Un grito de independencia incongruente se dio en México

La primera interrogante es: ¿Por qué es incongruente el grito de independencia del 15 de septiembre? Las respuestas son por lo menos dos. Porque no hay una correspondencia entre lo dicho y la realidad, y porque los mexicanos hemos perdido “la libertad”. Recordemos que en las décadas de los 70 y 80 surgieron las adecuaciones para facilitar el advenimiento de la mundialización del capitalismo que hoy conocemos como el “capitalismo global”. En Inglaterra estaba al frente Margaret Thatcher, en Estados Unidos Ronald Reagan y en el Vaticano Karol Wojtyla. Esta troica hizo posible el triunfo planetario del capitalismo y la derrota del “socialismo real”. A los dos años de la muerte de Mao en China en 1976, el partido comunista chino da un giro de 180 grados y se enfila hacia el capitalismo. Su tránsito ha sido tan exitoso que en el presente le disputa al imperialismo norteamericano un espacio mundial para su imperialismo. En México por su parte, se inicia un proceso de adecuación a la nueva forma del “dominio del capital”. Desde el periodo presidencial de Miguel de la Madrid se dan los pasos necesarios para desmantelar al “Estado de la Revolución Mexicana” con su modelo de “economía mixta” y su política mandatada en la “Constitución” de “los Poderes de la Unión son para el beneficio del Pueblo”. Este proceso de desmantelamiento culmina en el actual periodo presidencial de Enrique Peña Nieto. Y con el advenimiento del “capitalismo global” los mexicanos hemos perdido la “soberanía nacional”, la “independencia y autosuficiencia”, las “libertades”, etc. Pero estos sucesos no son acontecimientos surgidos de la voluntad humana; son en realidad las condiciones impuestas por y para el desarrollo del capitalismo.

Los capitales mundiales aunque han perdido la nacionalidad, sus matrices conservan todavía su residencia en cierto país. Ya no se puede decir como antes que determinado capital es norteamericano o inglés, aunque su matriz resida en dichos países. Sin embargo los gobiernos nacionales se comportan como administradores de las políticas dictadas por el capital transnacional a través de sus organismos supranacionales. Y los gobernantes tienen que acatar tales disposiciones si pretenden persistir en sus puestos políticos. Todo este acontecer no es un asunto de voluntades, es una necesidad objetiva del capital internacionalizado, del capitalismo global. Y México no se ha sustraído de esa tendencia del dominio mundial del capital. Por ello se antepone el interés del capital transnacional a los intereses de los mexicanos.

Con el dominio planetario por el capital, al lado de la adecuación normativa de los países surge la necesidad objetiva de la desaparición de las antiguas funciones de los Estados Nacionales y de la subordinación de todo el mundo a un único Estado Supranacional. Cada día será más clara esta exigencia. Hoy vemos con mayor frecuencia la intervención de los organismos internacionales en los asuntos internos de los países y la supeditación de los gobiernos nacionales a las exigencias de las instancias supranacionales. Y no puede ser de otra manera. El capital domina el mundo y por tanto sus intereses son los mismos en todos los rincones del mundo. Tal situación reclama la estandarización de conductas, de métodos productivos, de habilidades laborales, etc. Y sobre todo exige se unifique la Ley. Se requiere de un instrumento jurídico que garantice en cualquier parte del planeta la salvaguarda de los intereses del capital transnacional. Del capital en general y del capital dominante en lo particular.

Por todo ello no se puede “gritar que en México hay independencia, libertad, autosuficiencia, etc.”. Y más bien habría que homenajear a nuestros “héroes” del pasado remoto y del siglo pasado con la confesión de que no hemos podido conservar el México que nos heredaron. En fin.