De talón de Aquiles a muralla de contención es el movimiento-partido de MORENA
Octavio Camelo Romero
18 de octubre de 2019
Andrés Manuel López Obrador en la perspectiva nacional ha sabido interpretar los problemas cruciales del país y las genuinas aspiraciones de la mayoría de los mexicanos. Pero en ningún momento se ha planteado cambiar el régimen capitalista de producción por uno socialista. Eso sí, se ha planteado recuperar algunas de las conquistas sociopolíticas del pasado y hoy perdidas. Por ello, sus planteamientos van en el sentido de moralizar la vida política, de combatir la corrupción, la impunidad y la inmoralidad de los funcionarios; de democratizar la vida política de México, de transparentar el ejercicio del Poder y el ejercicio de las finanzas públicas, etc. En este sentido, MORENA es un instrumento socio-político aglutinador de mexicanos que coincidan con el modo de ver las cosas de AMLO. Empero, desde la perspectiva latinoamericana, México es la segunda gran economía de la América Latina con más de 100 millones de habitantes y una enorme diversidad cultural; es un país fronterizo con Estados Unidos que fue “cogobernado” por más de 35 años por el Fondo Monetario Internacional, FMI, y el PRIAN. Con este sentido, MORENA es una “organización de base”, es una “organización de masas” que sirve de muro de contención a los proyectos derechistas y a su continuidad. ¿Qué hizo López Obrador? Recorrió 3 veces el país, visitó cada uno de los municipios de la República Mexicana, por muy pequeño que fuera, y habló con la gente. Así construyó el “movimiento-partido” que denominó MORENA.
Desde esta doble perspectiva, MORENA es popular porque participan las más diversas fuerzas políticas mexicanas a través de los millones de seguidores del líder Andrés Manuel López Obrador; es democrática porque dentro del capitalismo mexicano se propone reformar ciertas estructuras y políticas del neoliberalismo para dar paso a un desarrollo del país más equitativo, más socialmente justo, con una economía mixta que conjugue los intereses públicos y privados. Pero también es dialéctica, porque es la instancia en donde reside la “unidad y lucha de los contrarios”, aunque este último aspecto muy poco se comprenda.
Por su naturaleza, MORENA no puede ser una instancia burocrática y antidemocrática al estilo PRI. Desde la perspectiva dialéctica su desarrollo se debe a sus contradicciones internas; por lo tanto, debemos considerar a tal “desarrollo” como un automovimiento, interno y necesario, y al “partido” como la instancia que se encuentra en interconexión e interacción con todo lo que lo rodea. La causa fundamental del desarrollo del “movimiento-partido” no es externa sino interna, reside en su carácter interno contradictorio. Es pertinente considerar que toda diferencia teórico-práctica de los humanos debe concebirse como el reflejo de las contradicciones objetivas entre ellos y que este reflejo forma el movimiento contradictorio que impulsa el desarrollo y resuelve los problemas planteados. Por tal motivo, la oposición y lucha entre ideas y prácticas diferentes debe considerarse como natural dentro MORENA. Tal oposición y lucha es el reflejo en el seno del “partido” de las contradicciones entre las clases sociales, entre los estamentos de clases y capas intermedias, entre lo nuevo y lo viejo en la sociedad. Si en MORENA no hubiera contradicciones ni luchas ideológicas para resolverlas, su vida sería efímera. Por lo tanto, MORENA no es como los otros partidos electoreros. Usa la vía electoral para acceder a los Poderes Públicos. Y utiliza su “organización de masas” para la transformación del Estado y de la Vida Institucional. Por ello, ser dirigente del “MOVIMIENTO-PARTIDO” no es asunto menor. En fin.
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