La república amorosa y fraterna de Andrés Manuel López Obrador
Octavio Camelo Romero
13 de enero de 2020
En su libro “Hacia una Economía Moral” López Obrador precisa su concepción sobre la República Amorosa. Nos dice: “Cuando hablo de una república amorosa…propongo regenerar la vida pública de México mediante una nueva forma de hacer política, aplicando…tres ideas rectoras: la honestidad, la justicia y el amor. Honestidad y justicia para mejorar las condiciones de vida y alcanzar la tranquilidad y la paz pública; y el amor para promover el bien y lograr la felicidad.”
Partiendo de estas premisas se tiene entonces que tanto la depauperación de las condiciones de vida como la intranquilidad y la violencia pública se deben a la deshonestidad y a la injusticia del sistema y no, al desarrollo del capitalismo. Por lo tanto, con estas gafas, se considera que “…la crisis actual se debe no solo a la falta de bienes materiales, sino también a la pérdida de valores”.
Este enfoque subjetivo de los problemas sociales en el fondo libera a los agentes del capitalismo de toda responsabilidad social de las crisis capitalistas y hasta cierto grado, responsabilizan a los propios individuos de su situación precaria por haber perdido los valores. Desde luego que es una manera de eludir las verdaderas causas de la contradicción de la opulencia en pocas manos y la indigencia en la mayoría de la población. Más aún, esta orientación teórica desconoce o ignora que el capitalismo en sus diversas etapas de desarrollo genera también distintos valores específicos, además de los valores generales. O sea, la moral de la sociedad capitalista no es estática, y por lo tanto, no es constante, o sea, es variable de conformidad con el desarrollo del capitalismo.
Sin embargo, no sólo es legítimo, sino que es una obligación revolucionaria, plantear un paradigma moral que signifique la alternativa a los valores actuales del sistema vigente. “Por ello, dice AMLO en su libro, mi propuesta... tiene el propósito de hacer realidad el progreso con justicia y, al mismo tiempo, auspiciar una manera de vivir sustentada en el amor a la familia, al prójimo, a la naturaleza, a la patria y a la humanidad.”
Los mexicanos tenemos una “reserva moral derivada de nuestras culturas, forjadas en la confluencia de distintas civilizaciones y, en particular, de las culturas mesoamericanas”. De esta manera surgen los preceptos de ternura, de cariño, de la no violencia, del respeto, de libertad, de fraternidad, de dignidad, de igualdad, de solidaridad, de honestidad, etc. Todos estos y más valores son los “fundamentos para una república amorosa” y, por lo tanto, “convertirse en un código del bien”. Al final nos dice AMLO, “…nuestro propósito no sólo es erradicar la corrupción política y moral…, sino también establecer las bases para una convivencia futura sustentada en el amor y en «hacer el bien sin mirar a quien»”. En fin.
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