Refundación o reformismo en el Peje estado mexicano
Octavio Camelo Romero
09 de Julio de 2018
Cuánta razón tuvo Margaret Thatcher cuando en 1981 aseveró que la economía es el método y el objetivo es cambiar el corazón y el alma de las personas, esto es, modificar los sentimientos, emociones, conocimientos y comportamientos de las personas. Para tal efecto, se debe construir un nuevo orden moral a través del cual las relaciones sociales estén basadas en reglas y principios.
El problema con el “neoliberalismo” es que suple la solidaridad, el colaboracionismo, el colectivismo, etc., por el individualismo, el egoísmo, el eficientismo, etc., como cimientos de las relaciones sociales y de la relación del Estado con la Nación. Estos principios ideológicos neoliberales conducen necesariamente a la corrupción con la consecuente impunidad, a la desregulación del Estado de la vida económica de la sociedad, a la suplantación del interés social por el interés económico del capital, etc.
Los estudios con el enfoque de “costo-beneficio” tienen como su punto de partida la creencia de que los mercados son eficientes. Por eso buscan comparar el costo de cualquier acción o regulación con los beneficios del mercado sin ninguna restricción. La conclusión ya se sabe de antemano: es pertinente una mínima acción o regulación para no perjudicar al eficiente mercado.
Sin embargo, como el propio AMLO lo divulgó en su campaña, este régimen político ya caducó, está lleno de injusticias, hay que cambiarlo. Y las elecciones del domingo 1ero de julio del 2018 demostraron que la mayoría del electorado rechaza este sistema político y prefiere la construcción de un Estado democrático, comprendió que corrupción, impunidad y neoliberalismo son una y la misma cosa. No se puede acabar de raíz la corrupción, la impunidad y la violencia si se deja al neoliberalismo y a su ideología.
Empero, dado el planteamiento de Andrés Manuel López Obrador de llevar a cabo “un cambio verdadero” en el país, surge una necesaria pregunta: ¿El cambio será una refundación o un reformismo del Estado Mexicano? Por lo pronto las etnias o las “naciones” indígenas no existen para el Estado Mexicano desde los tiempos en que se formó y transformó.
Es pertinente se plantee y replantee la cuestión de la multinacionalidad y multiculturalidad del Estado Mexicano. Recordemos que las cuestiones constitucionales más que jurídicas son políticas; versan sobre el reconocimiento de la existencia de las diferentes nacionalidades y de la manera en que se organiza y ejerce el Poder público. Las normas jurídicas representan las relaciones de Poder realmente existentes dentro y entre las nacionalidades y grupos sociales que componen la población del Estado al que constituyen. Sin embargo la centenaria Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos ignoró la existencia de las naciones indígenas y no las contempló en su cuerpo normativo. No obstante que la elaboración de la constitución estuvo marcada por los planes y programas de lucha del Partido Liberal Mexicano, del Partido Antirrelecionista, del Ejército Libertado del Sur y del Ejército Constitucionalista, entre otros. Entre otras cosas aprovechemos la ocasión para definirnos como multinación. En fin
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