Tepic, Nayarit, martes 03 de diciembre de 2024

Los peligrosos vehículos de doble remolque

Sergio Mejía Cano

17 de octubre de 2016

Hace algunos años se oía un anuncio tanto en radio como en televisión de que los accidentes no nacen, se hacen; sin embargo, esto desde entonces ha sido muy cuestionable debido a que quien está tras un volante o conduciendo cualquier tipo de vehículo y se ha visto envuelto en algún accidente en realidad no se llega a enterar la mayoría de las veces si el accidente que sufrió nació o se hizo o se debió a causas fortuitas o que ya le tocaba.

Hay quienes determinan que la causa de un accidente tal vez se debió a circunstancias inesperadas que no tenían por qué darse, a la casualidad, a la suerte o a la imprudencia de otros, etcétera; incluso hay quien dice que de no haber salido a tales horas, de no haberse entretenido esperando a alguien o en una gasolinera a cargar combustible, en una tienda comprando algo o haber tomado una desviación y por lo mismo haber pasado por donde nunca había transitado y que por eso se debió el verse involucrado en algún tipo de accidente automovilístico.

Por ejemplo, un tren está llamado para salir a determinada hora, pero por circunstancias ajenas a la tripulación dicho tren se demora en salir una hora después de la que tenía programada para su salida, y ahí va rodando y resulta que en un crucero público a nivel arroya a un vehículo que se atravesó a su paso; entonces es cuando la tripulación del tren se dice a sí misma que de no haber demorado esa hora en salir, no se hubiera topado con el vehículo que arroyó en ese crucero. Igualmente podría pensar la persona que conducía el vehículo que atropelló el tren: que de haber salido antes o no haberse entretenido en equis lugar o no haber rebasado aquél tráiler, etcétera, tal vez el tren no lo hubiera arrollado en ese crucero o no haberse ido por la carretera libre sino por la autopista que cuenta con pasos superiores o a desnivel en sus cruces con la vía férrea. Total, el clásico “hubiera” que por supuesto jamás se contempla hasta que sucede algo.

Accidentes vehiculares los hay a diario tanto en las grandes ciudades como en las pequeñas y desde luego en las carreteras nacionales en donde en la mayoría de los casos se ven involucrados vehículos de carga y más, los de doble remolque. Y he aquí el dilema que ya tiene tiempo en que gran parte de la ciudadanía clama porque se prohíban de una vez y para siempre la circulación de los vehículos con doble remolque por ser un peligro constante en las carreteras, de las que la mayoría no está diseñada para que circulen sobre ellas este tipo de vehículos de doble remolque. Sin embargo, pasan los años y no se hace nada al respecto a pesar de que ya se han hecho infinidad de estudios al respecto y ninguna autoridad de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) ni ninguna otra haga caso y algo al respecto, y menos cuando quienes utilizan este tipo de transporte en las carreteras nacionales aducen que de llegar a prohibir la circulación de los transportes de doble remolque significaría una pérdida económica enorme para quienes lo utilizan. Pero si en los USA y otros países está prohibida la utilización de este tipo de vehículos, precisamente por representar un gran riesgo en las carreteras, ¿por qué en nuestro país se sigue permitiendo que circulen los vehículos de doble remolque? ¿Pues no que somos copiones en todo lo que hacen los gringos? Si en esos países tan avanzados en cuestión carretera están prohibidos esos vehículos, ¿por qué en México, cuyas carreteras no se prestan para este tipo de servicio, ha proliferado la circulación de los vehículos de doble remolque?

Lo que sí es un hecho, es que es poco probable que quienes tengan que mover un vehículo automotriz o de otro tipo pero que circule por rúas citadinas o los caminos nacionales, se despierte pensando que ojalá y ese día se le atraviese alguien para llevárselo de corbata o que ruegue porque le fallen los frenos en una pendiente prolongada o cualquiera otro tipo de falla mecánica; y mucho menos que en cuanto vaya circulando piense en subirse a las aceras o salirse de la carretea o invadir el carril contrario. Sin embargo, muchas de estas últimas cosas suceden con quienes conducen transportes de carga pesada al quedarse dormidos o ser dominados precisamente por la misma carga y peso del vehículo, debido a las jornadas extenuantes que se dice, son obligados los choferes por sus patrones que los condicionan a tener que exceder la velocidad máxima autorizada y descansar lo mínimo porque tienen que entregar la mercancía a determinada hora.

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