Especial para el consumo humano
Sergio Mejía Cano
09 de Noviembre de 2017
Gran alharaca se armó la semana pasada con una noticia que si bien pretendió ser muy alarmante, no informaba otra cosa que no supiéramos la mayoría de nosotros: que el ser humano consume carne de caballo. Por lo que quedó de manifiesto que cuando se pisan algunos callos, hay quien es capaz de lanzar a través de las redes sociales algo que pueda llamar la atención. Pero en este caso no pasó de ser una llamarada de petate, porque así como salió la nota, así desapareció de los medios precisamente por no ser algo que no se haya sabido ya.
Si alguien se ve afectado en sus intereses en alguna forma, saca a la luz pública que en la comida china se podría utilizar carne de rata y de perro, y sube a las redes hasta videos en donde se observa cómo son sacrificados varios especímenes de estas razas con tal de llamar la atención y así tratar de incidir en el público consumidor que ya no ingiera este tipo de comidas.
Ahora tocó el turno a la carne de caballo, poniendo énfasis en que hasta se vende como si fuera de res y que a pesar de ser más barata se está ofertando al mismo precio que la de res; sin embargo, todo podría ser producto de algún tipo de competencia entre los distribuidores de carne en donde por alguna posible inconformidad entre los mismos productores, trataron de sacar sus trapitos al Sol y de ahí que se haya difundido lo de todos tan sabido: que consumimos carne de caballo cotidianamente. Así de fácil. Todo por una desavenencia entre los mismos productores y que por ese pelito trataron de incomodar al público consumidor, pero al ver que no prendió la mecha tal y como querían que se prendiera, mejor pararon el mitote mediático.
Allá a finales de la década de los años 60 y principio de los años 70 del siglo pasado, se instaló una cadena de restaurantes en la ciudad de Guadalajara, en el vecino estado de Jalisco, en donde su platillo fuerte eran precisamente las carnes en su jugo. Y desde un principio se corrió el rumor de que dichas carnes eran de equino, ¿y? Nada pasó, y se dice que hasta se comprobó mediante un consumidor que al estad de comensal en uno de estos restaurantes pidió su orden para llevar y como trabajaba en un laboratorio se dio a la tarea de investigar qué tipo de carne era y dizque había descubierto que sí era de caballo, ¿y? Del puro mitote no pasó, pues todo siguió como si nada y la cadena de restaurantes siguió llena de clientes todos los días. Y si ahora ya no existe en la Perla Tapatía dicha franquicia con tal nombre, es posible que haya cambiado de razón social o de administración o por equis circunstancias, pero el caso es que siguen proliferando en la bella Guadalajara, múltiples restaurantes en donde su fuerte es ofrecer carnes en su jugo, y cuya carne es de un color en el que según los conocedores, siguen afirmando que es de cuaco. ¿Y?
Aquí el problema que haya salido a la luz la aparente información tal y como si se haya descubierto el hilo negó, fue quizás a que posiblemente hubo alguna desavenencia entre tablajeros, y por lo mismo quisieron dirimir esas diferencias mediáticamente pero sin resultado alguno favorable para ninguna de las dos partes.
Y obviamente se puso énfasis en que la carne de equino que se estaba vendiendo podría estar contaminada con el famoso clembuterol, producto dañino que de vez en cuando se le atribuye gran cantidad a la carne de res que se ofrece al mercado para su consumo humano; así que tal vez por esto no pegó esta denuncia, ya que si hay clembuterol en alguna carne es en la de res y no en la de caballo que por cierto, no está prohibido su consumo para los humanos, sino que es poco comercial, pero de que la consumimos, eso que ni qué.
Porque si algo estuvo a punto de volver a ser noticia, es que si las autoridades se montaban en su macho tratando de prohibir la venta y consumo de carne de equino, pues entonces que se pusieran las pilas y revisaran a todas las empacadoras de carnes frías y se analizaran a fondo todos los embutidos que ofrecen al mercado y para el consumo humano, para que se comprobara y se publicara de bien a bien que en la carne de todos los embutidos hay residuos de pezuñas, cuernos, crestas, huesos, cartílagos y muchos otros componentes que no están considerados para el consumo humano. Así que mejor para no meterse en camisa de once varas, lo mejor fue parar el ruido mediático y que la cosa quedara ahí. Porque de moverle al asunto no sería conveniente para las grandes empacadoras que nada pierden en la elaboración de embutidos.
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