Tepic, Nayarit, jueves 21 de noviembre de 2024

Encuentro con un periodista

Sergio Mejía Cano

07 de Febrero de 2018

Si bien se dice que no es ético escribir sobre asuntos personales en una columna de opinión, considero que por el tema a tratar es necesario hacerlo por hoy.

Este domingo próximo pasado, me dice uno de mis hermanos que me andaba procurando un señor de nombre José Luis Lara Orendain, y como no se me hizo conocido el nombre, mi hermano me dijo que se había presentado como periodista; ah caray, puse a trabajar el caletre y no se me aclaró la mente por no recordar este nombre. Posteriormente me llamó otro de mis hermanos para decirme que le había proporcionado mi número de teléfono a un señor con el que había entablado plática en el parque Juan Escutia, y al discurrir la charla salió a relucir que el señor era periodista, a lo que mi hermano le dijo que él tenía la desgracia de contar con un hermano pseudo periodista que se las daba de dizque articulista y columnista; así que el señor en cuestión le solicitó mi nombre y número telefónico para contactarme y conocerme para tener una conversación al respecto del periodismo.

A medio día de este lunes 05 del presente mes recibo una llamada y es precisamente el señor José Luis Lara Orendain, quien luego de presentarse me comenta que quiere conocerme y darme unas copias de unos poemas que había escrito ya hacía tiempo y platicar desde luego sobre su carrera periodística. Así que fijamos un punto de encuentro para este martes 06 en un restaurante cercano a La Alameda.

Mientras disfrutábamos de un opíparo desayuno, me comentó el señor Lara Orendain, que ya no escribía, pues ya quería descansar, que todavía en el sexenio del gobernador Celso Humberto Delgado Ramírez, estuvo ejerciendo el periodismo con todo, y paulatinamente fue dejando la práctica hasta que lo dejó definitivamente. Abundó diciendo que él escribía bajo el seudónimo de “Hildebaldo” y también como “Blasco”, y titulaba su columna como “Lancetillazos”; aunque también en ocasiones ponía su nombre en algunos escritos, sobre todo cuando escribía poesía. Poemas de los que me entregó algunas copias de ellos con el fin de disfrutarlos o para aprovechar alguna o todas sus partes como referencia a algo que escribiera, siempre y cuando citara la fuente en caso de que ocupara la referencia.

Comentó don José Luis Lara, que uno de los últimos diarios en los que había escrito había sido “Primera Plana”, ya desaparecido, igual que todos los demás diarios en donde había colaborado. Y fue en este momento en que le pregunté por qué ya no seguía escribiendo, y fue cuando me confirmó que ya quería descansar de todo esto de escribir para los diarios; y además, añadió que no le gusta eso de la computación, cuando le dije que ahora era más sencillo enviar las colaboraciones porque nada más era cosa de pulsar un botón y listo, se enviaba el escrito sin más trámites, pero aun así, Lara Orendain dijo que ya no le interesaba, que si se le ocurría escribir algo, lo escribía pero para sí mismo, porque lo crítico jamás se le iba a quitar, porque él mismo se considera un crítico de todo lo que a su punto de vista no es congruente, sobre todo cuando los servidores públicos no actúan con rectitud.

Le comenté al señor Lara Orendain que fue uno de mis hermanos el que le había proporcionado mi número telefónico al hacer plática en el parque Juan Escutia. Ah, sí, reconoció, y añadió que es continuo visitante de dicho parque porque es prácticamente su barrio de toda la vida, pues conoció ese lugar desde antes de ser el parque como tal. Y abundó diciendo que la plática con mi hermano fue debido a la remodelación de dicho parque, porque no logra asimilar la destrucción de este parque que, si bien se dice se remodeló y hasta se le llama hoy pomposamente como parque “incluyente”, destrozaron sin miramientos  unas bancas ya históricas en sí que eran de granito rosado y que habían sido instaladas ahí desde el año de 1946 por orden del entonces presidente de la República, el general Manuel Ávila Camacho; unas bancas muy cómodas; pero aparte de esto, eran muy cómodas, pero su valor ya era estimativo por su antigüedad y lo que significaban para los tepiqueños y visitantes de otras partes tanto del estado como del país.

Y en este tema coincidimos el señor Lara Orendain y un servidor, porque si hay algo que en verdad duela es que destruyan fincas o mobiliario antiguo dizque en aras del progreso; que hayan desaparecido inmuebles históricos y con una estructura arquitectónica inigualable, para dar paso a adefesios que agrandan la contaminación visual.

Sea pues. Vale.


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