El día del trabajo...
Marco Vinicio Jaime
01 de Mayo de 2017
Con antecedente en el acuerdo del Congreso Obrero Socialista, tomado en su Segunda Internacional celebrada en 1889, luego de la deleznable represión de la huelga de Chicago de 1886, los trabajadores de las distintas naciones del orbe, tiene un día, un día como hoy para recordar que son sujetos de derechos, de beneficios sustanciales en pro de una relación obrero-patrón justa, garante de calidad de vida y desarrollo permanente.
En México, la celebración tal y como la vemos ahora, tiene verificativo desde 1923, tomando también como refuerzo a su vez su propio “Chicago”: los mártires obreros de Cananea (Sonora) y Río Blanco (Veracruz) de 1906 y 1907 respectivamente a manos del porfiriato, pero con antecedente revolucionario en Tepic, Nayarit, en la huelga de la Fábrica textil de Bellavista de 1905, con sus próceres Francisca y Maclovia Quintero, Victoria Arroyo, así como Adelina y Mariana Castañeda, al igual que el imprescindible papel de la comunicación vía la estratégica por inteligente interacción periodística de los hermanos Enrique y Pedro Elías como aporte a la propia emancipación obrera y precursora de la Revolución de 1910.
De conformidad, el sindicalismo encuentra su simiente en el anhelo inalienable de justicia e igualdad social, de respeto a la vida y la dignidad humanas; de equidad y fomento de las mejores condiciones laborales para satisfacer a cabalidad las más elementales necesidades del individuo: educación, vivienda, alimentación, vestido y sustento continuos acorde a la evolución socioeconómica de su propio entorno, y las cuales, para el caso del país, se han contenido en la Constitución Política, en particular en el artículo 123 –considerado como el mejor referente de América Latina-, así como derivada, la Ley Federal del Trabajo, resultado todo ello de una lucha que costó vidas y mucho esfuerzo.
Sin embargo, el desenvolvimiento sindical ha tenido cambios notables a lo largo del tiempo, permeados entre otros factores elementales, por la influencia política y gubernamental del momento, en la entendible disputa del poder por controlarlo todo, incluyendo las fuerzas sindicales, y estas a su vez aprovechando la coyuntura de su peso para establecer una relación de intereses mutuos, donde ambos obtienen partido. Pero como es obvio de todo arreglo que llega gradualmente a ponderar los intereses cupulares por encima de los representados, el desgaste se hizo patente más temprano que tarde, y el sindicalismo en su mayor parte pareció haber mermado su esencia original para convertirse al igual que el poder público, en un ente hegemónico en constante competencia y rivalidad con el segundo. No obstante, la situación fue capitalizada por el poder a partir de las propias debilidades del sindicalismo que no solo lo menguaría, sino de paso minaría -quizá alevosamente, según no pocas voces- derechos y conquistas del trabajador, lo que paradójicamente hoy ha logrado detonar también una singular reunificación del trabajador con liderazgos genuinos empeñados en dar vida a un nuevo sindicalismo que regresa a su origen: justicia, bienestar e igualdad social para el trabajador, porque está escrito en la ley.
La batalla se ha ido trasladando a otras entidades federativas con sus respectivas particularidades, donde los trabajadores pues, como es de esperarse, no han visto mayor camino que el de sumarse a la resistencia encabezada por sus propios líderes que están prestos a defenderlos de veras, toda vez que la pobreza, la miseria, la explotación y catástrofes provocadas para lucro de sus crecientes carencias, han ido recrudeciendo y convirtiéndose en caldo de cultivo para el clamor y la rabia del obrero, del sindicalista y del trabajador asalariado, cuya credibilidad entonces en un futuro mejor de todos y para todos, está circunscrita a perfiles preparados, con oficio, capaces de interpretar y decodificar eficazmente los sentimientos del pueblo desde el obligado nuevo esquema gubernamental y del sindicalismo mismo. ¿Qué tan lejos se estará de alcanzar una política gubernamental que de veras ya entienda y promueva el bienestar del trabajador, inclusive más allá del cumplimiento irrestricto de la ley?
En lo subsecuente, Nayarit hoy, primero de mayo, día del trabajo, vivirá seguramente una jornada sui géneris: un sindicalismo en apariencia dividido, entre los crecientes inconformes con el estado de cosas actual, dispuestos a dar vida al nuevo sindicalismo reivindicador, y los decrecientes que por ahora no ven peligro alguno al estar sujetos a los dictados del sistema político vigente.
El PRI y su ejército “completo”
Con un total de 177 candidatos a los diferentes cargos de elección popular -Gubernatura, 20 alcaldías, 18 diputaciones y 138 regidurías-, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), en coalición con el Partido Verde Ecologista de México y Nueva Alianza, denominada “Nayarit de todos”, lanzó este sábado su grito de guerra de cara a la etapa final de la campaña constitucional: donde el “ejército tricolor está completo”. Comandados por Manuel Cota, y con fuertes vítores de “Cota Gobernador”, los abanderados rindieron protesta en la explanada del Comité Estatal del PRI frente al dirigente nacional Enrique Ochoa Reza, del líder de la CNC, Rubén Escajeda, al igual que otros liderazgos priístas de la geografía nacional como invitados especiales.
De conformidad a partir de mañana 2 de mayo, emprenderán marcha a la gran batalla, la confronta decisiva, de frente al meteoro político quizá más poderoso de los últimos 17 años, y que a su vez esté por adquirir la categoría cinco plus.
Ya lo refrendó el jerarca nacional -probablemente con los números reales erigidos directamente desde “Roma”- quién es el adversario a vencer en definitiva en estos momentos, al centrar su discurso, su feroz crítica y su acento en arenga estridente al “ejército priísta” a lo que llamó sin más el “junior que no debe llegar, que no debe gobernar”.
Mientras tanto, Manuel Cota refrendó con su pasión política característica que “irá con todo y por todo”, en una apuesta a la que consideró la mejor manera de honrar el legado del cíclico ex candidato al gobierno de Nayarit Lucas Vallarta Robles, y del ex Gobernador Rigoberto Ochoa Zaragoza; vindicar un capítulo en la historia del tricolor, terminar una historia desde ese entonces pendiente, y eslabonarla al mismo tiempo con otra epopeya que marcó el devenir tricolor justo seis años después. ¿Logrará consumarse la meta? Veamos pues.
Comentarios