y seguridad para todos. Previo a la ceremonia, el Mandatario mexicano fue partícipe de un poderoso mensaje al mundo, cuyo símbolo quizá podría ir más allá de dar realce a un determinado legado: se rindió tributo al papel histórico de Abraham Lincoln, como Presidente en uno de los momentos más determinantes en la conformación de Estados Unidos como nación sede de grandes libertades, de paz y de justicia; y de igual forma el tributo se hizo patente al Benemérito de las Américas Benito Juárez García; los dos en su propia lucha, de acuerdo al canon histórico, fueron protagonistas y precursores libertarios.
Es un hecho que los problemas que enfrenta México, han recrudecido con la crisis pandémica: salud, economía, inseguridad, violencia y muerte, de tal suerte que solo en una alianza de la magnitud como la que se entabló con Estados Unidos, podría ser detonante para la construcción de soluciones de fondo, tomando en cuenta que en el magro panorama vigente es más que palpable la imposibilidad de salir avante en la individualidad como nación, y de hecho para todo país del orbe.
Así, resulta lógico el que el Presidente de México, haya optado por un borrón y cuenta nueva en lo que desde la campaña fue el suyo, un agudo discurso para referirse al trato que a su vez el Presidente Trump otorgó a los mexicanos. Por lo visto, ambos gobernantes tienen prioridades más importantes que atender, y seguramente depondrán cada cual sus posturas radicales por un buen tiempo, a fin de dar paso a una batalla de dos con un solo mando y dirección inteligente desde el norte, que asegure los objetivos planteados, e incluso sirva de base para un gran pacto mundial que los haga asequible a todas las naciones. ¿Cuánto tardará?
Ahora bien, ¿también habrá un borrón y cuenta nueva a la beligerancia y polarización que se ha impuesto en México, y podrá ser Presidente factor de unidad con la suscripción de un gran acuerdo que sume a poderes y órdenes de gobiernos en función de sus propias necesidades y demandas; a fuerzas políticas y sociales, sectores productivos; y salde diferendos con la suma y el respeto absoluto a las libertades democráticas, dando renovado vigor a la comunicación e interacción en cada rincón de la geografía nacional, como a la vigencia de la legalidad, la justicia, la verdad y el Estado de Derecho? La transversalidad pues en el país, comporta un elemento imprescindible para consumar con hechos de probada eficacia lo que a nivel presidencial se acuerde, en beneficio de todos los mexicanos, y en consecuencia, cada orden de gobierno replique el modelo en su propia circunscripción. ¿Se logrará oportunamente? Habrá que seguir observando con atención.
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