La iglesia católica desafía al Estado laico
Francisco Cruz Angulo
13 de septiembre de 2016
La alta jerarquía católica mexicana encabezada por el cardenal Norberto Rivera desde los púlpitos de las iglesias y ahora en las calles emprende una dura crítica en contra de la iniciativa que presentó el Presidente Enrique Peña Nieto al Senado de la República en la que plantea la legalización del matrimonio igualitario de la comunidad gay en apego a una resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en la que les otorga iguales derechos al matrimonio civil de una pareja heterosexual.
El pasado sábado el frente nacional por la familia auspiciado claramente por el clero político realizó marchas en 25 poblaciones de nuestro país –que según voceros de ese frente- participaron alrededor de un millón de feligreses en la que demandan reformas a nuestra Carta Magna y exigen que la iniciativa del presidente Peña Nieto sea congelada porque atenta contra la naturaleza de la familia, esto es, que la familia debe ser integrada por un hombre y una mujer. Al igual en la protesta se mostraron contrarios a que una familia homosexual, lésbica o transgénero pueda adoptar a niños.
Pero van más allá en sus reclamos al demandar a la Secretaría de Educación Pública (SEP) a que respete los valores morales cristianos y, por lo tanto sean retirados de los textos gratuitos los contenidos que atentan contra estos valores sobre todo en la concepción de la familia.
Los feligreses católicos tienen todo el derecho a manifestar sus ideas en los espacios públicos puesto que es un derecho Constitucional; a lo que no tienen derecho es a pretender imponer a todos los mexicanos sus concepciones y dogmas religiosos recurriendo a argumentos falaces y anticientíficos, mucho menos exigir abrogar leyes que garantizan los derechos de las minorías a vivir y a pensar diferente.
De ninguna manera el Estado debe renunciar a tutelar los derechos humanos de todos los ciudadanos independientemente de sus ideologías, creencias religiosas o posición social o económica.
Recuérdese que desde las Leyes de Reforma del siglo XVIII y luego ratificadas en la Constitución General de la República del 1917 quedó claro la separación de la iglesia y el Estado y la garantía de que no debe de haber discriminación a las minorías. Como señala una sentencia bíblica: “al Cesar lo que es del Cesar y A Dios lo que es de Dios”.
Por otro lado se les olvida a los que impulsan este tipo de iniciativas en contra la educación laica y fomentan la discriminación y la satanización de quienes no comparten sus dogmas que las concepciones religiosas sean de cualquier signo no deben estar por encima de las normas constitucionales.
¿Cómo reaccionarían los jerarcas de la iglesia y la comunidad católica si un grupo de ciudadanos de concepciones liberales o de izquierda exigieran a la iglesia católica que se abrogara el celibato sacerdotal porque va contra natura y además es la causa que provoca que una gran cantidad de ministros de la iglesia cometan aptos de sodomía en perjuicio de niños y niñas católicos? De seguro que responderían que se trata de una norma interna de la iglesia para ejercer el ministerio sacerdotal y que no es de la incumbencia del Estado.
Si como lo considera la iglesia que la homosexualidad es pecaminosa y va contra los valores morales cristianos entonces por qué razones no se les castiga penalmente como cualquier criminal y continúan ejerciendo su ministerio en total impunidad.
¿Por qué razones los ministros de la iglesia católica ocultan que la familia tradicional heterosexual está en un proceso de descomposición social? Basta ver que en los últimos años de acuerdo a información de los registros civiles en las entidades de la república los divorcios se han incrementado en grado exponencial a causa de la violencia familiar lo que conlleva a que los niños sean abandonados a su suerte, unos terminan en las calles víctimas de la drogadicción y el alcoholismo y que terminan siendo caldo de cultivo de las bandas del crimen organizado y otros van a parar a orfanatos. Esta cruda realidad no se puede ocultar por más golpes de pecho de moral cristiana que se den los cónyuges heterosexuales.
Otra realidad que oculta la alta jerarquía católica es la nueva composición de los integrantes de una familia, no precisamente para engendrar hijos. Tenemos por ejemplo a la familia que está integrada por una madre soltera y sus hijos; o por la abuela que tutela a sus nietos cuando estos quedan en la orfandad o son abandonados; o la pareja integrada por dos personas del mismo sexo cuyo propósito es la búsqueda de su felicidad, la protección entre ambos y objetivos comunes que le dan sentido a sus vidas.
De ninguna manera se debe permitir que la alta jerarquía del clero católico bajo el argumento de la moral y de las buenas costumbres asentadas en dogmas religiosos pretenda recuperar sus privilegios mediante este tipo de argucias discriminatorias.
La defensa del Estado y la educación laica debe prevalecer en nuestro sistema democrático y republicano…
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