El imperialismo yankee quiere a una América enajenada
Octavio Camelo Romero
31 de Agosto de 2017
De por sí, el capitalismo es una sociedad enajenada. Empero, además de las manifestaciones esenciales, se dan expresiones particulares dependiendo de las formas específicas del desarrollo capitalista en ciertos territorios del planeta. Debemos estar atentos a las especificidades del capitalismo en los espacios donde se desarrolla porque la homogeneidad nos puede encubrir las particularidades que dan origen a las contradicciones dentro del capitalismo planetario o globalización capitalista. Es incuestionable que la enajenación se aprende dentro de las relaciones sociales de producción, pues si no fuera así, se nacería enajenado.
Un aspecto de la enajenación social capitalista es la “pérdida” del pensamiento propio y su sustitución por el pensamiento “ajeno” perteneciente a los dueños reales, formales y en funciones de los medios de producción. Y otro aspecto, no menos importante, es el comportamiento o “práctica” social e individual del sujeto enajenado. Estos dos aspectos de por sí son relevantes para entender y comprender no solamente cuándo se inicia el proceso enajenante, sino para explicarnos el comportamiento retardatario de los gobiernos norteamericanos, mexicano y colombiano en contra del pueblo de Venezuela que aspira a darse una forma de organización política menos dependiente del capital transnacional.
Recordemos que el ser humano es un “producto social e histórico”. Por lo tanto es engendrado y nace dentro de la sociedad en una cierta etapa y periodo histórico del desarrollo social. Al nacer el sujeto es un individuo que se encuentra con cierta cultura, ciertos hábitos y comportamientos sociales, ciertos conocimientos, ciertas formas de relacionarse socialmente, ciertos ordenamientos jurídicos, cierto gobierno, etc. La sociedad proveerá al individuo por mediación de los adultos, de toda la cultura, del lenguaje y de los comportamientos que posee. Y el “sujeto-individuo” irá aprehendiendo toda esa experiencia histórico-cultural de conformidad con su desarrollo y maduración biológica y psicológica para convertirse en sujeto-humano. Por eso será transcendente para los venezolanos el resultado de la Asamblea Nacional Constituyente. De igual forma será relevante para los mexicanos el comportamiento del imperio yankee en relación a la realización o nó, de dicha Asamblea venezolana si tomamos nota de la elecciones presidenciales mexicanas en 2018.
Ya lo dijimos en el pasado que con la muerte de Salvador Allende había quedado claro que la “vía electoral” no es la ruta para el “progresivo cambio social”. Aunque si lo puede ser para un cambio “regresivo”. Y además que con el “golpe de Estado” en Brasil, metamorfosis del golpe de Estado en Chile, el imperialismo yankee y sus aliados pretenden reprimir por medio de la violencia cualquier manifestación de independencia nacional. Y eso que ninguno de los “golpeados” hizo pronunciamientos sobre la desaparición de la propiedad privada capitalista; cuando mucho, algunos de ellos se atrevieron a relacionarse con el imperialismo chino-ruso. Por eso es relevante la simple realización de la Asamblea Nacional Constituyente y lo que de ella resulte. Lo grave del asunto es que la enajenación social arropó a la llamada izquierda mexicana y se unieron al coro de la derecha en contra de Venezuela. En fin.
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